Capítulo 20

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"¿Y vos pensas que te podes quedar calladito?", Renato convirtió su pregunta en un desafío, rodando sobre su costado con la intención de sentir sus pieles rozándose.

"Claro que sí", Gabriel asintió, susurrando y conteniendo las ganas de reír que el castaño podía ver en sus ojos.

Renato intentó ponerse serio, a pesar de lo difícil que era con el rizado mirándolo así. "Acepto el desafío entonces".

Gabriel se puso de espaldas y se sacó las sabanas de encima, ofreciendo su cuerpo, claramente dispuesto a jugar con el castaño. Renato se movió instantáneamente, sus manos moviéndose de manera instintiva, encontrando de memoria los lugares más sensibles en el cuerpo del rizado. Gabriel le sonrió haciendo un gesto con su mano como si estuviera cerrando un cierre entre sus labios.

Por alguna razón, eso hizo que Renato estuviera desesperado por escuchar su voz. No quería despertar a su hermana, y mucho menos quería que nadie tuviera asientos de primera fila escuchando su vida sexual. Pero lo que sí quería era que Gabriel luchara por esconder sus reacciones, quería hacer que Gabriel perdiera el control.

Empezó por la boca del rizado. El beso fue duro y devastador, chupó los labios y la lengua de Gabriel, sosteniendo su cara para que no pudiera moverse hasta que Renato se lo permitiera. Gabriel le devolvió el beso por un tiempo, luego se deshizo bajo su cuerpo, logrando frenar sus reacciones, respirando tembloroso y profundo, sin dejar salir ningún sonido.

Renato no se esperaba menos. Lograr que el rizado perdiera el control iba a ser un desafío, pero Renato estaba dispuesto a todo. Mordió y succionó el lóbulo de la oreja de Gabriel, arrastró sus dientes sobre su clavícula, chupó la piel de su cuello, todo mientras recorría con sus manos el pecho desnudo de Gabriel, deslizando sus uñas sobre la piel sensible del contrario.

Nuevamente, Gabriel no dejó salir ningún sonido más que su respiración irregular y superficial, Renato deslizó sus manos por los brazos de Gabriel y se sintió complacido al notar que estaba apretando las sabanas entre sus puños, con los dedos tan apretados que sus nudillos estaban blancos.

"¿Te gusta cómo se siente?" susurró Renato.

"Siempre se siente bien con vos", le respondió en un susurro Gabriel. "Quizás sé quedarme calladito mejor de lo que vos te imaginabas"

Renato se rio despacito y agachó su cabeza para morder uno de sus pezones. Consiguió sacarle un jadeo sorprendido, pero eso fue todo. Gabriel se mantuvo en silencio mientras enterraba sus dedos en los hombros del castaño.

"¿Puedo?", preguntó Gabriel.

"¿Qué cosa? ¿Querés hacerme gritar?", Renato se alejó para recostarse de espaldas sobre la cama, ofreciendo su cuerpo tal como lo había hecho el rizado. "Obvio que podés"

"Cerrá los ojos", dijo Gabriel guiñándole un ojo.

Renato siguió sus instrucciones y esperó, sosteniendo su aliento y preparándose para lo que sea que Gabriel fuera a hacerle.

Segundos después, Renato se encontró con toda  su pija en la garganta de Gabriel.

"Tramposo", siseó entre sus dientes, arqueando su cuerpo sobre la cama. Reprimió un gemido para evitar perder el juego.

Sin los sonidos de Renato, lo único que podía escuchar eran los sonidos húmedos de la saliva de Gabriel, el desliz de sus labios, el sonido ahogado de su garganta cuando se metía la erección del castaño demasiado profundo. Renato se mordió la mano y apretó sus ojos con fuerza, intentando controlar su respiración para frenar un poco las sensaciones que lo carcomían por dentro.

Era difícil, pero no imposible. Cuando Gabriel se alejó de su pija, puso tal cara de decepción que Renato quiso soltar una carcajada.

"No te sientas mal", bromeó, deslizando una mano por la mejilla de Gabriel. "De verdad me la hiciste difícil con eso".

Gabriel rodó los ojos y se irguió para subirse sobre el regazo de Renato, juntando sus pijas y envolviendo su mano alrededor de ambos. "Te la voy a hacer más difícil, pendejo", murmuró.

"No tengo dudas", asintió Renato, en un tono demasiado serio.

La mano de Gabriel los masturbó a ambos con lentitud, como si no tuviera apuro, y Renato se quedó allí acostado, disfrutando, respirando, concentrado en el peso de Gabriel sobre sus muslos, en el calor de su piel, en la humedad de sus movimientos mientras Gabriel esparcía el líquido pre-seminal sobre sus pijas.

Se mordió los labios cuando sintió que un gemido subía por su garganta, justo a tiempo, sonriéndole a Gabriel.

"¿Es mi turno?"

Los ojos de Gabriel lo miraron suaves y juguetones cuando le respondió. "Si. ¿Cómo me querés?"

"En todas las maneras posibles". Renato no había planeado soltar esas palabras, no quería sonar tan intenso, pero las palabras eran ciertas, así que las dejó ahí flotando en el aire, sin justificarse ni corregirse. Gabriel se sonrojó un poco y esperó, recorriendo con sus dedos la V de las caderas del castaño.

"Quiero saborearte", le dijo Renato, sentándose para besar a Gabriel antes de prácticamente lanzarlo sobre la cama, haciéndole cosquillas en sus costados en el proceso.

Gabriel jadeó y se removió, intentó reírse sin ser demasiado ruidoso. Dios, era lo más adorable que Renato había visto en su vida. Se detuvo cuando Gabriel le sacó las manos de encima y lo volvió a besar, prolongando la sensación suave de esos labios, llenos y rosados.

"¿Un chape? ¿Eso es todo?, digo, me encanta chapar con vos, pero no estás ni cerca de hacerme gritar".

Renato curvó sus labios en una sonrisa. "Cuando dije que quería saborearte no me refería a tu boca. Sólo me distraje por un momento".

Gabriel levantó sus cejas, luego tragó con fuerza mientras Renato descendía sobre la cama separando las piernas de Gabriel. El rizado lo ayudó abriéndose más amplio, tiró sus piernas hacia atrás y con sus manos se agarró por detrás de las rodillas, dejando que el castaño se acomodara para que pudiera poner su boca donde quisiera. Es decir, justo sobre la entrada rosada de Gabriel.

Sus manos se dirigieron inmediatamente al pelo de Renato con la primera caricia de su lengua, los dedos de Gabriel tiraron con fuerza como una manera de ayudar a su cuerpo a botar la tensión acumulada. Renato sonrió un poco, dejando que su lengua rozara el agujero nuevamente, intentando ingresar un poquito esta vez.

Gabriel se quedó paralizado.

Renato se enterró en Gabriel lo más profundo que pudo, hundiéndose con la intención de saborear las paredes internas y sedosas del cuerpo del rizado, metiendo y sacando la lengua para dilatarlo un poco. Chupó y besó el lugar, como si estuviera chapando con la entrada de Gabriel, amando las reacciones del contrario, como apretaba sus muslos rígidos a cada lado de su cabeza.

Pero aun así, Gabriel seguía sin emitir sonido.

Su pecho subía y bajaba, sus uñas estaban enterradas en los hombros de Renato, su cara estaba contraída en placer, pero aun así no dejaba salir sonido, no gemía, ni siquiera suspiraba.

Renato lo intentó con más entusiasmo. Agregó un dedo, húmedo con saliva, y con cuidado lo curvó sobre la próstata de Gabriel, mientras su lengua acariciaba los bordes de su entrada. El rizado se sacudió sobre la cama, se removió tan desesperado que a Renato le costó mantener su boca en el agujero de Gabriel.

Pero nuevamente, el rizado no rompió su voto de silencio.

"Dejame cogerte, Gabi", susurró Renato, empujando sus palabras contra el estómago de Gabriel mientras ascendía hasta su rostro dejando besos en el camino.

Gabriel asintió, el sudor empapaba su rostro mientras observaba a Renato agarrar el lubricante de la mesita de luz. En poco tiempo el castaño lo dilató, y a pesar de que ya no estaba intentando ganar la apuesta, Gabriel siguió mordiendo sus labios y girando su cabeza hacia un costado, como si todavía estuviera luchando por no emitir sonido. Renato se forzó a ser paciente, asegurándose de que el rizado estuviera bien preparado para recibirlo. Cuando se posicionó sobre el cuerpo de Gabriel era un desastre tembloroso, miró al rizado a los ojos, mientras su pija rozaba la entrada del contrario.

"¿Puedo... Podemos hacerlo sin condón?", preguntó.

Gabriel se tapó la cara con sus manos, y luego asintió.

"¿Seguro?"

Cuando Gabriel retiró sus manos, Renato pudo ver la expresión de su rostro, el fuego en sus ojos, el hambre con la que lo miraba.

"Si", gruñó Gabriel, su voz rota y desesperada de una manera que Renato nunca había escuchado. El castaño asintió y lubricó su pija, respirando profundamente para calmarse, sabiendo que su cordura se había esfumado en el momento en que su piel había entrado en contacto con la del rizado.

Una de las manos de Renato encontró la mano de Gabriel, entrelazando sus dedos mientras se empujaba en su interior.

La puta madre.

Renato apoyó su frente sobre la de Gabriel. Era un montón. Gabriel se sentía tan estrecho y cálido, tan íntimo. Renato estaba a punto de gritar por lo maravilloso que se sentía.

De alguna manera, logró contenerse. De alguna manera, logró apretar la mano de Gabriel y retener todos los sonidos que quería hacer, su cuerpo entero temblando hasta que por fin se enterró por completo, sus caderas presionadas una contra otra, la pija dura de Gabriel goteando entre sus estómagos.

"Movete", susurró Gabriel, removiéndose bajo su cuerpo, y exhalando un sonido similar a un sollozo. "Por favor".

Renato no podía gritar ni gruñir, pero al menos tenía permitido susurrar. Tenía permitido dejar salir todas esas sensaciones que estaba sintiendo a través de palabras.

"¿Eso querés? ¿Querés que me mueva? ¿Querés que te coja con fuerza, para ver cuanto soportas?"

Gabriel asintió, y cuando Renato comenzó a moverse, ya no pudo parar. Sus caderas empezaron a embestir mientras su boca rozaba la oreja de Gabriel con cada palabra que decía.

"Mierda, Gabi, te sentís tan bien. Te sentís perfecto. No puedo creer que... no puedo creer que sos mío"

Gabriel envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Renato.

"Te voy a hacer gritar antes de terminar, lo juro por Dios", continuó el castaño, arqueando su espalda ante la sensación de las manos de Gabriel sobre su columna.

Sus caderas se movieron con más rapidez, cogiendo a Gabriel con fuerza y desenfreno, empujándolo contra el colchón.

La cama chirrió, y Renato se detuvo inmediatamente, aguantando la respiración y escuchando con atención si es que había algún movimiento en el living. Gabriel lo miraba con los ojos abiertos de par en par, la boca también abierta mientras intentaba recuperar el aliento lo más silencioso posible.

Luego de unos segundos en silencio, Renato embistió otra vez, y la cama volvió a chirriar.

"En el suelo, dale", sugirió Gabriel, empujando los hombros de Renato.

Juntos, rodaron hacia el lado de la cama, y luego se bajaron de ella. Las piernas de Renato se enredaron con las sabanas, y cayeron con un sonido seco, sus extremidades chocando mientras intentaban desenredarse.

Gabriel se estaba riendo, su cuerpo entero vibrando mientras trataba de mantener el silencio, su mano sobre la boca y sus ojos brillando mientras permanecía sentado sobre el suelo, observando a Renato pelear con las sabanas que seguían envueltas en sus pies.

"¿Te pensás que esto es gracioso?", preguntó Renato, levantando una ceja.

Gabriel asintió con su cabeza y cerró los ojos tentado. Renato se contagió y con la boca abierta se rio silenciosamente, sentándose nuevamente para subir a Gabriel sobre su regazo.

"Vení", susurró, deslizando sus manos por los costados de Gabriel. Se dejó caer de espaldas, sonriendo, mientras el rizado se sentaba sobre su pija.

Las risas se detuvieron abruptamente mientras la sensación de placer volvía a embargar sus cuerpos. Renato dejó caer su cabeza para poder observar a Gabriel subir y bajar sobre su cuerpo, rodando sus caderas mientras cabalgaba a Renato lento y suave, embistiendo de adelante hacia atrás.

La fricción hacía que Renato sólo quisiera más. Dejó que Gabriel mantuviera la posición por un momento antes de agarrar sus muslos y girarlos por completo, dejando a Gabriel bajo su cuerpo otra vez.

Esta vez, cuando se empujó en su interior, Gabriel se rindió y dejó salir un gruñido, el sonido más hermoso y necesitado que Renato había escuchado en una persona. Instantáneamente, le puso una mano sobre la boca, sonriendo a pesar de la situación.

"Parece que gané"

Gabriel sacudió su cabeza asintiendo, claramente no le importaba una mierda. Dios, la necesidad del rizado hacía que su pija latiera dolorosa enterrada en el culo de Gabriel.

"¿Si saco la mano, te podés quedar callado?"

Gabriel negó con la cabeza y agarró la muñeca de Renato, sosteniendo la mano sobre su boca, miró al castaño con tanta confianza y calidez que Renato tuvo que parar por un momento.

Amor. El rizado estaba mirando a Renato como si estuviera enamorado.

Renato también estaba enamorado. Estaba tan enamorado que su corazón iba a explotar en cualquier momento.

Nuevamente, su boca tomó el control, observaba a Gabriel bajo su cuerpo, embistiendo en su interior, incapaz de hacer los sonidos que quería, pero al menos podía susurrar cada pensamiento sucio que atravesaba su mente.

"Dios, eres tan hermoso. Quiero cogerte toda la noche. No me importa si despertamos a todo el edificio. Quiero quedarme aquí por siempre y hacer que te corras con tanta fuerza que quedes inconsciente".

Gabriel gimió caliente y húmedo contra su mano.

"Siempre, Gabi. Yo quiero esto siempre. Quiero hacerte sentir bien, todo el tiempo"

Gabriel cerró los ojos y apretó su culo alrededor de Renato, como si estuviera dando su aprobación ante las palabras del castaño.

Renato cerró su boca, y cambió el ángulo de sus caderas hasta lograr que el rizado hiciera esos sonidos agudos, esos pequeños gimoteos contra la palma del castaño, que seguía anclada a su boca, sin perder el ritmo de sus embestidas.

Fue una sorpresa cuando Gabriel se corrió, sin siquiera tocarlo, su pija pulsando y dejando un desastre húmedo sobre su estómago y su pecho mientras Renato lo observaba hambriento. Esta vez, los sonidos que dejó salir fueron bajos y guturales, como si el alivio del orgasmo fuera demasiado para su cuerpo. Renato no movió la mano de la boca del rizado, incluso cuando este se quedó quieto y en silencio.

"Mierda", siseó Renato, observando los últimos espasmos de la pija de Gabriel, mientras seguía enterrándose en su culo.

Gabriel se movió, levantó sus caderas apretando su entrada alrededor de la pija de Renato, y con unas cuantas embestidas más el castaño alcanzó el orgasmo. Mordió el hombro del rizado y dejó salir un sonido roto y agudo, sus dedos enterrándose en la alfombra mientras llenaba el culo de Gabriel. Incluso eso se sentía diferente sin condón. Cuando finalmente logró alejarse su cuerpo entero se encontraba desmadejado, sin energías.

Se miraron por un momento, las palabras sobraron, luego resoplaron una risa, deshechos sobre el piso, ruborizados y sudorosos.

"Nunca me voy a cansar de vos", dijo Gabriel, sacudiendo su cabeza, dulce y tímido. "Pensé que después de un tiempo garchando, las cosas volverían a ser normales, monótonas. Pero..."

"¿Me estás llamando anormal?", bromeó Renato.

Gabriel soltó una carcajada. "Si, definitivamente".

Renato se acercó al rizado y lo besó, luego se puso de pie. "Ya vengo. Voy al baño y te traigo una toallita para limpiarte"

Se envolvió la sabana alrededor de la cintura y asomó la cabeza en el living desde una esquina de la pared del pasillo. Bruna seguía dormida, con la boca abierta y roncando suavemente. Renato se fue de puntillas hasta el baño para limpiarse y humedecer una toallita para Gabriel.

Más tarde, recostado en la cama con Gabriel entre sus brazos, pensó en lo perfecta que había sido la noche, en lo afortunado que era. Más afortunado de lo que merecía ser.

Gabriel llevaba dormido un buen rato, así que se arriesgó y dejó que las palabras flotaran fuera de su boca, sólo para experimentar que se sentía decirlo en voz alta.

"Te amo".

                                                💜

Nos leemos en la próxima

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