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Una semana había pasado de la muerte de su hermana y SeokJin, aún no había podido ver a sus sobrinos, los cuales estaban en una especie de orfanato del Estado. Estaba que expulsan a humo por las orejas. No aguantaba ver la negligencia del Gobierno.

Ésa tarde los había citado la abogada de JiSoo y SeokJin, iban a leer el testamento, lo había sorprendido, pues él ni siquiera se le hubiera ocurrido hacer eso. Tal vez porque no poseía algo verdaderamente propio o porque no tenía ninguna criatura a la que cuidar.

Se colocó una camisa blanca simple y sus pantalones negros de vestir, se vio tentando por sus Converse, pero decidió dejarlas de lado, a su hermana no le hubiera gustado eso.

El padre de Min se encontraba en el sillón leyendo el diario, y tomando un café, YoonGi sonrió por aquello, lo estaba llevando bastante bien, los primeros días había estado sin comer. Tampoco lo había visto derramar una lágrima, pero estaba seguro de que en su oscura habitación lloraba todo lo que ocultaba para le resto.

— Ya me iré con la abogada, papá. — anunció el joven.

— Está bien, YoonGi, ten mucho cuidado, respeta todas las señales de tránsito, ponte el cinturón... y cuídate, hijo.

— Sí papá. Te amo, espero traer buenas noticias.

— Espero lo mismo. — sonrió con tristeza.— te amo.

YoonGi salió de su casa y tomó su auto, sólo esperaba que la mujer tuviera buenas noticias. Y que, en el mejor de los casos, pudiera tener la custodia de los pequeños.

Para cuando llegó al despacho de la fémina, se encontró con el desagradable de Jeon JeonGguk

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Para cuando llegó al despacho de la fémina, se encontró con el desagradable de Jeon JeonGguk. Lo aborrecía, y con buenos motivos. El muy cabrón, cuando se enteró que el hermano de la novia de su mejor amigo era gay no tuvo mejor idea que jugarle una pequeña broma que consistió en coquetearle, ilusionarlo como el adolescente que era, y terminarle rompiendo el corazón como el muy hijo de puta que es. Desde ése día no le había vuelto a dirigir la palabra, en los cumpleaños de los mellizos, o alguna reunión familiar, en las que él siempre estaba, por ser tan cercano a SeokJin, siempre lo ignoraba, o se limitaba a hacer oídos sordos a sus comentarios mal intencionados. YoonGi en serio no entendía a ése tipo, siglo XXI, ya tenía que tener bien superado el tema de los gays, lesbianas, transexuales, etc.

Nuevamente, como si Jeon no existiera caminó a paso firme hasta la oficina de la mujer, su secretaria lo saludó muy cortésmente, para luego decirle que en un momento podría entrar.

Esperó como mucho, cinco minutos hasta que la mujer le dio las indicaciones de que ya podía pasar.

Una rubia, de casi cuarenta y cinco años, lo saludó muy atentamente, más de lo que le hubiera gustado. Sus pechos llenos en cualquier momento explotarían y uno de los botones de su camisa le pegaría en el medio de la frente.

— ¿Min YoonGi, no es así?

— Así es, señora.

Señorita. — corrigió con una sonrisa. — esperaremos unos minutos más al otro involucrado para empezar con la lectura.

— ¿Qué otro...

Antes de que terminara su pregunta, la puerta fue nuevamente abierta por su secretaria, y atrás de ella estaba la imponente figura del despreciable de Jeon. YoonGi se giró en su asiento nuevamente poniendo sus ojos en blanco al ver cómo la profesional por poco no resbalaba con sus fluidos vaginales.

— Jeon JeonGguk, un gusto, señorita.

— El gusto es mío, señor Jeon.

El peli azul no lo miró, ni siquiera cuando se sentó a su lado y sus brazos chocaron inevitablemente.

— Ya que estamos todos... comencemos.

Después de un largo discurso, que YoonGi no se molestó en prestarle particular atención, llegó la parte que lo estaba enloqueciendo; sus sobrinos.

— Imagino que ya se deben dar una idea. — dijo la mujer. — Kim Seok Jin y Kim Ji Soo, dejaron a cargo de sus bienes económicos y de sus hijos a usted señor Min Yoon Gi...

El aludido sonrió satisfactoriamente.

— Y a usted señor Jeon Jeon Gguk.

YoonGi que se encontraba irradiando felicidad, dejó de sonreír para luego dejarse caer al asiento con incredulidad. Ellos no podían haber hecho tal cosa.

— ¿E-Está segura de lo que dice? — preguntó el castaño con asombro. — SeokJin no puede haber hecho tal cosa.

— Está aquí escrito, señor Jeon. La casa en la que ellos vivían, la que está en la playa y los autos, todo queda en sus manos... Y los niños. — agregó con obviedad.

— ¡¿Siquiera eso es posible?! — preguntó exasperado. — ¡Somos dos hombres! ¡Hombres!

— Claro que se puede. Si una pareja del mismo sexo puede adoptar, casarse, esto también lo pueden asumir dos hombres.

— No puede ser posible...

— Pueden renunciar, y los niños serán entregados a otras partes de la familia.

— ¡Yo no quiero eso! — dijo esta vez, YoonGi. — acepto, acepto el cuidado de los bebés.

— Tómense un tiempo para hablar, señores.

La mujer tomó los papeles en su escritorio y salió de allí, dejándolos solos.

— JeonGguk... — dijo YoonGi, suplicante.

— Olvídalo, YoonGi. — lo cortó.

— ¡Deja de ser tan egoísta! ¡son los hijos de tu mejor amigo! Ese que siempre estuvo para ti, el que te apoyo, aunque siempre estuviste haciendo alguna mierda, él siempre te brindó todo y nunca te pidió nada, Jeon.

— ¡Esto no es un juego!

— ¡Claro que lo sé! Tengo en mis manos la vida de mis sobrinos, no los dejaré ir como lo hice con ella... hazlos por ellos, por los mellizos. Por SeokJin.

El castaño se quedó en silencio, no lo miraba ni decía nada. YoonGi mientras tanto temblaba en su silla.

— ¿Y bien? — dijo la mujer cuando estuvo de nuevo en su lugar.

— Aceptamos. — habló JeonGguk. — queremos la custodia.

Losing Control || KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora