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A las diez y media de la noche, JeonGguk se ubicó en la sala de estar con un pequeño en cada pierna, ni el mismo sabía qué estaba buscando haciendo eso, pero allí estaba, esperando pacientemente a que aquel doctorsucho se dignara a llegar.

Poco después de ubicar su trasero en el mullido sofá, YoonGi bajó hasta el primer piso con una espléndida sonrisa. Llevaba un ceñido pantalón negro que dejaba ver el espectacular culo que poseía, su cintura estaba firmemente marcada por el cinto que se había colocado y la camisa de seda morada que se había colocado le sentaba de maravilla, los dos primeros botones estaban abiertos, por lo que se veía su nívea piel, pudo notar las leves mordidas que había creado el otro día, entonces, sonrió con grandeza.

Podría hasta decir que se veía decente, pero aquel look lo arruinaba completamente su cabello azul, ¿lo dejaban trabajar así?

— ¿Sigues con la idea de irte con el galeno sin ética?

— No lo llames así, tiene nombre y es JiMin.

— Hasta tiene nombre de marica.

— Fíjate que no es problema, porque para salir conmigo tiene que ser marica.

YoonGi se acercó al sillón donde el entrometido de JeonGguk estaba con los bebés. Depositó un beso en las frentes de los mismos, en forma de despedida.

— Vendré más tarde, ángeles. — le informó a los infantes.

Iba a erguirse nuevamente cuando sintió el carraspeo del castaño.

— No te has despedido de mí. Tu esposo.

— Te guardaba para el último, cariño.

YoonGi con una pequeña sonrisa colocó su mano en la mejilla del hombre, se acercó lentamente hasta él, observó como este relamía sus labios, dejándolos con un color tentativo. Rozó los labios ajenos y se quedó allí antes de separarse abrupta mente.

— Mejor no.

El pálido dirigió una juguetona mirada al mayor que parecía que iba a explotar de la furia, luego miró a Saya y a DaeHyung.

— ¿Nino Gguk y nino Yoon se dan beso en la boca? — preguntó la azabache, sorprendida.

— ¿Eso está buen? — dijo esta vez el varón. — ¿nene y nene se dan beso?

— ¿nena y nena también?

— Genial. — murmuró JeonGguk. — les pudriste la mente.

— Cállate. — YoonGi lo miró mal. — dos nenes y dos nenas sí se pueden besar, no está mal, el amor es amor.

Los brillosos ojos de los infantes miraban a su tío como si hubiera descubierto un nuevo mundo para ellos. Ambos se sobresaltaron ante el toque del timbre, sacándolos de su increíble mundo infantil.

— Bien, bebés. Ya me iré, hagan rabiar mucho a su nino Gguk y compórtense mal.

El castaño tomó a los niños en sus brazos para acompañar a YoonGi a la puerta. Quería ver qué tan genial era ése doctor.

Tal y como lo pensaba, Park tenía un auto soso, como él, se notaba que era una persona extremadamente aburrida. A YoonGi no le gustaría. Al pasar los meses se percató que a aquel peli azul le divertían en demasía sus peleas, que no podían tener un día en paz, siempre debía estar haciendo algo... y con él no lo conseguiría.

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Losing Control || KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora