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— Mierda. — murmuró cuando intentó abrir sus ojos sin éxito, las luces de donde se encontraban estaban demasiado fuertes como para ser sano. 

Suspiró silenciosamente y nuevamente lo intentó, esta vez lo logró, pero aún así se sentía desorientado. Estaba adolorido, era como si doce elefantes hubieran caminando sobre él sin piedad alguna. 

Trató de reconocer en dónde se encontraba, claramente era un hospital, pero ninguno que haya conocido. Con extremo cuidado logró sentarse en la cama donde se encontraba, levantó la bata de hospital que le colocaron, encontrándose que en sus muslos y en el abdomen tenía varios moretones junto con algunos cortes, pero nada se veía grave, tampoco había algún corte grande que le indicara que había sido operado. 

Dirigió su mirada a la derecha de su cama y en el gran asiento había alguien acurrucado, no lo reconoció, tampoco podía ver su cara ya que tenía un gran buzo negro y llevaba puesta la capucha, ocultado su rostro, lo único que estaba a la vista eran sus desnudos pies pálidos. Se removió un poco en la cama y trató de estirarse para lograr ver el rostro de la misteriosa persona que lo acompañaba. 

Hizo un mal movimiento logrando que algún músculo no tan ileso tirara, arrancándole un grito desde lo más profundo de su garganta. 

La persona que estuvo durmiendo tan incómodamente a su lado se sobresaltó en su lugar e inmediatamente se puso de pie para acercarse a él. 

— JeonGguk, estás despierto, ¿cómo te sientes? ¿Quieres que llame a la enfermera? — Aquellos pequeños y gatunos ojos lo miraban con preocupación.

— ¿YoonGi? — Si hace un momento estaba confundido, ahora lo estaba más. 

La pálida y cálida mano del hombre a su lado acariciaba su cabeza con extremo cuidado. No iba a mentir, se sentía condenadamente bien, aquel pequeño gesto provocaba que su corazón latiera desbocado. 

— Sí, soy YoonGi, ¿acaso esperabas a alguien más? — Él le dio una pequeña sonrisa. 

JeonGguk no le respondió, solo lo miró, buscando alguna respuesta en su rostro. ¿Acaso estuvo a punto de morirse como para que su ex haya venido a cuidarlo? 

— Llamaré a la enfermera. — YoonGi depositó un pequeño beso en su frente antes de salir del cuarto. 

— Qué carajos.— Murmuró apenas estuvo solo. Con incredulidad tocó su frente, al parecer sí estuvo a punto de morir. 

Poco después una dulce mujer entró a la habitación en compañía de YoonGi, ella lo revisó y le hizo todos los chequeos necesarios, después de decirle que estaba todo bien los dejó solos nuevamente. 

— Me ves como si estuviera loco, ¿seguro te sientes bien? — YoonGi se había sentado a su lado en la cama y tocaba pacíficamente su cabello. 

— Yo… sí, sólo estoy un poco confundido. ¿Por qué estás aquí? 

Su contrario frunció el ceño y apartó la mano, con la misma que estuvo acariciándolo se sacó la capucha, dejándolo ver su cabello negro. Negro. Y le llegaba a los ojos. 

— ¿Y el cabello azul? — Preguntó sumamente desorientado. — ¡¿Cuánto tiempo estuve en el hospital?! 

— Hey, Gguk, tranquilo. Primero, no sé de qué cabello azul estás hablando. Segundo, llevas solo un día en el hospital. 

— No… — Él negó con su cabeza. ¿Acaso se estaba volviendo loco? — YoonGi, no lo entiendo. Tú tenías el cabello azul y los mellizos. TaeHyung, tu padre y mi madre. 

Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas al no comprender nada de lo que estaba pasando. 

— Gguk, calma, ¿sí? — YoonGi se inclinó y lo besó repetidamente en los labios. — Todo estará bien. 

El azabache le limpió tranquilamente las lágrimas que escapaban de sus ojos. 

— Te aclararé todo, tú probablemente has estado soñando y sólo estás un poco confundido. — YoonGi le sonrió y volvió a besarlo. — Empecemos desde el principio, estamos en pareja hace cinco años, vivimos juntos hace tres y tenemos a nuestro hijo Zeus en casa. No es un niño, Gguk, es un perro. Eres fotógrafo, ¿recuerdas eso? Yo escribo novelas y te amo demasiado. — Finalizó con una risa.

Poco a poco todo lo que YoonGi le decía comenzó a tomar sentido para él, los recuerdos de ellos dos juntos y felices llenaron su cabeza. Recordó a Zeus su gran Golden Retriever y la bella casa que poseían en un tranquilo barrio cerca de la ciudad. 

— Oh, y tenemos el mejor sexo. — YoonGi le dijo juguetonamente. 

— No lo dudo. — Le contestó de la misma manera. 

— Okay, ahí está mi JeonGguk de nuevo. — YoonGi volvió a inclinarse y lo besó, pero ahora JeonGguk lo recibió y reclamó los labios ajenos como quiso, mordió, succionó e introdujo su lengua. 

— ¡Eh! ¡Par de calenturientos! Recuerden que están en un hospital. 

Esa voz. 

JeonGguk se separó de su pareja y miró el sonriente rostro de SeokJin en el umbral de la puerta. Y junto a él venía JiSoo. 

— Están vivos.—Dijo con alivio. 

— ¿Acaso estábamos muertos? — JiSoo preguntó con gracia. 

— Según yo, sí. 

La pareja se miró con horror y luego de preguntarle cómo se encontraba, les empezó a contar su sueño. Muchas de las cosas de las cuales creía estar seguro no eran cierta, por ejemplo, no existían los mellizos, SeokJin y JiSoo aún no tenían hijos y mucho menos habían chocado. 

TaeHyung sí era su primo y HoSeok también era su amigo, con el gran plus de que estaban juntos hace un año. JiMin efectivamente fue el ex de YoonGi, mucho antes de él y ahora salía con NamJoon, su colega. Y JaeBeom era su hermano, heterosexual, así que no había lugar para que alguna vez haya coqueteado con su novio. Su madre y el padre de YoonGi no estaban juntos, por el simple hecho de que se detestaban, eran como el agua y el aceite. 

— Opino que le des la historia a YoonGi para que la publique. — SeokJin le dijo riendo. 

 — Sería una buena idea. Te haré la portada del libro, Yoon. — Le dijo JeonGguk riendo. 

— Prometo hacerle un buen final. — El pálido rió. 

YoonGi se acomodó a su lado y dejó caer su cabeza a un costado de la suya. 

— Te amo.— Le murmuró con una sonrisa. 

— También te amo, Yoon. 


Chan

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Chan

Losing Control || KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora