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Por aquel entonces vivían juntos y poco más.
Compartían un piso para estudiantes, y ellos eran los únicos que lo ocupaban.
Bueno, de vez en cuando Hunk se aprovechaba y se iba con su mejor amigo y compañero de clase, Lance, y se quedaba igual unos días largos. A Keith no solía importarle. O tampoco le daba muchas vueltas, vete tú a saber.
Si, se hablaban.
Al principio incluso se llegaron a tener un poco de mania, pero llegaron al punto de mirarse a la cara y ser amables.
Pasaban todos los días juntos, después de todo.

Uno de esos días Keith entró dando un portazo. Lance, que se encontraba en su cuarto con los auriculares, salió de allí y asomó su cabeza por el umbral de la puerta.

-¿Keith? -y otro portazo. -Bienvenido... -dice tirando el aire, irónico. Se acerca a paso lento, descalzo. Si fuese por él, sentiría las llamas de su furia en sus plantas de los pies. -¿Keith...? -sus nudillos golpearon la puerta.

-Pierdete Lance. -su voz no soñaba demasiado estable.

-Eh tío, vamos, ¿estás bien?

-¿Te parece que estoy bien? -la pregunta de Keith tenía razón en realidad. Obvio que no Lance. Si estás bien no das dos portazos.

-Vale, perdón... -suspira y con la frente en la puerta y la mano en el pomo, vuelve a hablar. -Vamos tío. -Keith abre la puerta, con los ojos llorosos y las mejillas rosadas. Tiene una mueca rabiosa tatuada en la cara. Se va a romper. O ya está roto... -Eh tío.

-Déjame por favor Lance. No quiero hablar ahora mismo, en serio. -y se da la vuelta para cerrarla. En los morros de Lance.

A la hora Lance vuelve a tocar a la puerta. No hay respuesta. La abre y se encuentra a Keith con las mejillas húmedas y un lago en su almohadón. Tiene sus ojos cerrados, pero no significa que esté dormido.

-Tío son las once de la noche.

-Vete Lance.

-Cena al menos tío. Hay chino de ayer... - Keith se levanta. Sorbe por su nariz y se dirige a la cocina sin siquiera mirarle a la cara. -¿Al menos... el motivo?

-No te importa Lance. -el cuerpo largo y delgado de Keith ignora la cocina y se dirige al sofá. Abraza un cojín y mira a la nada.
Parece mentira, pero Lance conoce a Keith más de lo que se cree. Más de lo que ambos creen.

-Eh... Voy a... ahora vuelvo. -Lance se mete en su cuarto y sale con un chándal mal puesto. Si no calcula mal tiene media hora como máximo.

-Donde vas... son las once...

-A por una cosa. Calla y cena. -Lance coge las llaves del coche. Ah si... que no tiene gasolina. -Joder... - susurra.

-¿En coche? -murmura Keith.

-Si. Ahora vuelvo. -y Lance desaparece. Keith aprovecha para tirar unas cuantas lágrimas más. Lance saca su teléfono y llama a Shiro. -¿Shiro, el batido favorito de Keith era de fresa, no?...

Hay veces que simplemente uno tiene un mal día. Y cuando se le acumulan las cosas, explota. Eso le ha pasado a Keith. Que no podía más.

La puerta se abre de forma agitada. Lance entra sudado, con la sudadera arremangada. Bufa y pasa a la cocina directamente. Keith no entiende nada. ¿Qué se ha ido de runnin? No.
El chico de frente humeda, espalda mojada, ropa pegada y respiración agitada ha ido corriendo al ""restaurante"" favorito de Keith a por su batido favorito. Keith mira la bolsa confuso, con el ceño fruncido.

-No llores más anda. -Lance se va a la cocina a por una botella de agua que el sólo se acabaría minutos más tarde.
Keith saca de la bolsa de papel cartón un vaso lleno de batido de fresa y unos hielos. Sonríe suavemente. Levanta sus ojos irritados a Lance y, sin evitarlo, se echa a reír al verle beber hasta el final la botella de agua.

-Gracias...

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[💜 Nota de la autora porque puede y porque quiere oír a los lectores(?) :
Si queréis segundas partes de algún One Shot de los publicados, comentarlo y lo tendreis.
Si tenéis alguna idea que os hace ilusión, comentarla y se pondrá en marcha. 💜 ]

Klance // One Shots [2da Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora