14. Tesoro

472 36 6
                                    

Mientras ella se cambiaba no pudo dejar de preguntarse a qué se había referido con «ponerse algo más cómodo» y pasaron por su cabeza miles de imágenes de lencería.

De manera inconsciente, se llevó la mano al bolsillo para asegurarse de que los preservativos seguían ahí.

Si no quería que al regresar lo encontrara con una erección, más le valía concentrarse en otra cosa, como los muebles.

Ya se había fijado en el estilo de la decoración. No lo sorprendió porque era el mismo estilo que había tenido la casa de sus padres. Lo que no conseguía entender era el empeño de Kate por defender el pequeño edificio de adobe que albergaba a la KRZE.

Personalmente, no le veía el menor valor histórico y había muchos otros edificios parecidos e incluso mejores para servir de sede a la emisora.

Quizá al acercarse más a ella, mucho más, consiguiera descubrir por qué sentía tal odio hacia su proyecto de construcción. Aunque ése no era el motivo que lo había llevado a colarse en su apartamento, pues habían tenido más que ver las hormonas, sí que sería un beneficio añadido.

Y entonces apareció Kate con algo negro y transparente. A Donghae lo volvía loco el negro, sobre todo si se lo ponía una mujer rubia como Kate.

El atuendo consistía en unos pantalones anchos que dejaban adivinar el tanga que llevaba debajo y un sujetador también negro apenas cubierto por una estrecha camiseta de tirantes.

Donghae estaba sudando.

A pesar de lo mucho que la deseaba, quedarse allí sentado bebiendo vino iba a ser toda una tortura.

Claro que, seguramente, eso era precisamente lo que ella pretendía.

Ya le había dicho que quería hacerlo suplicar. Bueno, pues estaba dispuesto a empezar cuanto antes.

Se sentó junto a él en el sofá azul turquesa.

Donghae agarró ambas copas y le dio una a ella.

—Por los viejos amigos.

Ella levantó también su copa y dijo: —Por saldar las cuentas pendientes.

Quizá después de todo no estuviera tan dispuesta a cooperar.

—Sigues enfadada por lo de la noche del baile, ¿verdad?

Kate lo miró por encima de la copa y tomó un tragó antes de hablar.

—Quería que mi primera vez fuese contigo. Tenía tanta curiosidad, estaba tan ansiosa y tan excitada... pero tú no quisiste. ¿Cómo crees que me sentí?

—Mal, pero tenía mis motivos. Yo no...

—Unos motivos que, desgraciadamente, no quisiste compartir con una adolescente con el corazón roto. Te alegrará saber que encontré a otro que me ayudara.

Vaya, eso era algo de lo que no quería hablar.

—Preferiría que no me dieras los detalles —admitió al tiempo que se acercaba a ella un poco más.

No creía que hablar de sus otros amantes lo ayudara a seducirla.

—Claro que no quieres oírlo —dijo ella, dando otro sorbo de vino—. Pero yo necesito hablar de ello.

—¿Por qué?

—Eres la única persona en el mundo a la que quería contárselo y, aquí estás, en mi casa. Por supuesto, no tienes que quedarte a escuchar si no quieres, puedes marcharte cuando lo desees —sugirió, enarcando las cejas.

—No voy a marcharme —si quería que sufriera un poco, sufriría.

La recompensa merecería la pena.

—Fue durante el primer año de universidad. Era deportista, un buen tipo, aunque algo torpe. Pero cumplió con su misión y, en un abrir y cerrar de ojos, dejé de ser virgen. Ya ves, quería un poco de experiencia sexual —hizo una pausa—. Habría preferido adquirir esa experiencia contigo —añadió suavemente.

—Maldita sea, Kate, ¡lo sé! Pero no quería que fuera en el asiento trasero de un coche. Merecías algo mejor.

—Pues al final fue en una habitación de una fraternidad universitaria, mientras en el piso de abajo hacían una fiesta.

Donghae cerró los ojos, como si eso pudiera borrar de su mente la imagen de Kate haciendo el amor con un estúpido universitario que seguramente no tenía la menor idea del tesoro que tenía entre manos.

about sex - donghaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora