25. Por favor

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Donghae no tenía ningún punto de referencia para juzgar lo que estaba ocurriendo. Estaba acostumbrado a ser el que llevaba la voz cantante en su relación con las mujeres.

Por supuesto, lo habían seducido antes, pero no de ese modo, sin el menor contacto físico.

Aquella situación lo ponía incómodo. Y hablando de incomodidad, Kate había utilizado todo su poder de sugestión para provocarle la erección más dolorosa de toda su vida.

Algo acabaría por explotar... su ego, su orgullo o la tela vaquera que le estaba estrangulando el pe*ne.

Probablemente las tres cosas. Estaba desesperado... y muy necesitado.

Apuró la copa de vino mientras ella seguía haciéndole el amor a aquella fresa. Dejó la copa de vino en la mesa y respiró hondo.

—Kate, por favor, ven aquí.

—¿Necesitas algo? —preguntó ella, dejando el tenedor sobre la mesa.

—Sí —sólo pensar lo que estaba a punto de hacer le provocó un estremecimiento—. Sí, por favor.

Kate se dejó caer del puf y se arrodilló frente a él, más exactamente entre sus piernas.

—A veces pedir lo que uno necesita resulta muy liberador.

—Entonces libérame —le suplicó con los ojos cerrados—. Kate, por favor, libérame.

—¿Cómo?

Abrió los ojos para mirarla.

—¿Me vas a obligar a pedírtelo en voz alta?

—Quiero que seamos claros el uno con el otro.

Ya no podía echarse atrás.

—Quiero que... —tuvo que hacer una pausa para tomar fuerzas—. Quiero que me desabroches los pantalones —Dios, estaba temblando como una hoja a punto de caer.

—Muy bien —pero al poner la mano en la cremallera, se detuvo—. Me resultaría más fácil si te tumbaras.

Ni siquiera se había percatado de que estaba completamente inclinado hacia delante, intentando ansiosamente acercarse a ella lo más posible. Quizá necesitara otra cosa antes de que le abriera el pantalón.

—Quiero que me beses.

—¿En la boca?

—Dios, claro que en la boca. ¿Qué pensabas...?

—Bueno, te besaré —se estiró para tomarle el rostro entre ambas manos—. Ahí va ese beso.

Donghae puso las manos sobre las de ella y se inclinó hacia ella, directo a esa boca que tanto tiempo llevaba provocándolo, esa boca endulzada con el jugo de la fresa y el sabor tentador del chocolate, esa boca que pronto... no, no podía pensar en eso todavía o se volvería loco.

Kate se echó hacia atrás.

—Donghae, se supone que soy yo la que va a besarte, no al revés.

—¿Es que tienes que controlarlo todo? —preguntó con frustración.

—¿No sería divertido para variar? —dijo ella con la mirada clavada en sus ojos.

Podría perderse en la profundidad de aquellos ojos, pero quería solucionar la situación, así que se obligó a concentrarse en lo que estaban hablando.

—¿Por qué no podemos dejar que las cosas vayan ocurriendo como vengan?

—Tú jamás has hecho eso. Era yo la única que dejaba que las cosas ocurrieran mientras tú lo dirigías todo. Tú eras el que decidía lo que iba a ocurrir y lo que no.

—Sólo intentaba...

—No importa lo nobles que fueran tus intenciones. El resultado siempre era el mismo, yo acababa siendo el lado pasivo de la pareja. Si quieres acostarte conmigo después de tanto tiempo, vas a tener que adoptar tú el papel pasivo. Ésas son mis condiciones.

Los tambores tribales de la música lo impulsaban a abandonar la discusión y dejar que se saliera con la suya. Pero Donghae siempre había sido muy testarudo.

—Estás complicando algo muy sencillo.

—Sin embargo, yo creo que estoy haciendo que algo complicado sea muy sencillo... para ti, al menos. No tienes que hacer ni pensar nada, sólo disfrutar.

—¿Y si disfruto ejerciendo un papel un poco más activo?

Kate lo miró sonriendo.

—Ya sé qué es lo que te hace disfrutar. Sé que te encanta ser tú el que hace que las cosas sucedan, no que los demás lo hagan por ti. Pero esto no funciona así.

—¿Y no va a funcionar así nunca? —al oírse hacer esa pregunta, se dio cuenta de todo lo que implicaba.

Hasta ese momento, Kate y él sólo se habían preocupado por el momento que estaban viviendo.

Ninguno de los dos había hablado del futuro más allá de unas horas. Pero él acababa de hacerlo. Kate consideró la pregunta durante unos segundos.

—No lo sé —dijo por fin—. Tendremos que ir viendo cómo van las cosas, ¿no te parece?

Ése fue el momento en el que comprendió lo que estaba ocurriendo. Kate necesitaba estar segura de que él le permitiría tomar decisiones.

Si lo hacía, seguirían adelante. Si no... se acabaría todo.

about sex - donghaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora