34. Sentinel

397 28 1
                                    

Kate ya no estaba tan segura de seguir al mando de la situación, pero no iba a echarse atrás.

Una chica mala jamás pondría una excusa para no subir al mirador del pico Sentinel a plena luz del día.

Además, tenía curiosidad por descubrir qué tenía Donghae en mente. Aquella camioneta resultaría aún más incómoda que el asiento trasero del viejo Ford que Donghae había tenido en el instituto porque el asiento para los pasajeros era estrecho y con muchos mandos y la parte posterior estaba llena de material de construcción.

Con esa infraestructura, no podía ni imaginar cómo iban a hacer nada ahí dentro. Y sin embargo, tampoco creía que estuvieran subiendo aquel monte sólo para admirar las vistas.

Durante la mayor parte del camino no dijeron nada. Tampoco solían hablar mucho cuando subían allí hacía años, seguramente porque siempre habían estado los dos demasiado impacientes por llegar como para pensar que fuera necesario hablar.

Quizá siguiera ocurriendo lo mismo, porque no hablaron nada excepto lo obvio: —Si hay alguien arriba, nos vamos —afirmó Kate—. Esta camioneta lleva escrito el nombre de tu empresa.

—No te preocupes. Pero no creo que haya nadie un lunes a la una de la tarde.

—Esa camioneta no es precisamente el sitio perfecto para retozar.

—Ya nos las arreglaremos.

—Te advierto que no soy contorsionista, Donghae. Creo que merezco...

—Te aseguro que tendrás todo lo bueno que mereces. Tienes todo el derecho del mundo a vetar cualquiera de mis proposiciones.

Volvió a mirarlo. Estaba increíblemente sexy conduciendo con las gafas de sol puestas y con ese aire misterioso. Debía admitir que a medida que iban subiendo por la carretera, iba sintiéndose más y más excitada. Parecía que aquel camino no había perdido su efecto afrodisíaco.

—¿Habías vuelto por aquí desde el instituto? —le preguntó Donghae.

—No.

—Yo tampoco.

—Supongo que nos hemos hecho mayores.

—Puede ser —al tomar la curva, se encontraron con la imagen de la ciudad extendiéndose a sus pies bajo el sol—. Pero echo de menos esa intensidad... y las horas de obsesión preguntándome si debía meter mi mano por debajo de tu blusa.

—¿Pasabas horas pensando en eso?

—Claro. Estuve a punto de suspender trigonometría.

—Es no es cierto —Donghae era un hombre increíblemente guapo, pero también muy inteligente.

—No puedes ni imaginarte las fantasías que tenía en clase... me veía desabrochándote el sujetador y preguntándome si me dejarías tocarte.

—Y yo estaba deseando que me tocaras. Soñaba con ello todo el tiempo.

—¿A las chicas también os pasan esas cosas?

—Claro. Por la noche, en la cama, me tocaba e imaginaba que eras tú.

Donghae emitió un rugido de deseo.

—¡Ojalá lo hubiera sabido!

—No podía decírtelo, habrías creído que era una chica fácil.

—No, habría creído que eras generosa.

—A esa edad es muy complicado. Y después, cuando por fin decidí ser realmente generosa, tú...

about sex - donghaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora