Kate iba por el segundo margarita y no había empezado a encontrarse mejor. Había creído que, a esas alturas, todo habría empezado a darle igual, pero lo que estaba ocurriendo era que cada vez estaba más furiosa.
Podría haber asimilado la decepción de que vendieran la emisora; quizá no de inmediato, pero sí con el tiempo, sobre todo con la ayuda de la ilusión de estar empezando algo con Donghae.
Pero Donghae, ese granuja, no había perdido el tiempo ante la posibilidad de hacerse con el contrato de demolición de la casa.
Y, al hacerlo, se había ganado una venganza. Kate y Alice estaban muy ocupadas ideando el mejor modo de hacerlo sufrir.
—¿Recuerdas esa vieja película de Dolly Parton, De nueve a cinco? —le preguntó Kate a la becaria—. Olvídalo, tú ni siquiera habías nacido cuando se estrenó.
—No, pero la he visto en vídeo —Alice parecía ansiosa de formar parte de aquel complot—. Recuerdo que ataban al jefe y lo encerraban en una habitación.
—Exacto —el problema era que eso le hizo recordar las esposas que ella misma había llevado la noche anterior, y no quería pensar en eso. Nunca más—. No, no es lo bastante malo para él. Tenemos que encontrar algo peor.
—¿Qué te parece si le echamos arena en el depósito del coche?
—No está mal.
En ese momento, se unió a ellas Sooyoung, que saludó a Kate con un fuerte abrazo.
—¡Lo siento mucho, querida! Jamás pensé que resultara ser tan cretino —le dijo con dulzura.
—Estamos ideando una venganza —informó Alice.
—Me apunto. Una cosa era que su empresa acabara construyendo ese aparcamiento, pero no puedo creer que solicitase el contrato de demolición. Donghae sabía que ésa era la casa de tu abuela. No puedo creer que lo hiciera sabiendo que...
—¿Es la casa de tu abuela? —preguntó Alice con sorpresa.
—Sí —fue Sooyoung la que contestó—. Solíamos ir mucho por allí a jugar cuando éramos pequeñas. Recuerdo los suelos de baldosas y...
—¿Qué os parece si lo enterramos en un hormiguero? —Kate no quería hablar de aquella casa—. Le dejaremos la cabeza fuera.
Sooyoung se echó a reír.
—Creo que deberíamos pensar en algo que no nos haga acabar en la cárcel.
—Si va a demoler la casa de tu abuela, se merece que lo enterremos —opinó Alice.
—Claro que se lo merece —aseguró Sooyoung—. Pero me parece que lo mejor sería encontrar algo que lo deje en vergüenza y no nos cueste a nosotras la libertad.
—¡Vaya! —exclamó Alice con la mirada fija en la puerta del local.
—¿Qué? —Kate no se volvió a mirar porque sabía con qué se encontraría. Podía sentir la presencia de Donghae.
—El cretino se dirige hacia aquí.
Kate maldijo entre dientes.
—No te preocupes —dijo Sooyoung poniéndose en pie—. No dejaré que se acerque.
—No, déjalo —le pidió Kate—. Así podré tirarle el margarita a la cara.
—Voy a decirle que se vaya —anunció Sooyoung—. Alice, quédate con Kate.
—No lo eches —Kate se puso en pie y se dio media vuelta. Allí estaba Donghae, más guapo y arrebatador que nunca.
Su cuerpo traidor reaccionó nada más verlo. Daba igual. Su cerebro sabía que aquel hombre era como un chicle que tenía que despegarse de la suela del zapato.
Quizá estuviera allí para convencerla de que no merecía la pena romper por culpa de la casa de su abuela.
Qué sinvergüenza. Sin embargo, en cuanto lo miró a los ojos se descubrió deseando que todo hubiera sido un error, que la hubieran informado mal y que en realidad no fuera él el que iba a demoler la casa.
Tenía a un lado a Sooyoung y al otro a Alice. Sabía que ambas lo hacían con cariño y recordó lo que había dicho Sooyoung el sábado: los hombres iban y venían, pero la amistad era para siempre.
—Aquí no eres bienvenido, Donghae —le dijo Sooyoung.
—Me alegro de volver a verte, Sooyoung. Enhorabuena por tus éxitos profesionales.
—No necesita que la felicite alguien que está deseando demoler la casa de la abuela de Kate —intervino Alice.
—Alice tiene toda la razón —continuó diciendo Sooyoung—. Pensé que a Kate no le haría ningún mal tener una aventura contigo, pero ahora veo el daño que le estás haciendo. Solías ser mejor persona en el instituto. Ojalá no hubiera firmado en tu anuario ni...
—Calla, Sooyoung —le pidió Kate con dulzura.
—Yo no crecí con Kate ni nada de eso —era el turno de Alice—, pero reconozco una rata en cuanto la veo. Debería darte vergüenza lo que has hecho.
—Hay cosas que no sabéis —dijo Donghae con la mirada clavada en Kate—. Dime que tú no me vas a juzgar y a declararme culpable antes de darme la oportunidad de que me defienda.
—¿Has firmado el contrato para la demolición? —rezó para que le dijera que no, que su capataz había actuado a sus espaldas, pero él había rescindido el contrato. Quería oírlo decir que jamás podría demoler la casa de su abuela.
—Sí, pero...
—Entonces creo que no hay más que hablar.
Donghae respiró hondo.
—Ya me has declarado culpable, ¿no es cierto? ¿No importa lo que yo tenga que decir?
—La verdad es que no.
—Pensé que habíamos superado esa etapa. Después de todo lo que hemos compartido, pensé que al menos estarías dispuesta a concederme el beneficio de la duda y escuchar mi versión de la historia.
Kate estaba temblando, pero consiguió decir lo que quería.
—No tengo ninguna duda para concederte ningún beneficio, Donghae. Y ya sé tú versión de la historia. Han vendido la emisora y has aprovechado la oportunidad de hacerte con un contrato. Espero que sea muy lucrativo —era horrible. No había imaginado que fuera a sufrir tanto.
La expresión del rostro de Donghae se tensó aún más.
—Pensé que confiabas en mí.
—¿Cómo puedo confiar en ti?
—Está claro que no puedes —se dio media vuelta y se fue.
Kate no se dio cuenta de que estaba llorando hasta que comenzó a nublársele todo. Sooyoung la estrechó en sus brazos y la acompañó de vuelta a la silla.
—Quizá no sea tan mala idea lo de enterrarlo.

ESTÁS LEYENDO
about sex - donghae
FanfictionDonghae, un famoso arquitecto, se encontraba realizando el edificio más alto de la ciudad. Kate, es una sexologa que tenía su propio programa de radio en la misma ciudad. Donghae solía reírse con los comentarios que la locutora había empezado a dec...