XXI

22 2 0
                                    

Dos noches después hicimos un evento a lo grande para celebrar nuestro compromiso y que todos se enteraran de lo ocurrido. No tenía que verme para saber que emanaba felicidad pura con el simple hecho de que Antoine pudiera tomarme de la mano frente a todo el mundo. Estaba cansada de que estuviera en las sombras dándole el cariño que se merecía, ya era hora de que el mundo entero supiera de nuestro amor y no lo viera mal, sino como algo normal.

Invité a mis padres y a dos de mis hermanas para que las otras pequeñas no anduvieran haciendo destrozos y dejándonos en mal. Sin embargo, durante toda la fiesta vi a Juliette con el semblante apagado. Eso cambió un poco cuando llegó Hugh, pero por alguna razón, seguía incómoda.

Al terminarlo todo, me tuve que despedir del amor de mi vida e irme a casa junto con mis padres, lamentando no poderme quedar y celebrar con mi Antoine a nuestra manera, en la cama.

Dos días después Hugh vino a visitarme como era regular. Se había convertido en mi mano derecha y le tenía ese amor de amigo que nunca había experimentado.

-Al fin van a casarse. Lo lograste.- Nos encontrábamos en el jardín pintando, no éramos muy fanáticos de esto pero era algo nuevo para hacer.

-Sí, ¿puedes creerlo? Es maravilloso, mis sueños se están cumpliendo.- Di una trazada en rojo y seguí difuminando.

-Es un capricho, Beverley, y espero que no te arrepientas de tu decisión.

-No lo haré, créeme.- El tono de su voz era de tristeza y fastidio, desde un inicio tuve conocimiento de que no iba a estar de acuerdo conmigo pero aún así, con él puedo hablar de esto sin remordimientos o miedo de que me juzgue despectivamente.

-Beverley, sabes que en cualquier momento que quieras yo te recibiré.- Dejó su brocha y se puso a observarme.- Sabes que te amo, pero por favor detén esto, has ido muy lejos.

-Hugh.- Sostuve mi brocha en el aire lejos de tocar mi lienzo y le hablé mirándolo directamente a los ojos.- Amo a ese hombre, cada cosa que he hecho ha sido por amor. Llegaré lo más lejos posible.- Terminado mi diálogo continué pintando la enorme rosa que había decidido hacer.

-Te apoyaré porque es mi deber, pero no porque quiera.-Él hizo lo mismo y siguió pintando su paisaje oscuro y gris.

Las semanas pasaban y la emoción incrementaba al saber que cada día que pasaba, era uno menos para mi gran día: mi boda. Había decido que me encargaría de la mayor cantidad de detalles posibles para que quedara perfecto. Antoine me había dicho que el rey y la reina vendrían al evento y a mi nombramiento nobiliario al día siguiente.

Mientras buscaba los elementos y escogía colores, no se hicieron esperar los comentarios de "¿qué edad tiene?", "¿no es muy joven para casarse con el marqués?", entre otros cuestionamientos estúpidos que su pobre cabeza no podía responder. Sí, el marqués me llevaba treinta años, pero eso no era impedimento para el amor.

Mientras caminaba por las calles, las personas chismosas solían comentar que estaba con Antoine por interés, que mi único objetivo era ser marquesa y vivir rodeada de más lujos. Comentarios más equivocados no podía haber, pero me limité a sonreirles a todos esos que vivían sin amor y en la pobreza, mientras que yo, lo tendría todo.

Por alguna extraña razón, Juliette seguía en su plan de siempre de estar seria y no comentarme nada, había hablado con Hugh y me había dicho lo mismo; estaba distinta y distante. Su actitud me molestaba, tenía que soportarla en las comidas haciendo ruido con su cuchara en el plato moviéndola de una lado a otro; mi padre trataba de animarla pero su adolescencia no le permitía disfrutar de los buenos momentos. Incluso le habían dicho que ella sería la encargada de la empresa de mi padre porque yo ya no podría, pero sólo les sonrió por unos segundos y luego siguió con su actitud. Aburrida de todo eso, decidí ir al estudio y preguntarle los motivos de su actitud.

-¿Juliette?, hermana.-Me quedé en el marco de la puerta mientras ella se encontraba pintando.

-¿Si? ¿Qué pasa?-detuvo su actividad y me adentré, cerrando las puertas detrás de mí.

-Te he notado un tanto, extraña. Háblame de eso, soy tu hermana mayor y debes manifestarme cualquier inconformidad, te ayudaré.

-Oh, Beverley, no es algo de lo que pueda hablar contigo.

-¿Por qué?

-Te involucra, y no quiero que te disgustes conmigo.

-¿Disgustarme contigo? Juliette, somos hermanas, no hay nada que nos pueda separar, nunca te odiaría. Se sincera conmigo.-Me acerqué a ella y le tomé ambas manos a pesar de que estaban manchadas con pintura. Lo pensó unos segundos y después se animó a hablar.

-Es que, le tomé un gran aprecio a Gaela y la extrañó. Intenté saber en donde vive ahora pero no he podido y ahora tú...ocuparás su lugar. No es que no me de alegría que seas marquesa, sino que, ese era su lugar, y no sólo el nobiliario, también era esposa y ese castillo era su casa.

-¿Entonces qué quisieras que hiciera?

-¿Te soy honesta? Que no te casaras y que Gaela volviera a tener lo que era de ella.-Sus palabras eran una completa tontería, pero tuve mucha paciencia.

-Juliette, nada me haría más feliz que complacer los deseos de mi pequeña hermana. Sin embargo, si yo renunció a todo esto, al final me quedaría con Hugh.- La solté y empecé a caminar por la habitación.

-¿Hugh? ¿Por qué él?

-Porque él fue mi primer pretendiente. Estuvo enamorado de mí, o tal vez aún lo esté, no lo sé. ¿Por qué crees que viene a la casa seguido? Porque adora verme aunque yo nunca le pude corresponder. Sin embargo, sigue siendo un buen partido.

-Yo...no lo sabía.

-Nuestras familias estaban tan gustosas de que pudiéramos unirnos. Es por eso que su madre te invita a su hogar y a salir, porque al no poder tenerme a mí, te escogió como otra opción.-Mi voz era cautelosa y me encontraba de espaldas a ella para que no viera mi sonrisa cínica.-Juliette, yo me entero de todo y un pajarito me ha contado que estás enamorada de Hugh.

-¿Yo...? Es que...yo...-Su tartamudeo nervioso y su rubor fueron algo que me provocaba la risa, pero me contuve.

-Hermana, ¿entiendes lo que pasará? Me obligarán a casarme con el hombre que quieres, ¿quieres eso?

-¡No!- de inmediato contestó y justo ahí, supe que la tenía en mis manos.

-Está bien ser un poco egoísta de vez en cuando, pensar en tu felicidad, en tu futuro. ¿Sacrificarás tu amor por el bien de Gaela? Dime y renuncio a mi compromiso.

-No, no, Beverley. No quiero que me separen de Hugh.-Le acaricié el cabello y le di un beso en la frente de despedida.

-En ese caso, tengo preparativos que hacer para una boda.- Caminé hacia fuera y observé mis manos manchadas, Juliette había dejado una mancha en mí, una en mi memoria. Había preferido a Gaela en vez de a su propia hermana, y eso no se quedaría así.

Ambición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora