XXII

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Después de un tiempo recibimos una carta del rey en donde nos avisaba que tenía que hacer unos viajes debido a unas discrepancias entre reinos, motivo que atrasaría nuestra boda ya que sin su presencia, no era viable casarnos, no era correcto.

Me encontraba de nuevo con Hugh como era costumbre, sabía bien qué no sólo iba a verme, sino también a ver a Juliette. Pero eso iba a terminar. Me comporté distante y fingí pasármela pensando en otros asuntos pero Hugh era tan torpe que no lo notaba.

-Beverley, ¡Bev!

-¿Mande? ¿Qué pasa?-Estaba sentada sobre el columpio que mi padre acababa de poner para mis hermanas mientras que Hugh estaba a un lado recargado sobre al árbol.

-¿Estás escuchándome?

-Si...no, lo siento.

-¿En qué piensas entonces?- Se movió de su lugar y se puso frente a mí.

-Es algo...personal.

-¿Personal? Somos confidentes, ¿recuerdas? Tu me cuentas todo, no sólo sobre tu amorío con el marqués, sino también todo lo demás.-De nuevo fingí pensarlo unos segundos dudando de si decirle o no.

-Hugh, eres el mejor amigo que pude tener y desear, te aprecio y es por eso mismo que te lo diré porque, aunque Juliette es mi hermana, no es justo que haga esto.

-¿Qué haga qué? ¿A qué te refieres?-Se puso de cuclillas frente a mi y su rostro expresaba una suma preocupación y confusión.

-Yo estoy siendo feliz, y quiero que tu también lo seas, y aunque me encantaría la idea de que fueras parte de mi familia, eso no se podrá.

-¿Por qué?-Me levanté del columpio y me senté en la misma banca de siempre con Hugh imitando mis movimientos.

-He estado saliendo mucho por los preparativos de mi boda con el marqués, por consiguiente, un día estaba buscando una dirección sola con mi dama de compañía, pero nos perdimos un poco y llegamos a la parte trasera de una carnicería y...-Hice una pausa dramática y me tomé mi tiempo para proseguir.

-¿Y...? Continúa, Beverley.

-Y encontré a Juliette con un chico, dándose besos en los labios.- Su expresión se volvió tan seria como nunca la había visto y su mandíbula se tensó.

-¿Besándose? No es posible ella...

-Me quedé un rato más viéndolos sin interrumpir.-Le corté de tajo su diálogo para poder proseguir haciéndole daño a la herida.-Escuché como él le pedía ya dejarte y ella le aseguraba que lo haría en cuanto pudiera, ya que sólo estaba contigo por interés y apariencias, para quedar bien con la familia; pero en realidad ella planea fugarse con el otro muchacho. En cuanto los escuché, intervine y le reclamé y le pedí explicaciones.

-No es posible.- Escuchaba pero él ahora tenía sus propios pensamientos.

-La reprendí y me dio todas las explicaciones. Me dijo que cuando salía con sus amigas, se ponía de acuerdo para que la dejaran estar con él unos minutos sin decirle a nadie. Ya le prohibí verlo de nuevo con la amenaza de decirle a mis padres, pero no estoy segura de si funcionará.

-Voy a enfrentarla.-Se puso de pie y empezó a caminar hacia el interior de la casa.

-¡No!-De inmediato me levanté y corrí detrás de él hasta que alcancé a tomar su brazo.-No puedes hacerlo, de inmediato sabrá que yo te lo dije.

-No, porque no le diré que tu fuiste mi fuente, le diré que alguien más me lo dijo.

-Sí, claro, seguramente te va a creer. Que casualidad que no le reclamaste cuando llegaste, sino hasta después de hablar conmigo...

-Es que no sé que hacer, ella me gusta, tengo planes con ella.-Sus ojos se pusieron llorosos y me abrazó fuerte mientras dejaba ir su dolor y sentimiento de traición.

-No debí decirte, debí detener esto por mi cuenta.

-¿Y vivir engañado? Ella no sería feliz conmigo. Pero debo admitir que le sale muy bien el fingir.-Se secó las lágrimas con las manos y me observó.-Voy a irme.

-¿Irte? ¿A dónde?

-Afortunadamente mi padre parte mañana temprano a Rosalía, no está muy lejos de aquí pero me mantendrá alejado de Juliette. Tal vez encuentré a una nueva chica.

-Se supone que estarías conmigo, en mi casamiento.

-Lo estaré.- Me tomó las manos mientras sus ojos seguían posados en los míos.- Escríbeme si hay algún cambio de fecha, pero créeme que aquí estaré en ese día tan importante y feliz. Quiero verte con tu tiara mientras te nombran marquesa. Quiero verte sonriendo.

-Es una lastimaba que te vayas, pero si consideras que es lo mejor para ti, no me opondré.-Le sonreí triste y él hizo lo mismo.-¿Qué le diré a Juliette?

-Que fui a buscar una esposa en Rosalía. Hazle saber que su engaño no me afecta en lo mismo, hazle pensar que yo tampoco la tomé en serio.- Nos despedimos y él se marchó, en cuanto escuchó la puerta, Juliette se asomó por las escaleras buscando al chico.

-¿Dónde está Hugh?

-Se fue. Para siempre.

-¿Para siempre?

-Sí, sólo vino a despedirse de mí. Se mudará de ciudad para buscar esposa.

-Pero...él y yo...

-Lo siento tanto, intenté hacerlo entrar en razón, pedirle que no te hiciera esto, pero al parecer sólo fuiste un juego de mientras, un entretenimiento mientras estaba en la ciudad. Él sabía desde el principio que quería una mujer de Rosalía, bronceada y audaz.- Fue cayendo lentamente hasta que quedó sentada en el escalón en el que se encontraba y se puso a llorar. Me acerqué a ella y subí, me senté con ella y la abracé acariciando su cabello castaño claro.

-No lo puedo creer, Beverley. Yo lo quería tanto.-Me dijo entre sollozos llenando de lágrimas mi vestido.

-Tienes el corazón roto, el tiempo lo sanará. Conoce a personas, mantente ocupada, no te dejes caer.-Ella negaba con la cabeza mientras seguía llorando.-Ve a tu cuarto y no le cuentes a mamá, ella no entiende y hará de todo esto un desastre.

-No pienso decirle, es una vergüenza.- Se levantó y corrió a su cuarto, me dio tanta satisfacción verla sufrir, después de todo no era tan digna de Hugh, había dudado de mi felicidad, y con mi felicidad, nadie se mete.

Ambición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora