XIV

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Tuvimos que ser rápidos para que no empezaran a preguntar por nosotros, no era algo placentero pero al menos habíamos logrado celebrar nuestro triunfo.

-Hice lo que me pediste, mi amor. Es una excelente idea.

-Pensé que rechazarías todo el plan. Entonces ya sé lo que debo hacer ahora con Gaela.

-El rey y la corte aceptaron mi petición sin chistar asegurando que era lo mejor para mi linaje noble.- Me cargó y dio vueltas conmigo. Se sentía tan feliz y yo no cabía de la felicidad.

-El destino nos quiere juntos, es por eso que todo sale de esta forma. Te amo.- Lo tomé del rostro y lo besé, besé a mi futuro esposo.

-También te amo, mi dulce Beverley.- Todo lo mencionábamos en susurros para que nadie pudiera escuchar nuestra conversación. Me sequé el sudor, tomé agua y me preparé para subir los escalones corriendo, argumentando que estaba cansada por eso.

-¿Qué pasó, niña?

-Marque...Gaela.- fingí olvidar que ya no tenía su título nobiliario solamente para hacerla sentir más mal.- ¿Ya sabe los términos en los que quedó su separación?

-No, no supe nada, me fui sin preguntar. No quería seguir allí.

-Bueno, el marqués me los ha comunicado. Para empezar, usted deja de tener su título de marquesa por los motivos que ya sabe y que no necesito repetir. Le será otorgado un hogar digno de usted y llevará consigo sus pertenencias en agradecimiento.- Gaela dio un respiro alentador al saber que no se quedaría en la calle.- Sin embargo, el marqués necesita una nueva esposa, una que buscará dentro de las familias más nobles de OliveHill para promover el amor a su lugar de nacimiento.

-No.-La marquesa de nuevo se soltó a llorar, negándose rotundamente a la idea de que su esposo tenga a otra mujer.

-Al parecer, la concubina que tenía sufrió un aborto, por lo que ya no es viable para volver a intentar embarazarse. No sé sabe si podrá embarazarse de nuevo o si podrá dar a luz. Por eso se buscará a una nueva mujer y contraerá matrimonio para que su hijo nazca siendo parte de la realeza.

-Nunca, en todos los años que llevábamos de casados, me había presionado para tener un hijo. Siempre supo que lo intentaba y nunca me pidió más de lo que podía darle. Algo cambió en él y ni siquiera pude darme cuenta desde cuando.- Mi madre sostenía su mano mientras yo estaba apoyada en un ventanal viéndola tendida en la cama.- Pensé que me ama.- Me acerqué a ella y me puse al pie de la cama para tomarla de la otra mano.

-A veces los sentimientos se apagan. Tal vez, estuvo deslumbrado con la otra mujer y la necesidad de ser padre le nació de la nada.

-Tal vez, mi niña. Tal vez.- Se levantó de cama y se dirigió hacia su tocador, empezó a peinarse mientras las lágrimas aún bajaban por su rostro.- Yo lo amo aún, a pesar de todo lo que está haciéndome, lo amo como a nadie. Me casé enamorada y me separaré de él con el mismo sentimiento.- Se deshizo el peinado y comenzó a cepillar su largo y lacio cabello negro.

-Gaela...

-Hace mucho tiempo no le cuento mi historia de amor a nadie. ¿Quieren escucharla?- No quería, lo que en verdad quería era preguntarle qué era lo que estaba haciendo.

-Por supuesto.

-Sí.- Mi madre y yo contestamos mientras ella nos veía por el reflejo de su espejo.

-Cómo saben, mi familia siempre tuvo una buena posición económica, por lo que mis padres siempre intentaron buscar un buen partido para mí. Sin embargo, para ellos nadie era suficiente. Un día simplemente los padres de Antoine, los marqueses Rupenauv; decidieron hacer un evento sin motivo aparente. Solamente fuimos invitados los pertenecientes a la alta sociedad. Y ahí fue donde nos vimos por primera vez.- Su mirada se perdió en las memorias de ese primer encuentro. Ese asqueroso momento.- Estaba bailando con una chica mucho más bonita que yo, así que sólo me dediqué a ver lo apuesto y lo excelente bailarín que era. En cuanto la pieza terminó, se separó de ella y empezó a caminar por la sala saludando a los invitados. Era muy atento.- Dejó el cepillo en la caoba del tocador y prosiguió a tomar horquillas para sujetar mechones de su cabello.- Llegó conmigo y nuestras miradas se cruzaron, fue como una chispa. Nos quedamos muchos segundos viéndonos mientras él tenía mi mano sujetada a una muy poca distancia de sus labios. ¿Lo haz sentido Beverley, esa atracción instantánea?

-Sí, hace mucho, pero no es algo que se diera.

-¿Por qué? ¿Hugh no te ama?

-No fue con Hugh, fue con otro chico, pero no lo volví a ver nunca más.- Mentí, alterando la historia para que no concordora y la relacionara con Antoine.

-¿Qué hay de ti, Constantina?

-Sí, lo sentí hace años cuando conocí a mi esposo en una caminata por el parque central. Él sostenía un libro que cubría sus ojos, pero por artes del destino, justo lo bajó cuando mi mirada estaba en su dirección.

-Muy romántico.- Se acomodó el cabello y prosiguió a quitarse el maquillaje totalmente arruinado por las lágrimas.- En fin, esa noche bailamos y me atrevo a decir que nos enamoramos instantáneamente. Después de eso no paramos de frecuentarnos, para después pedirle permiso a nuestros padres de iniciar una relación. Fuimos muy felices a pesar de que durante los tres primeros años de matrimonio no pudimos concebir. Seguimos intentando pero hasta el sol de hoy, fue imposible.- Se levantó y empezó a quitarse el vestido.

-Permítame ayudarle.-Me acerqué a ella con mi madre y le quitamos el vestido para suplirlo por uno más grande de color verde oscuro.

-Beverley, ¿sabes lo qué significa que Antoine consiga una nueva mujer?- de nuevo se sentó y tomó una brocha para empeazar a aplicarse pintura un poco más blanca a su tez original, cubriendo las arrugas e imperfecciones que tenía por la edad.

-No lo sé con exactitud.

-No lo sabes porque eres una niña dulce que no ha tenido a su cargo el bienestar de muchas personas. Yo sí lo sé.- Prosiguió a pintarse los labios con suma delicadeza.- Eso significa que habrá muchas oportunistas que intentarán seducirlo por el simple hecho de vivir rodeada de lujos, sin importar los demás, sin importar la población. Ninguna mujer es tan pura como para querer hacer el bien.- Al terminar tomó unos pendientes y se los colocó junto con collares y anillos grandes y de gran valor.- Ninguna, excepto una buena hija, compañera y amiga. OliveHill no estaría en mejores manos que en las de una chica joven con visión y pasión, una que yo conozca. Una cómo tú, mi Beverley.- Fingí sorpresa y desconcierto. Primero vi a mi madre y luego de regreso a Gaela.

-No...no...no podría.

-Claro que sí. Es por el bien de todos. Créeme que Antoine es un buen hombre y te enamorarás de él. Acepta, por mí.- Se levantó del tocador y fue hacia mí para tomar mis manos. Las dejé a ambas mujeres con la duda por unos segundos mientras "analizaba la situación".

-No podré ser tan buena marquesa como usted, pero haré mi mejor esfuerzo.

Ambición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora