Hace dos días que fue el funeral de YoonOh, Wendy y Mark están uno frente al otro en la sala de su casa, desde el fatídico incidente la rubia pidió unas cortas vacaciones en su trabajo, hay algo que le inquieta y se niega a dejar solo a Mark.
El silencio es incómodo, Wendy mira a Mark con clara preocupación, sin saber qué decir y sintiéndose impotente por eso. Mark sujeta una carta, YoonOh dejó una carta, no la dejó para su mamá, ni para YangYang, ni para Mark, la carta es para Wendy.
Al salir en la mañana a recoger el correo se encontró con el cartero, mientras el señor buscaba las cartas de su casa le contó que un chico le había dejado una carta muy peculiar y que le había pedido que la entregara en cuatro días.
—Es la primera vez que me piden algo así —rió el señor —normalmente todos quieren que su correo llegue lo antes posible —le entregó las cartas a Mark y sonrió una vez más —que tengas un buen día.
Aquella carta era de YoonOh, no tenía remitente, pero Mark lo supo desde el primer momento en que la vio, la misma caligrafía descuidada y cursiva que el mayor había hecho desde que les enseñaron a escribir en la escuela, una lágrima bajó por su mejilla, ¿por qué cuando pierdes a alguien hasta ver su letra te causa un sofocante dolor?
Leyó la carta frente a Wendy, ignorando por completo a la rubia cuando le preguntó qué era lo que estaba leyendo, minutos después de terminarla se sentó en el sofá, Wendy se sentó frente a él, preocupada por la batalla emocional que Mark parecía tener dentro de sí, una mezcla entre rabia, tristeza, cansancio y confusión.
—¿Qué tal si vamos a desayunar? —pregunta Wendy levantándose del sofá —Son las 7, ¿por qué me levanto tan temprano si estoy de vacaciones? —ríe, comenzando a desesperarse porque no recibe ninguna respuesta por parte de Mark.
—Wendy...
—Dime cielo, ¿ocurre algo?
—Papá está cerca.
Un estruendoso ruido se escucha por toda la casa, Wendy dejó caer la taza y platillo para servir té que tenía en las manos, la fina porcelana parece haberse roto en miles de trocitos, que se esparcen por la alfombra de la sala.
—Oh, lo siento mucho.
Wendy casi tartamudea, sus manos tiemblan al tratar de coger los trozos de porcelana rota, actúa por inercia, mas no porque esté pensando en lo que hace, sus movimientos torpes la delatan.
—¿Qué estoy haciendo? —susurra para ella misma, dejando caer lo que había recogido otra vez en la alfombra —¿Cómo que "papá está cerca"? ¿Taeil? ¿Has visto a Taeil? —Mark asiente —P-pero si él está en la cárcel, en Canadá...
—No, él está a 15 minutos de nosotros, a veces me visita —dice el menor bajando la vista —otras veces me lleva a comer helado.
Totalmente desconcertada Wendy cae sobre el sofá, abre la boca un par de veces, pero se ve incapaz de decir alguna palabra, lo que Mark está diciendo es una completa locura.
—Tiene un novio un par de años mayor a mí, se llama DongHyuck —continúa Mark —ayer, cuando no contesté tus llamadas, es porque estaba con él en un restaurante 24 horas.
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El restaurante donde DongHyuck lo había citado era de esos que se encuentran en medio de la nada, situado estratégicamente cerca de una carretera para llamar la atención de aquellas familias que están de vacaciones y hacen trayectos en campers.