El timbre de salida les indica que ya se pueden ir, Johnny espera a Mark fuera del aula de historia, planteándose si debería seguir el plan de Ten o mejor molestarse con Mark por haber estado dos días completos ignorándolo. Según Chittaphon se molestó porque le insistió para que tuvieran sexo, no es como si le hubiera puesto una pistola en la cabeza, podría haberse negado y ya.
—Bien, recuerdas el plan, ¿verdad? —Ten lo mira cruzándose de brazos —Pasé toda la noche creando la cita perfecta, si lo arruinas te castro Seo.
—Lo recuerdo, ahora váyanse que está a punto de salir.
—Si no funciona siempre puedes recurrir al plan B —TaeYong añade caminando por su lado para irse —yo creo que es mucho mejor y más efectivo que el estúpido plan gay de Ten.
—¿Qué plan B? —Chittaphon los agarra a ambos del cabello haciéndolos gritar —¿Qué puto plan B par de idiotas?
—Nada amor, es broma, es broma.
—Estás a punto de perder a tu novio por seguir los consejos de este imbécil, no repitas el mismo error John.
Sinceramente John también cree que el plan de TaeYong es mucho mejor que el de Ten, pero no pierde nada con intentarlo.
Mark sale sin siquiera fijarse en que Johnny está al lado de la puerta, John lo llama y se acerca a él con la intención de llevarle la mochila, pero el menor retrocede instintivamente y comienza a caminar más rápido. Está jugando con su paciencia y nada bueno puede salir de eso.
—Mark, bebé —sonríe tragándose su orgullo —estaba pensando en que deberíamos pasar un poco de tiempo juntos, faltaré al entrenamiento de hoy por ti.
Evitando todo tipo de contacto visual Mark mira triste al suelo y niega con la cabeza antes de seguir su camino. John suspira frustrado, es la primera vez que alguien se niega a salir con él e irónicamente es su propio novio quien lo hace.
—Dije que vas a venir conmigo y cuando yo digo algo tú debes...
Mierda, debe controlarse. Suelta el brazo de Mark notando que estaba comenzado a hacer presión y tal vez a lastimarlo. Lo intenta otra vez, ahora sonriéndole y abriéndole la puerta de su auto.
—Te dije que me dieras un poco de tiempo —susurra Mark mirando a sus manos —necesito pensar.
—¿Pensar qué, precioso? No hay nada que pensar, sube, sólo quiero arreglar las cosas —Mark niega frunciendo el ceño y comienza a retroceder —Está bien, si después de esto crees seguir necesitando ese tiempo para pensar, te lo daré y no me cruzaré por tu camino aunque me muera de ganas por hacerlo.
—Pero promete que no me tocarás —la voz del menor tiembla como si tuviera miedo de algo —hazlo, promételo.
—Lo prometo.
Finalmente termina subiendo al auto de John que minutos después se encamina a las afueras del pueblo donde la suave brisa de la tarde ha llamado a muchos padres con sus niños pequeños y a parejas jóvenes enamoradas que son terriblemente melosas. Los puestos de comida y dulces, los juegos, los globos y payasos, todo junto se ve tan bonito, Mark observa todo maravillado, como odia ese maldito lugar.
—Bajemos, te compraré algodón de azúcar.
—Me quiero ir —dice firme con cero intenciones de abrir la puerta del auto —odio las ferias son tan... simplemente las odio, vámonos.
—¿Por qué alguien odiaría las ferias? Todos aman las ferias, a mi mamá le encantan.
Mamá.