¿Cuál es tu límite de dolor? O tal vez ya te han lastimado tanto que ese límite simplemente ha quedado atrás.
Cuando John lo acorrala contra la pared de la ducha y comienza a besarlo Mark entiende que todo está acabado, aceptó hacerlo y ahora debe cumplirlo. Puede hacerlo, tragarse su miedo, dejar que usen su cuerpo, son cosas a las que está acostumbrado, mierda, entonces ¿por qué duele tanto? ¿Por qué cuando al fin tiene algo bonito en su vida todo tiene que arruinarse así?
Ese doloroso sentimiento de su alma rompiéndose en pequeños pedazos lo inunda, nunca creyó que esa cosa pudiera romperse más, M se ha encargado de torturarla hasta matarla y convertirlo en un ser vacío donde estúpidos miedos y traumas han encontrado un hogar.
Es un maldito raro, M tiene razón, el sexo es algo normal que todos disfrutan, ¿por qué él no puede disfrutarlo? ¿Qué hay de malo con él? Johnny merece a alguien mejor, alguien menos raro.
Dos dedos se abren camino en su interior, Mark ahoga un grito, luego dos, tres, hasta que está tan agotado de retener las lágrimas que se permite derramarlas mientras esconde su rostro en el cuello de Johnny. Va demasiado rápido, ¿dónde están los besos? ¿Las sonrisas? ¿Las palabras bonitas?
—¿Podemos ir a la cama? —pide al fin, cuando siente que sus piernas ya no aguantan más.
John lo carga, en menos tiempo del esperado siente el colchón contra su espalda, tras unos pocos movimientos más Johnny retira sus dedos, Mark inspira aire dolorosamente, ahora viene lo peor. Todo su cuerpo se tensa, lo cual no debería pasar, eso lo hará más doloroso.
Sus ojos se cierran, sus manos aprietan con fuerza las sábanas, las embestidas de Johnny comienzan suaves, luego se convierten en bruscos y torpes movimientos creados por la asquerosa lujuria. De poco en poco Mark se acostumbra, finalmente abre los ojos y se concentra en el techo, sólo debe permanecer así durante unos minutos más hasta que John se corra y listo.
Una vez más terminó como un puto objeto, tendido en la cama con una pequeña molestia entrando y saliendo de él, su rostro totalmente serio e incluso con un rastro de aburrimiento, sus ojos tragándose las lágrimas que no piensa derramar, porque no vale la pena llorar por algo tan sucio como el sexo.
Johnny, quien pensó que arreglaría ese algo que M rompió en él hace tanto tiempo, ni siquiera nota su falta de participación o como permanece en total silencio. Eso lo aterra, sus sospechas se confirman, todos tienen un poco de M en su interior.
No llores, no llores Mark, sólo unos pocos minutos más, Johnny está a punto de correrse, escucha su respiración cada vez más agitada, ¡no llores maldita sea! Recuerda que esta es la primera vez de muchas.
***
Él estaba junto a dos policías muy simpáticas en un cuarto separado de la corte, aún así podía escuchar con claridad lo que los abogados y la jueza estaban diciendo, también podía ver por la rendija de la puerta el rostro de su padre.
—Estoy lista para dar mi veredicto —dijo la jueza y pudo ver como la mirada agachada de su papá se levantaba por primera vez en las dos horas que había durado el tercer juicio —Señor Moon, por haber maltratado y matado a más de 200 perros.
Mark tragó saliva, el dulce cosquilleo de las lágrimas le recorrió el rostro.
—Por consumo ilegal de drogas y abuso sexual a un menor de edad, queda condenado a cadena perpetua.
Wendy y Xiumin se abrazaron, dos policías entraron y se acercaron a Taeil, los abogados estrecharon sus manos con un claro indicio de cansancio en sus rostros, había sido un juicio agotador, en especial para el abogado de Taeil.