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Amaba como le mentías.
•••—¿Podrían apagar esa mierda?—bufa molesto Jimin apretando su nariz con sus dedos, el humo de los cigarrillos quedándose estancados por la habitación, extendiéndose como una cortina blanca.
Yoongi da una calada más profunda con una sonrisa retadora, soltando finas volutas de humo—Nadie te tiene atado, puedes largarte.
Alargo mi pierna para poder golpear la espinilla del rubio sentado en el sillón individual, suelta una maldición encogiéndose del dolor. Suelto una risa al ver las muecas de sufrimiento, tal vez me pase un poco. Colocó la punta de mi cigarrillo sobre el cenicero, dejando que el borde rojizo que lo cubría se fuera apagando poco a poco.
Las latas de cerveza como la ropa (mayoritariamente negra) invadía todo el pequeño departamento de Yoongi, los sillones no eran del todo cómodos, pues incluso la tela demostraba que tan viejos se encontraban eso sin contar que los algodones se encontraban hundidos y en ciertas partes, la tela rasgada dejaba ver un poco del relleno amarillento. No era el mejor lugar, pero era todo lo que se podía permitir, bueno eso o aceptar las demandas de su padre.
—Jodete Bae—habla seco, su voz sonando más ronca de lo normal, tal como si acabara de despertarse de un largo sueño, dandole un toque grave y repentinamente serio.
—Hazlo tú—una sonrisa ladeada se adueña de sus labios a su vez que su lengua pasea por el interior de su mejilla, dandole un toque atractivo y seductor. Deja su cigarrillo (aún sin apagar) sobre la pequeña mesa de centro que tiene para poder pararse y acercarse a mí. Colocando su mano sobre el respaldo, aún lado de mi rostro, se inclina lo suficiente para estar cerca de mi rostro. Dándome una última sonrisa, sus finos labios besan la comisura de mi boca, de manera húmeda y lenta. Mi respiración se atasca sobre mi garganta, sintiendo los nervios atacarme de manera ansiosa y peligrosa.
No era la primera vez, tener este tipo de insinuaciones entre nosotros eran tan común después de haberlo hecho en un momento de embriaguez y enojo. Y no me arrepentía, claro, es algo que Taehyung se mantenía en la ignorancia en ese aspecto.
—Genial, dejen de manosearse frente a mí malditos puercos—brama divertido Jimin, el rubio frente a mi suelta un suspiro fastidiado, apartándose de mi cuerpo deja que su bonito trasero cayera en el asiento continuo—, vengo a decirles que ya encontré compañera no a verlos tener sexo.
—Diablos, ¿quién es la desafortunada Park?
—¿Y yo que mierda sé? Sólo recuerdo que su hermano es conductor de una televisor o una mierda así. No tome mucha atención, con tal de que pueda pagar su parte lo demás le resta importancia.
Su plática se extiende y me siento perdida, los nervios pulsan sobre todas mi extremidades como algo culposo, a pesar de obligar a mi cuerpo comportarse no puedo evitar sentir la sensación de alivio arremolinada con euforia, porque después de todo volvió acudir a mí, como siempre lo hace. Y eso simplemente me hace pensar que él después de todo se siente como yo. El aparato entre mis manos vibra, la notificación hace encender la pantalla dejándome ver un mensaje de Taehyung.
“Estoy a fuera”
—Maldito idiota—siseo entre dientes, se suponía que tenía ir a su casa, en estos instantes odiaba que supiera con exactitud como encontrarme, era como su ficha de juego que sabe donde moverla a cada segundo. Exhalo con brusquedad, tratando en un tonto intento de tranquilizar el notable enojo que empezaba a moverse por mi cuerpo—, tengo que irme, mi esclavo número uno llego.
El rubio a mi lado suelta un bufido enfurruñado, un pequeño mohín se dibuja en sus delgados labios a la vez que extiende lo suficiente su brazo para tomar nuevamente el cigarrillo que está a nada de consumirse. Con una sonrisa me levanto del incómodo sofá no sin antes darle unas pequeñas palmaditas en sus (algo) delgadas piernas.
Meto mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón después de cerrar la puerta del departamento de Yoongi, mentalizandome de lo que tal vez ocurra, bajo las oxidadas escaleras. Con el corazón latiendo a una velocidad alarmante, me acerco despacio a su reluciente auto–regalo de su padre–, tomandome mi tiempo en abrir la puerta, dejo salir todo el aliento que estaba conteniendo. Mis manos temblaban y el sudor empezaba hacerse presente en mis palmas, podía jurar sentir mi pulso chocar con la parte baja de mi orejas, retumbando a cada segundo como una alarma.
Armandome de valor, me obligo a sonreír y mantener mis facciones relajadas, inclinándome lo suficiente para que mi cuerpo entrara, dejo que mi espalda choque con el asiento de piel. Y tan rápido como cierro la puerta, el olor a cigarrillo y menta me inunda como un dulce perfume.
—Acordamos que sería en tu casa Kim—le reprocho y a pesar que no quiero sonar brusca, lo hago. Odiaba que cambiará los planes, era tal, como si pensara que siempre estaría a su disposición.
—Lo hicimos—afirma, frunzo el ceño mirándolo, una pequeña sonrisa surca sus labios, marcando la diferencia entre lo divertido y el atrevimiento. Desabrocha su cinturón de seguridad, tomandome por sorpresa toma mi muñeca, jalandola hasta que mi cuerpo queda inclinado de forma incómoda cerca de su lugar—, pero ambos sabemos que no eres exactamente alguien que se tome las cosas enserio, tenía que asegurarme que irías.
Poniendo su otra mano sobre mi cintura, me impulsa para que pase de mi asiento al suyo, quedándome sobre sus muslos fundados en un pantalón oscuro suelta mi mano para guiarla sobre mi pierna, acariciando encima de la tela. Aprovechando mi desconcierto, acerca su rostro lo suficiente para que su boca quedará sobre la piel de mi quijada. Besando de forma suave y lenta, deja que sus dientes tomen sin brusquedad una porción de mi piel.
Dejo salir un suspiro tembloroso, cuando sus labios se trasladan sin temor alguno hacia mi cuello, chupando y lamiendo sin el cuidado correspondiente, dejando seguramente evidencia al día siguiente. Pongo mis manos sobre sus hombros, sosteniéndome con fuerza de ellos como si con ello pudiera mantenerme cuerda y no caer al precipicio de lo irracional, algo que acada segundo que pasaba parecía esfumarse como el humo del cigarrillo.
—Sabes que lo haría—jadeo cuando sus manos toman la iniciativa de mover mis caderas encima de su pelvis. Mi respiración era pesada y de un momento a otro, se sentía caliente el aire, siendo sofocante el simple hecho de inhalar. Cuando está seguro que seguiré por mi propio cuenta el trabajo entre ambos cuerpos, sus manos se dirigen al dobladillo de mi camisa, las puntas de sus dedos rozando mi abdomen que bajo su tacto se contrae como respuesta.
—Lo sé Bae, pero no podía esperar—la sinceridad de su palabras pone los vellos de punta, las palmas de sus manos se empiezan a encargar de mimar cada centímetro de mi torso, llegando justo al límite de mi sostén—, seamos buenos amigos y juguemos—incluso antes de su boca pudiera tocar la mía, el maldito tono de llamada de su celular interrumpe el transcurso.
Suelto una palabrota parando mis movimientos para permitirme verlo por completo, sus labios luciendo mojados y sus ojos mostrandose más intensos y negros. Sin apartar la mirada, contesta.
Le doy una sonrisa antes de ser yo quien empiece a besar su mandíbula y las comisuras de sus labios, tentándolo y jugando como él quería.
—No puedo ir HeeSun, tengo algo importante que hacer—suelta conteniendo un gemido cuando muevo nuevamente mis caderas, una de sus manos toman mi cadera tratando absurdamente de detenerme. Las mentiras salían de su boca como si fueran verdades.
Empecé amar la forma en que le mentía por mí.
—Apagalo—susurro contra su oido, siendo cuidadosa que su novia no pueda escucharme. Gruñe antes de hacer lo que pedí.
(1/2)
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Si hay algún error por favor
agradecería que me lo dijeran
ya que me hace las cosas más
fáciles. Espero y les guste este capítulo.
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Friendship rules | kth,jjk (Rules #1)
FanfictionUn juego donde el primero en confesar su amor pierde y Bae Nahee sabe que ella no será la primera en caer. •Heterosexual •Lenguaje vulgar. •No se aceptan copias o adaptaciones. •Los errores ortográficos serán arreglados pronto.