Me abracé a mí misma, entrando en calor, dejando que su perfume se impregnara en mi piel. No quería dejar ese sentimiento, quería quedarme ahí para siempre. Quería tatuarme su olor en mi piel. Aunque la noche estuviera fría, no me importaba, estaba en medio del camino hacia mi casa aún con una sonrisa en mi cara; recordando su mirada, sus labios…los echaba de menos. Yo misma los había rechazado, pero no me podía engañarme; los necesitaba.
– ¿Ruth? — Oí una voz detrás de mí, pero yo no me giré.
– ¿Sí?
– ¿Qué haces ahí parada con esa sonrisa tan estúpida? — Espetó mi hermana riéndose.
– ¿Y qué haces tú aquí fuera con esa cara de vieja? — me reí de mi propio comentario.
– La moto de tu amiguito me despertó. Vamos, anda —. Rodé los ojos pero aún así le hice caso. No podía quedarme toda la noche ahí fuera, esperando como si fuera a aparecer en algún momento el Ángel Raziel y decirme que iba ser la próxima gran Cazadora de Sombras. Pasé uno de mis brazos sobre los hombros de mi hermana y, juntas, caminamos hacia el interior de nuestra casa.
Ya en la puerta de mi habitación, me despedí de mi hermana y cogí el pijama para cambiarme. Fui al baño e hice lo que hace la gente normal en estos sitios: me bañé –sin mojarme el pelo–, hice mis necesidades, me vestí y me lavé los dientes. Cuando salí del baño, me tiré –literalmente–, sobre la cama y así mismo dormí toda la noche.
* * *
Martes a la hora del almuerzo.
Estábamos todos sentados en la misma mesa, y cuando digo todos me refiero a: Taylor, Abbey, Cameron y yo. Desde que tuvimos que hacer la coreografía, hemos comenzado a ser muy buenos amigos. A lo largo de la anterior semana, fui descubriendo nuevas caras de sus personalidades, ambos eran muy graciosos, siempre estaban haciendo el idiota. Y ellos parecían conocerse desde hacía mucho tiempo, pero tampoco les había preguntado.
– ¡Hey, Ruth, cógela! — Me gritó Taylor lanzándome una patata frita antes de que pudiera reaccionar, por lo que acabó cayéndome en el ojo derecho —. Se trataba de cogerla con la boca…no sé por dónde comes tú.
– ¡Ugh, cállate! — Espeté, lanzándole un gomo de la naranja que me estaba comiendo. Cuando vi que le cayó también en el ojo me comencé a reír, al igual que Taylor. Me gustaban estos chicos, sabían seguir las bromas y no se enfadaban. Hombre, suponía que eran, a pesar de todo, personas normales que se enfadan cuando las bromas se pasan de la raya.
Divisé por el rabillo del ojo que Cameron cogía mi móvil. Le lancé una mirada de pocos amigos, pero igualmente no me importó, no podría desbloquear mi móvil a no ser que tuviera mi misma huella dactilar y cómo eso era imposible.
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Claridad - SM
FanfictionA simple vista, Ruth es una adolescente normal y corriente. Después de una relación llena de engaños, pasa por su primera ruptura, lo cual ella piensa que es lo peor que le podía pasar a su pobre corazón. Pero luego pasan algunas cosas que la hacen...