Capítulo 24

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Estaba sentada en mi cama mirando por la ventana, la nieve caía sobre el manto blanco que cubría las aceras. En mis manos llevaba una taza de chocolate caliente recién hecho con nata por encima. Las mangas de mi sudadera estaban echadas hacia delante, refugiando mis manos del calor de la taza. Era lunes pero no había ido a clases por la nieve, o también, porque no tenía ganas. Prefería estar calentita en mi casa, con chocolate y una manta.

Tomé un sorbo del chocolate, mientras continuaba mirando el paisaje. Los árboles estaban cubiertos de una espesa capa de nieve y apenas se veía el verde de sus hojas. La vecina de enfrente se dedicaba a quitar la nieve de su entrada. Los hermanos Mackay jugaban en el jardín de la casa de al lado mientras su madre intentaba hacerles entrar en casa.

El vaho del chocolate hizo que se me empañaran las gafas cuando volví a tomar otro sorbo. La puerta del baño sonó al abrirse y unos minutos más tarde sentía que alguien se sentaba a mi lado en la cama. Sus labios se posaron en mi mejilla y sus brazos rodearon mi torso por detrás, dándome calor. Sonreí al instante, bajando la taza y poniéndola en el borde de la ventana.

- Estás fría -. Comentó Shawn, apretándome aún más contra él. Me recoloqué de tal forma que mi cabeza se pudiera apoyar en su hombro.

- Pero estás tú aquí para quitarme el frío -. Volví a sonreír y miré hacia arriba, para mirarlo a la cara. Sus mejillas estaban pigmentadas de un color rojizo, y sus labios lucían brillantes ante la luz del día.

Después de haber hablado con Nash, me había dormido cuando Shawn me envió un mensaje. Me había dicho que hoy estaba libre y que quería quedar, y cómo no, yo había aceptado. Por la noche había empeorado el tiempo, así que le envié un mensaje diciéndole que no viniera puesto que sería peligroso, pero a cambio, lo que hizo fue venir antes para así pasar el temporal juntos. Decía que estaba sólo en casa y no le gustaba pasar los días así, encerrado y sin nadie con quien poder hablar.

Cuando terminamos nuestras tazas de chocolate, me levanté de la cama y llevé ambas al piso de abajo para lavarlas. Después de limpiarlas, volví a subir a mi cuarto para ver a Shawn tirado sobre mi cama con una manta por encima.

- Tardaste lo que pareció una eternidad. ¿Odio el frío sabes? - me dijo él, como si estuviera ofendido. Yo alcé una ceja y me reí, negando con la cabeza.

Cogí mi portátil y puse una película, Expelled, para ser más exactos. Antes cerré la puerta de mi habitación. Me puse en la cama junto a Shawn, dejando el portátil sobre sus piernas. Me incliné y cerré las persianas para que no entrara mucha luz, y luego volví a posicionarme junto a Shawn, con mi cabeza apoyada en su hombro. Él pasó su brazo derecho sobre mis hombros, juntándome aún más, y luego subió la manta, tapándonos a los dos.

La película continuaba y yo cada vez me sentía más cómoda entre sus brazos. El frío había desaparecido por completo, y casi había olvidado que estábamos en invierno. Estar entre sus brazos era como un día de verano perfecto: ni muy frío, ni muy caluroso. Recoloqué nuevamente mi cabeza sobre su hombro, esta vez haciendo que chocara mi nariz con la piel de su cuello. Sin querer, o tal vez queriendo. Shawn ladeó la cabeza de tal forma que me podía ver, todo lo que podía ver era su sonrisa. Sus dientes rodeados por unos labios carnosos y rosados. Shawn paró la película sin tan siquiera apartar la mirada de mí, y suspiró como si la vida le fuera en ello. Sentí su pecho hincharse bajo mi brazo, haciéndome que se me cortara la respiración. Me mordí el labio inferior como acto instintivo, y pasé mi mirada desde sus labios hasta sus ojos y volviendo a bajar a sus labios.

- No sabes lo que me está costando no querer besarte en este mismo momento -. Dijo ¿Shawn? Era su voz, pero parecía como si hubiera salido de mi cabeza. Abrí los ojos como platos y volví a apartar la mirada de sus labios, dirigiéndola esta vez a la pantalla del portátil. Alargué la mano y dejé que la película continuara. Pronto, el silencio que se había ocasionado, había desaparecido bajo las voces de los actores. De vez en cuando lo miraba, pero volvía a apartar mis ojos de él al par de segundos. Lo quería, lo necesitaba; pero por mucho que luchara, mi mente era más fuerte que mi corazón.

Claridad - SMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora