Capítulo 16

450 29 6
                                    

        Estuvimos el resto de la tarde hablando y recordando viejos momentos de Old Magcon. Me alegraba ver que los chicos estaban sonriendo sin ninguna tristeza aparente. Aunque no tuvieran a todos sus compañeros juntos, sabían que esto era un comienzo. A parte de Shawn, mis otros dos amigos no dejaban de darme las gracias por haber hecho algo tan importante para ellos. Y yo ya no sabía la forma en la que decirles que de verdad, no había problema en hacer a mis amigos felices. Más tarde en ese día, los chicos se tuvieron que ir. A Shawn lo llamaron avisándole de una entrevista al día siguiente, así que no podía quedar. Todos se fueron sobre las nueve de la noche, y para ser cierta, yo estaba agotada. Así que nada más salir ellos, yo me fui corriendo a la cama. Shawn nos había dicho que la entrevista sería a las doce de la mañana en la radio, así que por favor la oyéramos. Normalmente me gusta despertarme tarde los sábados, pero como nos lo había pedido debía hacerlo.

        No me molesté en levantarme de la cama. Encendí la radio y comencé a buscar hasta llegar a la cadena que nos había dicho él. Yo estaba sentada en la cama con la espalda pegada a la pared, con el frío que hacía aquella mañana ni ganas daban de salir de la cama.

        – ¡Eli! — grité; esperando que mi hermana me escuchase.

        – ¡Dígamelo! — Mi hermana apareció en mi puerta con una taza de café en una mano, su pelo completamente desordenado y las gafas a punto de caérseles. Parpadeaba perezosamente, intentando verme entre las legañas y las pestañas. No sé cómo lo conseguía, pero siempre le había tenido envidia por lo mismo: podía llegar a ser bonita sin tan siquiera intentarlo; sin maquillaje, con la ropa más vieja de su armario y con el pelo hecho un nido de pájaros.

        – ¿Está bueno el café? — pregunté; mordiéndome el labio inferior.

        – No sé, aún no lo he probado —. Se encogió de hombros, a punto de girarse para volver a su habitación.

        – ¿Me dejas probarlo? — intenté esconder mis verdaderas intenciones. Que era quedarme con una taza de café recién hecho sin levantarme. Elizabeth se introdujo en mi habitación casi sin hacer ruido. Arrastraba, ligeramente, sus zapatillas por el suelo, como si las piernas le pesaran y no pudieran ir a su ritmo.

        Me ofreció su taza de café, la cual casi no suelta. Apoyé mis labios en el borde de la taza y los mojé, dejando que el sabor inundara mis papilas gustativas. Nunca he sido una persona que ame el café, pero he de admitir que de vez en cuando es bueno. Sobre todo si tu hermana se encarga de hacerlo y le añade pepitas de chocolate que se van derritiendo según pasa el tiempo —. Bueno, vale. Ya lo probaste, ahora dámelo.

            – Nop —.  Respondí marcando la p al final. Mi hermana dedicó una de sus mayores caras de odio, pero aún así no intentó arrebatarme la taza. Sabe cómo soy y que por mucho que lo intentara, lo único que acabaría pasando es que derramáramos todo el café sobre su colcha favorita.

Claridad - SMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora