Capítulo 5

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        Con que ese era el buen amigo que tenía Kian. ¿Le habría hablado Shawn de mí? ¿Por qué? Decidí dejar de pensar en ello y volví a centrarme en mi mousse. Abbey seguía hablando de su hermano y el grupo que tenía con unos youtubers. No dejaba de decir, discretamente, el nombre de Jc en cada frase. Seriamente, como continuara nombrándolo me iba a explotar la cabeza.

        –…el otro día vinieron a nuestra casa para grabar un video en la piscina. Por supuesto, yo no podía dejar de mirar a Jc. ¿Tú sabes cómo está ese hombre sin camiseta? Madre mía.

        – Tienes un serio problema, Abbey —. Declaré secamente.

        – ¿Yo? ¿Por qué?

        – No dejas de nombrar a ese chico. Parece que estuvieras obsesionada. ¿No te gusta, verdad? — Pregunté irónicamente.

        – ¿A-a mí? — Cogió un mechón de su pelo y lo enrolló en su dedo índice, poniéndose completamente roja —. No, para nada. Es el amigo de mi hermano y lo tengo completamente prohibido —. Fruncí el ceño mirándola confundida. ¿Su hermano le había prohibido que le gustase uno de sus amigos? — Mi hermano dice que como me enamore de uno de sus amigos, o bien, me echa de casa, o deja de traerlos —. Miró a su bandeja, con tristeza —. Dice que sería muy incómodo.

         Se cayó durante un rato, moviendo con su tenedor los restos de comida que quedaban en su plato. Suspiró, descansando su cabeza sobre su brazo dirigiendo su mirada de nuevo hacia mí.

        – Además —, comenzó a hablar de nuevo —; dice que sus amigos NUNCA se fijarían en mí. Soy demasiado fea para ellos —. Vi el dolor en su cara y en ese momento me dieron ganas de abrazarla. No podía entender cómo un hermano podía llegar a decirle eso a alguien que supuestamente quiere. Me levanté de mi asiento dando la vuelta a la mesa. Cogí su brazo y la hice levantarse, quería que me mirara directamente a los ojos antes de darle un abrazo que la dejara casi sin respiración.

        – Nunca —, empecé yo —; Nunca dejes que nadie te diga eso y te haga daño. ¿Me entiendes?

        » Eres preciosa. Y no lo digo sólo por tu físico, Abbey. Te conozco sólo de hace dos días y sé que eres encantadora, que te gusta ayudar a la gente. Eres hermosa del modo en que sólo tú sabes serlo. Tienes un corazón enorme, y sé que lo sabes bien. Si tu hermano dice eso es porque no sabe la gran hermana que tiene.

        Dicho eso, la abracé aún más fuerte y luego retrocedí para así mirarla a los ojos. Estaba llorando, así que, con mi pulgar limpié la lágrima que caía por su mejilla. Estábamos montando una escena en medio de la cafetería, pero me daba igual. Mi única y mejor amiga en Canadá no tenía por qué sentirse menos que nadie sólo porque su hermano decida hacérselo creer. De hecho, nadie debería pensar que no vale la pena o que simplemente no vale para nada porque eso no es verdad. Una persona vale si quiere creerlo. Si, simplemente, se sienta en su cama, con las rodillas en alto, abrazándolas; quejándose de la horrible vida que tiene, no va a conseguir nada. Pero si, al contrario, lucha, podrá encontrar para lo que está ella aquí. Podrá encontrar y conseguir todo lo que se proponga. Sólo intentándolo.

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