Capítulo 22.

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Katherine abrió los ojos con lentitud, parpadeando repetidas veces hasta que por fin se percató de que se encontraba en su dormitorio. Los recuerdos de lo último que había vivido antes de desmayarse la abrumaron y tuvo que volver a cerrar los ojos para no romperse. Sin embargo, una persona sentada a su lado hizo que no pudiera darse a sí misma tanto tiempo como desearía para recuperarse.

- ¿Félix? – cuestionó. El chico le sonreía con amabilidad.

- Por fin despiertas.

Katherine se incorporó sin ser capaz de evitar el mareo que la balanceó unos instantes, mas al momento se centró en aquel rubio y se aferró del cuello de su camiseta con vehemencia.

- Tienes que ayudarme, por favor. – le suplicó. – Pan quiere mi corazón. Me lo va a arrebatar.

La sonrisa de Félix desapareció con lentitud, pero no parecía sorprendido ante aquella revelación. La mente de Katherine trabajó con rapidez para unir cabos y, al entender la realidad, se apartó de él.

- Tú ya lo sabías. – murmuró con voz inexpresiva. – Estás con él en esto.

Félix no dijo nada, pero su silencio fue suficiente para confirmarlo todo.

- ¿Dónde está Pan ahora?

- En su árbol, preparando algo. – respondió. – Te trajo a tu habitación casi al amanecer, cuando te desmayaste. Ya no quedan muchas horas para que atardezca.

Ella bajó la vista hasta la manta con la que había cubierto parte de su cuerpo durante las horas de inconsciencia. Le asqueó lo cínico que podía ser Peter como para preocuparse de que no pasara frío después de haberle desvelado la verdad.

- Deberías comer algo. Te lo traeré aquí, ¿vale?

Aunque no obtuvo respuesta, Félix se levantó hacia la puerta igualmente.

- ¿Dónde esta Zorro?

Al ver que el chico se detenía en seco, Katherine se temió lo peor. Esperó la horrible noticia, pero no llegó. En su lugar, Félix prosiguió su camino hacia el exterior del árbol-dormitorio. De nuevo, su silencio lo había expresado todo.


Katherine quería gritar, llorar y destrozar todo su dormitorio. Incluso quería golpear con sus propios puños al primero que se apareciera delante de ella. No podía ni si quiera concebir lo que el silencio de Félix había significado; era imposible que asimilara ese destino para Zorro después de que intentara protegerla a cualquier coste.

Lo más sencillo que podía hacer era echarse a llorar y lamentarse hasta que Pan llegara para arrancarle el corazón; o podía armarse de valor y escapar, y así lo hizo. Salió del árbol-dormitorio y, aprovechando que no había niños perdidos cerca, echó a correr.

La decisión de seguir con ese plan fue rápida, puesto que si esperaba más, Félix podía regresar. Sin embargo, cuando se vio en medio del bosque sola y perdida, se planteó si debía haber elegido otra escapatoria.

Lo único que había cogido era su espada, para defenderse en caso de que la acechara algún tipo de peligro, pero ante la desorientación su arma no le servía en absoluto.

Tras mucho trotar aceleradamente entre los árboles, se detuvo al dar con un barranco. La caída era descomunal, y sobre este se sostenía en el aire una jaula como en la que había estado encerrada los primeros días.

Katherine tragó grueso y retrocedió varios pasos. No tenía escapatoria. Lo único que le quedaba era afrontar su destino y darle a Pan lo que quería de ella.

The Hell of Neverland | Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora