Capítulo 13.

14.2K 938 376
                                    

PETER PAN POV'S

Tan solo nos habíamos puesto la ropa interior y nos habíamos tapado con una de las mantas, sin que ninguno deseara salir de aquel refugio. Había anochecido, pero tampoco importaba. Nadie tenía permiso para subir aquí, pero esta vez haría una excepción.

Rodeaba a Katherine con mis brazos, con la cabeza apoyada al lado de su hombro y sintiéndome exhausto y relajado al mismo tiempo. Mientras sentía sus dedos hacer cosquillas a lo largo de mi antebrazo, me recuperaba de lo que había sido una excelente sesión de sexo.

- No me has respondido. – le solté. A pesar de que era agradable, no me podía permitir bajar la guardia tanto tiempo.

- ¿A qué?

- A lo que te he dicho al terminar. – le aclaré.

Las palabras se repitieron en mi cabeza, al igual que lo estarían haciendo en la suya: "No quiero que te vayas de Nunca Jamás. Quiero que te quedes aquí para siempre".

- Eso no era una pregunta.

- De todas formas quiero una respuesta.

Katherine detuvo sus caricias y noté como su pecho retenía el aire durante unos instantes. Sabía que estaría analizando cada detalle y buscando una contestación que pudiera darme.

- ¿Y bien?

Tampoco quería sonar muy insistente, pero necesitaba escuchar de su propia voz la afirmación que ya me intuía que iba a dar. Tenía que hacerlo, no podía marcharse de Nunca Jamás.

- Sí. – aceptó. – Me quedaré.


Dejé que Katherine se marchara primero, con la excusa de que así los niños perdidos no se imaginarían nada raro al vernos aparecer tarde y juntos. Me llevé la mano al pecho y escuché los latidos de mi corazón; habían vuelto a la normalidad después de que se alejara. Sí, yo también sentía algo; pero no, no era la misma sensación que ella experimentaba.

Me aparecí en el campamento recibiendo al momento las miradas de todos los niños. Sin decir nada, cogí una parte de la cena la cual me habían guardado y me senté en uno de los troncos vacíos. Katherine llegó varios minutos más tarde, sorprendiéndose de verme allí ya, pero consiguió disimular y se sentó al lado de Zorro.

- ¿Me has guardado la cena? – le preguntó, mas el chico ni si quiera la miró.

- No.

Katherine arrugó el ceño, confusa por su brusca actuación, pero Félix se encargó de liberar tensiones.

- Yo lo he hecho, Kathy. – la interceptó, tendiéndole un cuenco.

Los niños ya conversaban y reían descuidadamente; si se habían dado cuenta de que algo extraño pasaba, no se preocuparon en preguntar acerca de ello.

- ¿Te ocurre algo? – cuestionó la chica cuando Zorro se crujió los nudillos por tercera vez en cinco minutos.

Él se giró hacia ella con una mirada acusatoria, desconcertándola todavía más.

- En absoluto. – respondió. – Me voy a dormir.

A pesar de que no llegó a verme, mis ojos le fulminaron mientras se alejaba hacia el árbol. Félix me observó de reojo, le hice un leve gesto con la cabeza en señal de que distrajera a Katherine y seguí los pasos del moreno.

Eso era lo que detestaba de Zorro, que no conseguía doblegarlo tan fácilmente como al resto. Sin embargo, no me aterraba usar mano dura con él; jamás me había aterrado.

The Hell of Neverland | Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora