Capítulo 29.

9.6K 741 141
                                    

Cuando el sol salió aquella mañana, habían pasado oficialmente cuatro días desde que Rumpelstiltskin se había marchado de Nunca Jamás con las manos vacías.

Pan, acostado de lado en su cama, apartaba lentamente los mechones que caían rebeldes sobre el rostro de Katherine. Ella dormía plácidamente, pero poco a poco comenzó a despertarse. Él no se movió ni un milímetro cuando sus miradas se unieron.

- Buenos días. – susurró Kath algo cohibida.

- Buenos días.

Notó la mano del chico todavía rozando la zona de su cuello, bajo la oreja, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

- ¿Llevas mucho tiempo observándome? – le preguntó.

- El suficiente.

- ¿El suficiente para qué?

Pan negó con la cabeza y dejó escapar el aire. Lo que pasaba por su cabeza todavía seguía siendo un misterio para ella. Katherine permitió que un bostezo escapara entre sus labios y se desperezó con suavidad. Mientras que él solo llevaba sus pantalones, Kath tan solo vestía el característico chaleco verde de Peter. Él no estaba seguro de si lo habría cogido antes de dormir a propósito o por accidente, pero seguía adorando cómo le quedaba.

- Deberíamos volver al campamento. – le sugirió Kath, mas Peter bufó y se tiró sobre la cama de nuevo.

- Todavía es pronto para desayunar.

- De vez en cuando no te sentaría mal ayudar a preparar el desayuno.

- Ya, claro, seguro. – se burló.

Kath recogió sus pantalones del suelo y, cuando fue a cambiar su camiseta, Pan fue más rápido y la interceptó. Rodeó su cuerpo con sus brazos por debajo del chaleco, la unió a él y seguidamente besó sus labios. Cuando se separó, y agradecido de que ella le correspondiera, no quiso moverse ni un centímetro.

- ¿Cuándo vas a hacerlo? – preguntó Katherine.

- ¿El qué?

- Recuperar la otra mitad del corazón.

Peter tragó saliva, frunció las cejas por un instante, acarició la parte trasera de su espalda y se separó unos cuantos centímetros. En ningún momento fue capaz de apartarle la vista de encima.

- No voy a hacerlo.

Esta vez fue ella quien arrugó el ceño, pero con la mayor expresión de confusión que hubiera podido dedicarle nunca a nadie.

- ¿Qué? ¿Por qué?

Peter respiró hondo, serio, luego besó su mejilla con suavidad y se apartó para comenzar a vestirse y dejar que ella terminara de hacerlo.

- El desayuno no va a hacerse solo. – comentó.

*

En el campamento, Félix era de los pocos niños que estaban despiertos. Peter se adentró en el árbol posiblemente para gritar al resto que dejaran de vaguear y salieran de sus sacos, pero Katherine esperó fuera.

Aunque los separaban varios metros, notó la mirada de Félix clavada en ella. Sin expresar emoción alguna, se volvió hacia él y le asintió con la cabeza en forma de saludo. El rubio entendió aquella señal como vía libre para acercarse a hablar con ella.

- Habéis madrugado.

- Eso parece.

Ahora que volvía a tener corazón, volvía a sentir parte de rencor por aquel chico. Las semanas que pasó sin emociones toleró tenerle cerca, pero ahora era diferente.

The Hell of Neverland | Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora