The Hell of Neverland | Peter Pan

Capítulo 27.

El problema no llegó cuando Félix, un par de chicos más y Katherine se encaminaron a la jaula en la que debía estar el chico encerrado; sino que se dio cuando llegaron al sitio y contemplaron asombrados los barrotes de bambú de esta esparcidos por el suelo. Por supuesto, no había ni rastro de Zorro.

- ¿Cómo diablos puede haber desaparecido? – farfulló Pan. Los chicos habían regresado corriendo al campamento para informarle de lo sucedido. – Es imposible que haya bajado de ahí por su propio pie.

- No había ni un solo rastro de él en los alrededores.

Incumpliendo las palabras de Félix de que le dejara hablar solo a él con Peter, Katherine se acercó con cara de pocos amigos y cruzada de brazos.

- Vamos, los dos sabemos quién ha sido. – masculló. Estaría desesperada y aterrada si tuviera corazón. Pan le dirigió una mirada de odio, pero sabía a quién se refería. – Rumpelstiltskin.

La teoría era lógica, el Ser Oscuro se habría dado cuenta de que Kath había incumplido su promesa y, por ende, había optado por seguir un plan B. Lo que le pasara a Zorro... bueno, eso aún era un misterio para todos ellos.

- Cállate. No voy a dejar que le ponga la mano encima a ninguno de mis niños. – masculló Pan después de que la chica le hubiera repetido decenas de veces que debían hacer algo de inmediato. – Pero tampoco puedo apresurarme.

- ¿A qué esperas entonces? ¿A que te envíe un miembro descuartizado?

- No conoces a mi hijo, esa no es su forma de actuar.

- Bien, tú sí lo conoces. ¿Qué es lo que quiere entonces?

Pan bufó y se dio la vuelta hacia ella.

- Quiere que me reúna con él. A solas.

Katherine era consciente de que tan solo buscaba eso para tenerlo a su alcance y poder matarlo. Lo peor era que todavía no sabía quién de los dos sería más poderoso.

- Es tu hijo. – le reprochó. – Te toca enfrentarlo de una vez.

No fue difícil para Peter dar con Rumpel. Como ya había dicho, tenía un gran dominio sobre la Isla y sabía cuando alguien llegaba a esta e incluso por dónde se movía. Llevaba días siguiendo su rastro, controlando que no se acercara mucho al campamento, pero de vez en cuando Rumpelstiltskin lograba burlarle y desaparecía en el mapa.

Cuando Katherine se marchó, por supuesto también la siguió a ella. Precisamente permitió que se encontrara con su hijo para ver lo que ocurría entre ambos y, al final, ponerla a prueba.

- ¡Deja de jugar, Rumpelstiltskin! – le gritó. Peter llevaba una hora rondando la zona del bosque en la que sentía que se encontraba, pero este no daba señales de vida.

- Pensaba que te gustaban los juegos. – el Ser Oscuro salió orgulloso como de la nada con las manos agarradas en la espalda.

- Y me siguen gustando, aunque me he cansado de jugar contigo.

El hombre sonrió de medio lado y Pan hizo lo mismo. Sin embargo, ninguno tenía intenciones amistosas.

- Devuélveme al chico.

- Pensaba hacerlo, pero no antes de acabar contigo. – le respondió. – Ya deberías estar muerto, ¿recuerdas?

- No pudiste matarme la primera vez, esta no será excepción.

- Te equivocas, Pan. Te maté una vez, pero tuviste la suerte de que alguien se sacrificó por ti. – comentó. – ¿Dónde está ahora tu chica? ¿O a caso la has matado con tus propias manos al descubrir nuestro trato?