Capítulo 6

5.2K 697 32
                                        

Estaba con Wanda practicando por los alrededores de mi casa, debido a mi rotundo fracaso en el entrenamiento y en la caza mi amiga vio necesario comenzar su intervención de inmediato. A mis padres les agradó, a papá mucho más después de escuchar su apellido y saber que eran una familia respetable, y mamá simplemente quedó encantada por ver a alguien como Wanda. Una hibrida. No dudo que ahora esté escribiendo sobre ella, mientras que yo estoy siendo nuevamente tumbada contra el suelo.

— Ariel, tienes que concentrarte —gruñe ayudándome a levantar—. Entiendo que no seas muy fuerte pero esto se trata de técnica —flexiona sus rodillas—. Tienes que usarme a para salir de mi camino.

Resoplo recostándome de un árbol.

— Dame cinco minutos —murmuro intentando recuperar mi aliento.

— No —se queja—. Así no aprenderás y necesitas hacerlo.

Maldición, yo no puedo hacer esto ahora. Este bosque me distrae demasiado, me llevan a esa época en la que conocí a Boyd. No he podido dejar de pensar en él, todo parece traerlo a mis pensamientos. Todo. Incluso...algunas veces me encuentro a mí misma olfateando el aire buscando su olor, pero no sé cómo huele, él sigue ocultando su aroma como cuando era niño.

— Wanda —intento, desde que salí de química he estado buscando el momento y la manera de preguntarle por él, ahora no puedo seguir aguantando—, ¿Boyd siempre ha ocultado su aroma?

En un parpadeo llega a mi lado. Estira sus músculos y me mira extraña.

— ¿Quién demonios es "Boyd"? —hace comillas riendo.

Ruedo mis ojos con impaciencia.

— El chico con el que me senté en química.

— ¿El pelirrojo rarito? Amiga, no lo sé...Ahora que lo pienso, sí, creo que nunca ha quitado su "muro" protector —mueve su mano como si no importara—. Que no te inquiete, nadie puede detectarlo y nadie quiere hacerlo.

Yo sí.

Lo necesito.

Preocupantemente.

— ¿Qué sabes de su familia? —cuestiono.

Cuando éramos niños me dijo que sus padres habían muerto. Pero no más.

— ¿Por qué tanto interés, Ariel? ¿Es que acaso esa cosa extraña que te dio era algún brebaje mágico para que te gustase? —inquiere, me sonrojo negando.

Lo que sea que me dio realmente me ayudó. El dolor y los moretones se desvanecieron de mi cuerpo.

— No seas tonta —finjo estirar para que crea que mi sonrojo se debe al ejercicio—. Solo soy curiosa, fue amable y quiero saber más de mi compañero.

La palabra hace vibrar todo mi interior.

Sacudo mi cabeza.

— Bien, pero si comienzas a actuar extraña voy a cazarlo por drogarte —mira sus uñas—. Luciany —hace una mueca como si intentara recordar—. No tiene familia, sus padres al parecer murieron cuando fueron cazados por los anti-mágicos, dicen que los quemaron vivos —siento mi piel ponerse fría—. Horrible, lo sé. No sé cómo Boyd escapó, pero lo hizo y llegó aquí. Vive solo, algunas familias se ofrecieron a ayudarlo pero él los rechazo y actuó como un salvaje. Desde entonces todos decidieron darle su espacio —Wanda se acerca—. Para serte sincera, muchos en el instituto dicen que todo eso es basura. Escuché que fue el mismo Boyd el que mató a sus padres y como castigo la naturaleza atacó sus ojos.

Cuando termina de decir eso veo rojo.

No puedo detenerme y ella tampoco lo logra. Ambas terminamos en el suelo, yo sobre ella, con mis manos en sus hombros reteniéndolos.

Los Mestizos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora