Capítulo 44

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No puedes pretender que un león se quede quieto cuando alguien lo está cazado”, una vez mi madre dijo eso a Johan, cuando en lugar de involucrar a su gente en sus planes, los hacia a un lado.

Llevamos dos días encerrados y estamos enloqueciendo, Eddy no deja de intentar salir, rasguñas las paredes, pierde los estribos y rompe cosas. Yo le marco a papá, una y otra vez, le envío mensajes, intento que entienda que tenernos aquí no es lo mejor en lo absoluto. Él solo repite lo mismo: Cuando todo se acabe iré por ustedes, pero no antes. No voy a arriesgarme a perderlos. Él no sabe que si nos deja aquí nos perderá de todos modos.

La inquietud me muerde los órganos y me desgarra desde dentro, la única forma de aliviarla es quedándome en la bañera, llena de agua fría hasta el tope. Me alejo de Eddy, porque sé que estando juntos comenzaríamos a pelear  terminaría muy mal.

He intentado recordar los números de cualquier otra persona de Gardeen, pero no hay nada en mi cabeza. No tengo mi propio teléfono, si no este pequeño que es satelital. Y solo está el número de papá.

Kortian apareció en la mañana, nos trajo provisiones de aseo personal. Le rogamos que nos dejara salir, pero él está siguiendo órdenes de papá y no ha logrado localizar a mamá, por lo que no puede romper su campo de magia hasta que él pueda quedarse con nosotros. Se fue pronto, porque sé que para él también es una tortura vernos de esta forma. No es su culpa, es de papá.

Y voy a hacer que se arrepienta de esto.

Me sumerjo de espaldas en la bañera, el agua se calienta rápido, porque mi piel así lo está. Estar encerrada me enferma, sobre todo teniendo la imagen de un océano perfecto frente a mis ojos.

¿Cómo pudo habérsele ocurrido encerrarme a mí aquí? ¿Con el agua salada salvaje estando a tan solo metros?

El nudo se aprieta, la ansiedad no tiene misericordia, me quita la respiración, me quema. Tomo una bocanada de aire al salir, respirando pesadamente, aunque, ¿realmente estoy respirando?

Sigo aquí, sigo encerrada.

Y aun me siento bajo del agua.

*****

Escucho el mar mientras lloro, no lo soporto. Estar en el balcón es peor, me siento aún más claustrofóbica porque puedo ver todo, pero no puedo acercarme. Estoy atrapada. En mi vieja cama, con paredes color cielo rodeándome, el olor a viejo está impregnado al igual que el del viento salado. Hay conchas marinas pegadas en el techo y un mensaje grabado en la madera de la cama.

Ariel estuvo aquí.

Lo tallé el día en que nos fuimos, estaba tan dolida por irme, por dejar a mis amigos, por dejar este lugar. Mi precioso paraíso. Ahora, no puedo pensar en un paraíso si Boyd no está conmigo. Yo lo amo, como amaba sentirme aquí. Este lugar representa mi pasado en todos los aspectos, la vida humana que deseaba, me graduaría de contador, me casaría con Taylor, viviría en una de las preciosas casas de playa que hay en Malibú, mis vecinos serian celebridades. Nada de eso tiene sentido ahora, no con Boyd siendo parte de mi futuro, la forma en la que quiero llevar mi vida ahora es tan distinta, antes pensaba que no lo tenía claro, que no podía verlo.

Pero está muy claro.

Tan claro que puedo saborearlo.
Me convertiré en una de las mejores agentes de Inteligencia, mi vida se convertirá en una aventura diaria, conoceré los más recónditos lugares de Drawgie junto a Wanda, iré a competencias con mi manada de amigos y ganaremos, por supuesto que lo haremos. Amaré y seré amada, porque en cada uno de esos escenarios está Boyd junto a mí. Ambos estamos jodidos, de alguna forma, pero cuando estamos juntos, el dolor no tiene poder, no nos hunde, no nos ahoga.

Los Mestizos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora