Capítulo 25

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Lo había escuchado.

Mi magia encontró un lugar para escabullirse de las guardas y poder escuchar lo que ocurría. Yo no quería lastimar a Ariel, pero estaba tan celoso que en lo único que fui capaz de pensar era que yo nunca sería un impedimento para ella, ella puede hacer lo que quiera, puede alejarse de mí, continuar con su vida...Eso sería perfecto, lo ideal. Pero está la otra parte de mí, la que quiere aferrarse a ella hasta el final, no dejarla ir, rogarle que se quede conmigo.

Estuve a punto de entrar en la mansión para pedirle disculpas por mi comportamiento, entonces lo escuché.

"Han encontrado un cadáver".

Corrí al bosque y lo sentí.

Él estaba aquí.

Mi cuerpo comenzó a temblar y sentí el líquido acido subiendo por mi garganta para ser expulsado. Me aterrorizó la idea de que él estuviera aquí sin avisar, siempre que venía me informaba para que lo esperara como debía, junto al fuego, sin nada cubriendo mis ojos.

Tenía miedo sobre todo porque sabía dónde estaba.

Su horrible magia me había enviado una pulsación desde donde sabia estaba mi pequeña casa.

No quería ir, no quería moverme. Pero tuve que hacerlo cuando su llamado se volvió exigente. Pensé que incluso el bosque se estremecía conmigo.

Érase una vez

Una bruja de cristal

Y siendo de cristal

Del fuego logró escapar...

Canto en mi mente intentado desaparecer el miedo, pero es imposible. Cada vez me acerco más a la cabaña, el bosque parece haberse callado y en cambio escucho los sonidos que hace él.

Sus dedos tamborilean lentamente sobre la madera, envío mi magia con cuidado para saber dónde está exactamente, pero no obtengo nada, solo lo que escucho. Cuando piso el porche el tamborileo de sus dedos se detiene y mi corazón se acelera.

Mi mano tiembla incontrolable cuando me estiro para girar el pomo, entonces escuchas sus uñas rasgando la madera con impaciencia. Mi espalda arde y duele con solo escucharlo. Sujeto el pomo con fuerza y abro la puerta.

El sonido que hacen sus uñas cuando se entierran en la madera y rasga se hace más claro y fuerte.

En cuanto pongo un pie dentro mi magia se esconde en lo profundo de mí huyendo del toque desagradable de la suya.

— ¿Dónde estabas, mi pequeño?

Su voz es pastosa y baja, como un susurro en la noche más oscura.

Busco mi voz pero no la encuentro.

— Sabes que no me gusta repetir las cosas —el detiene sus uñas y escucho la madera chillar. Lo siento acercarse repentinamente a mí—. Ni siquiera intentes mentirme.

Salto cuando su mano asesina sujeta mi cuello y sus uñas se clavan violentamente en él. Quiero moverme, hacer cualquier cosa pero el miedo me paraliza.

— ¿Lo...hiciste? —jadeo casi llorando.

— ¿Qué cosa? —con su otra mano aparta mis gafas oscuras y comienza a delinear mis cicatrices dolorosamente—, ¿matar a esa aberración con sangre antinatural? Sí. Sabes muy bien que esas criaturas existen en el mundo por la corrupción de sus habitantes, por su pecado.

Gruño adolorido y encolerizado.

Quiero gritarle que a mí no tiene por qué hablarme con la mierda que utiliza para manipular a sus seguidores. Yo sé lo que él es.

— ¿Por qué? —caigo al suelo cuando me suelta, mi cuello me quema y la sangre me baña.

— Le di la oportunidad de abjurarse —suspira contagiando la noche de su ser aberrante y maligno—. Pero no quiso aceptarlo, no quiso venir conmigo y mis amados seguidores...Y tú sabes, mi niño, lo que le espera a todo aquel que no quiera rendirse a mi salvación.

Él mató. Asesinó a alguien aquí.

Todo lo que he hecho...todo lo que he sacrificado...no significó nada.

— Dijiste que nunca tocarías este lugar si yo...

— ¿Si tú qué, maldito desleal? —me abofetea con fuerza—, ¿crees que no sé qué has mentido? Pero no me sorprende, tu sangre corrupta te lo implora ¿no es así? —intento levantarme pero él entierra su pie en mis costillas—. Esperaba más de ti, yo que te acogí cuando quedaste en la nada, esperaba que renegaras tu sangre maligna y aceptaras mi salvación...Pero me has mentido y eso no puedo perdonarlo, este lugar va a arder si decide ir contra mi verdad. Porque no hay más verdad de la que yo impongo. Porque mi palabra es la única que debe ser escuchada.

Su olor era repulsivo, casi podía saborear el humo que su toga aún conservaba. También percibo el fuego, las cenizas y la terrible esencia de muerte.

— Por favor...—suplico y vuelvo a sentir sus manos tomarme, esta vez por los hombros.

— Cada muerte será escrita y tu espalda sentirá el peso de los díscolos —su aliento podrido golpea mi frente—. Espero que tu corazón no haya acogido a nadie más que a mí, mi pequeño, porque aquellos que tú más quieras serán los primeros que probaran mi fuego.

El pánico me ahoga justo cuando siento su magia vapuleándome hasta dejarme nuevamente en el suelo. Inmóvil. Sin sentir. Sin escuchar.

Sus palabras son su magia más peligrosa. Te cazan y te atrapan, siempre diciendo lo que esperas escuchar. Yo he aprendido a encontrar el vacío en esas palabras, pero sus amenazas...esas vienen cargadas con la verdad faltante en sus discursos. 

Los Mestizos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora