Unas horas después estamos entrando al departamento de Tomás. El apartamento está totalmente oscuro, a excepción de algunos rayos que entra a través de la cortina.
Tomás me acorrala contra la pared y me apoyo en una pequeña mesita de noche. Él se coloca en frente mío y pone sus manos en mi cintura, pega su cuerpo al mío.
—No puedo creer que me vayas a dejar—musita en mi oreja.
Sus dientes se deslizan por la piel de mi oreja y me producen escalofríos en todo mi cuerpo.
La vista de Tomás baja hasta mis labios y se cierne sobre ellos durante unos segundo más y yo me veo obliga apartar la mirada de inmediato.
—Voy a volver a ti—le prometo.
Tomás suelta una risa, pero no dice nada más sobre el tema, ambos estamos intentando en no pensar en nada.
Tomás se acerca más a mí, y una mano se cuela por debajo de mi vestido y comienza acariciar mi estómago produciendo un muy agradable cosquilleo en todo mi cuerpo.
De pronto siento como su otra mano empieza a bajar la cremallera de mi vestido lentamente.
—Tomás...—comienzo a decir. Él me interrumpe hábilmente hablándome sobre el tema anterior.
—Sabes que me vas a hacer mucha falta—A medida que habla cada vez más, sus dedos van ascendiendo hasta el sujetador y me acaricia los pechos con cariño —Te voy a extrañar tanto Samantha...—Desciende de nuevo, hasta alcanzar mi sexo, donde introduce despacio dos dedos a pesar de que trato de impedírselo. El me hace callar con un susurro y vuelve acariciarme siguiendo la melodía de mi cuerpo; pone acorde en su lugar y hace que todo mi cuerpo se tense y me estire una y otra vez hasta que por fin dejo resistirme y doy paso al placer. Me afirmo en los hombros de Tomás y permito que cargue con casi todo mi peso. —Voy a extrañas tus pequeños gemidos que sale por tu boca y tu cuerpo. —La voz de Tomás se endurece según se excita y se pega más a mi cuerpo y puedo sentir su erección, él se frota contra mi cuerpo y se me escapa un gemido, él sigue empujando en el centro de mi deseo. Las palabras dejan de tener sentido y todo se convierte en claros gemidos que hacen que mis piernas tiemblen como flanes—. Te quiero tanto Samantha...
Trago saliva mientras las pulsaciones de mi corazón adoptan un ritmo frenético. Solo por esta noche me permito disfrutar de este maravilloso roce y del delicado camino de besos que Tomás traza desde mi sien hasta mi hombro y termina de sacarme el vestido que cae a mis pies quedándome solo en ropa interior. El me mira de arriba abajo con lujuria.
No puedo creer que estemos haciendo todo esto de pie.
— ¡Oh, dios! Tomás—digo en medio de una exhalación cuando de pronto me siento arquearme por el cúmulo de sensaciones y estoy a punto de perderme.
Un sudor caliente se expande por mis muslos y por todas las articulaciones a medida me va barriendo una enorme ola de placer, hasta que ya no queda nada de mí.
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Un Magnífico Error
Teen Fiction-Te creo Tomás, pero aun asi necesito un tiempo de ti y de toda esta mierda he tenido, ya suficiente, quiero ser feliz y siento que contigo jamás podre ser feliz. -No digas esa mierdas, Sam-dice con la voz rota-me estás rompiendo de nuevo el corazón...