Memories ; Lee Felix

24.

Las cosas no cambiaron en lo absoluto en el transcurso de los días, después de ese pequeño incidente, todo continuaba igual. Felix estaba molesto; se comportaba distante con ella y Sujin se aprovechaba de la situación para estar cerca de él.

Todos se habían reunido al ponerse de acuerdo para ir al parque de diversiones más grande de la cuidad, para complacer a Sujin quien en una ocasión les mencionó que moría por visitarlo.

La castaña se arrepentía de haber hecho de Jisung su acompañante; los gritos de este se podían escuchar por todo el parque cada que montaban una atracción extrema. Era tanta la adrenalina, o simplemente miedo, que cada cinco segundos se apoyaba en ella y escondía su rostro.

Felix se mantuvo todo el tiempo con Sujin, le dirigía la palabra a la castaña en ocasiones pero de manera cortante. Todos esos días había estado haciéndole sentir mal pero ella se abstenía a reclamarle por su comportamiento.

—¿Estás bien? —preguntó Hyunjin, quien la había notado un poco desanimada desde hace rato.

—Ah sí...

—¿Segura? —elevó una ceja— Por cierto, ¿por qué ella está con Felix todo el tiempo? —frunció el ceño mientras los señalaba discretamente; la otra se limitó a encogerse de hombros.

—Son amigos, ¿no pueden estar juntos?

—Si yo fuera tú, estaría muriendo por los celos... Algo ocurrió ¿o me equivoco?

—Algo así.

Hyunjin entendió que quizás ella no quería tocar el tema y optó por no preguntar más sobre ello.

—¿Te gustaría venir con Seungmin, Jeongin y yo? Buscaremos un par de juegos para ganar premios.

—Quiero ver eso. —rió sin ganas. Sabía lo competitivos que los tres eran cuando se trataba de ganar algo y demostrar quién era el más hábil.

—¿Puedo ir con ustedes? —habló Minho, quien no pudo evitar escuchar su conversación hace unos segundos atrás— Eso de estar en las alturas ya me está haciendo muy mal.

—Está bien, miedoso —rió ella mientras picaba una de sus mejillas—. Pero no le avisen a los demás, no quiero que Sujin se nos quiera unir.

—Entiendo, entiendo, no te agrada para nada. —Lee asintió empático.

—Vámonos ya. —Hyunjin sacudió su mano, llamándolos.

Los cinco se separaron de los demás de forma rápida y se dirigieron a los locales donde jugarían. Ella no jugaría, al menos no en la primera ronda, quería apreciar cómo los cuatro chicos discutían y se hacían burlas al fallar, cómo era de costumbre.

Minho no paraba de discutir con Seungmin y Jeongin con Hyunjin, lo que le hacía reír a carcajadas por todas las estupideces que se decían. Su risa cesó al percatarse que Felix y Sujin pasaban por ahí, pero estos no venían acompañados por los demás, eran solamente ellos dos.

—¡Te encontré! —gritó Han mientras apretaba su cintura, sacándole un horrible susto.

—¡Tonto! —le golpeó en el hombro— Eso dolió —acarició el área afectada—. ¿Dónde están los demás?

—Escucha, antes que nada, quiero decir que hice todo lo posible para que esos dos no se fueran solos. —se excusó, pero ella no tenía ni la más remota idea a qué se refería.

—¿De qué estás hablando, Han?

—¡Sujin y Felix se dirigen al túnel de amor! —exclamó con desesperación, sin embargo, la menor no pareció inquietarse en lo más mínimo.

—Buen intento idiota, no existe esa atracción aquí.

—Bien, me descubriste. Pero ella le dijo a Felix que quería un peluche y ese pecoso tonto accedió a ganar uno para dárselo. ¿Entiendes lo qué significa? ¡Están prácticamente en una cita! —vociferó— ¿No harás nada al respecto?

—Han, creo que te alteras demasiado. —hizo un gesto con su mano, tratando de calmarlo.

—Porqué yo quiero a Felix contigo, no con esa niña fea —hizo una mueca; la castaña no pudo evitar estallar en risas—. Sé dónde están, ¿serías mi cómplice en mi pequeño plan? —sonrió malicioso.

—Oh no, Han Jisung, eso ya sería demasiado... —antes que pudiera negarse, éste la haló, llevándola hasta donde se encontraban los otros dos.

Se ubicaron a una distancia bastante cerca pero prudente para no ser vistos y observaron desde allí.

—Allí están esos mocosos. —murmulló a regañadientes.

—Han, no quiero estar aquí, yo sólo...

—¡Shh! Observa. —señaló con el índice. Ella rodó los ojos, no obstante, obedeció a lo que Han le dijo.

Podía apreciar a Felix en sus intentos por derribar una torre de cubos pequeños. Sólo fue cuestión de segundos para que él lograra su objetivo y ganara un premio para la chica. Le dio la oportunidad a Sujin de elegir y esta rápidamente apuntó hacia lo que quería; Felix lo tomó y se lo entregó con una sonrisa amable, gesto que Sujin le devolvió gustosa y no sólo eso... Se acercó tímidamente a él y plantó un corto beso sobre sus labios.

La castaña sintió una rara sensación en su pecho al apreciar la escena y un nudo comenzó a formarse en su garganta. Lo peor fue ver lo contento que Felix lucía después del beso.

—Han, esto es demasiado para mí. —musitó, sintiendo como la voz se le cortaba.

—Lo siento, no pensé que... —Jisung le miró apenado.

—Debo irme. —se giró con la intención de alejarse de ahí pero Jisung la detuvo.

—Espera, no, no te vayas. —la apegó a él.

—Déjame ir.

—Por favor, escúchame.

—¡Han, suéltame! —gritó y, sin previo aviso, sintió cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. Su grito llamó la atención de algunos allí, incluyendo a Felix y Sujin.

Se las arregló para deshacerse del agarre de su amigo y salió prácticamente corriendo de allí.

—¡Mierda, no! —gritó Han y salió tras ella.

Felix los observó extrañado y no dudó en seguirlos también, dejando a Sujin sola y confundida. Corrió entre la multitud de personas allí, aún sin perderlos de vista. Notó que ambos se detuvieron y aceleró su paso para llegar hasta ellos lo más pronto posible.

—Hey, ¿qué ocurre? —preguntó, estando totalmente agitado y más preocupado que nunca.

La castaña mantenía su rostro escondido en el pecho de Jisung mientras este la refugiaba en sus brazos, podía oír su respiración, la cual parecía estar acompañada de sollozos.

—No la molestes. —Jisung extendió su mano frente a él, en señal que se detuviera.

—¡Dime qué ocurre! —exigió con desespero.

—Simplemente eres un idiota, Lee Yongbok. —masculló Han.

Felix apretó sus puños y tensó su mandíbula, repitiendo en su mente una y otra vez que no debía golpearlo.

—Han, llévame a casa, por favor. —la escuchó decir con voz débil.

Quiso acercarse pero Han se lo impidió. Ambos comenzaron a caminar y Felix sólo se limitó a observarlos alejarse con su cabeza hecha todo un lío.