Sebastián:
Ese mismo día...
Me levanto a las 6:30 AM para empezar mi día e ir a correr. Amo correr porque pienso en todo. En mis problemas, en mi trabajo, en esa chica despistada que volcó mi café la semana pasada...
No sé porque razón pero no puedo dejar de pensar en ella, me recuerda a alguien. Además de que tiene unos hermosos ojos marrones, un hermoso pelo castaño y un hermoso cuerpo.
Tengo que sacar a esa chica de mi mente.
Me voy a casar. No puedo pensar en otra mujer más que en Yasmín.Termino de correr y voy hacia mi casa para bañarme, cambiarme y luego ir a mi trabajo.
Me pongo una toalla en mi cintura y salgo rápido del baño cuando escucho mi celular sonar.
—¿Qué pasó?.—pongo el teléfono en alta voz y voy a buscar mi ropa de trabajo.
—Te tengo una novedad.—contesta Gerardo del otro lado de la línea.
—¿Qué novedad?.—pregunto sin darle mucha importancia.
—Te conseguí empleada. Es increíble en su trabajo, siempre lo fue, y ahora tenemos la oportunidad de tenerla en la empresa.
—Está bien, decile a Andrea que la entreviste.— siempre le digo a mi hermana que haga las entrevistas porque las chicas se distraen con mi cuerpo y con mi cara, por supuesto.
Termino de ponerme mi traje azul y voy hacia el espejo de mi habitación para hacerme el nudo de la corbata.
—Yo prefiero que la entrevistes vos.— ruedo los ojos porque odio entrevistar chicas.
—Bueno, te veo en la empresa y me la presentás.— le digo cansado.
—Okay, chau hermoso.— me río y cuelgo.
Mi hermano nunca va a cambiar. Él siempre me puso apodos raros. Una vez me dijo "Pastelito azucarado" delante de un cliente de la empresa, obvio que el pobre hombre pensó que él era mi pareja. Casi lo aniquilo.
"Esa tarde me encontraba en mi oficina con un cliente que no se decidía si firmar un contrato de trabajo con mi querida empresa o en "Glamour", otra empresa igual de importante que esta pero de menos calidad para mi gusto.
—Después de pensarlo... Creo que me voy a quedar en su empresa, señor Anderson. Sería un muy buen negocio y saldríamos ganando los dos.
Sonrío satisfecho, le doy mi número de teléfono por cualquier cosa y me levanto a abrirle la puerta de mi oficina.
—Gracias por elegir esta empresa señor Riveras.— le estrecho mi mano y él la acepta gustoso.
—Por favor, llámeme Roberto. Ha sido un placer hacer negocios con usted señor Anderson. Gracias por la paciencia.
Le hago un gesto amistoso y antes de que yo pueda abrir la puerta alguien me gana de mano y entra sin permiso.
—¡Pastelito azucaradoo! ¡Tenemos que hablar!.— canturrea el imbécil de Gerardo con voz afeminada y cerrando la puerta.
Juro que lo mato...
Se da la vuelta y nos mira con los ojos muy abiertos.
—¿Pastelito azucarado?.— pregunta el señor Riveras conteniendo la risa.—Señor Anderson, con todo el respeto del mundo permítame preguntar, ¿él es su pareja?.
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Él es mi Jefe
RomanceNo puedo casarme con él. No puedo ser su esposa. No puede ofrecerme un contrato sólo para hacer feliz a sus padres. ¿Por qué? Fácil. Porque Él es mi Jefe, la persona que es una heladera andante y el que es el peor jefe de todos. Me llamo Malena R...