Capítulo 30: Mal Día

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[Malena]

Abro mis ojos y miro a mi alrededor tratando de adaptarme a la luz.

—¡Está viva!.— grita Gerardo.

Me siento en el sillón y miro a todos los que están adentro de la oficina. Mi jefe apoyado sobre el escritorio con los brazos cruzados, Andrea sentada al lado mío mirándome preocupada, Gerardo apoyado en la pared con las manos en los bolsillos y Ángela arrodillada a mi costado.

—¿Qué pasó?.— pregunto con el ceño fruncido.

—Te desmayaste.— dice Sebastián suspirando.

—Sí y no sabemos muy bien qué pasó porque Sebastián no nos explicó nada.— lo reta Andrea mirándolo de reojo.

—Ya les dije.— les contesta pasándose la mano por la cara, estresado.

"Propuesta. Casamiento. Sebastián."

¡Hijo de...!

—Le pregunté algo y se desmayó. Cuando la quise atajar ya estaba en el piso.— contesta Sebastián con una tranquilidad que me altera.

¡Lo dice como si fuera que proponerme matrimonio es algo de todos los días!

Lo miro mientras me acuerdo nuestra conversación y me levanto rápido del sillón tirando al piso a Ángela que estaba apoyada en mi rodilla.

Me disculpo y la ayudo a levantarse.

—¿Nos podrían dejar solos?.— les pregunto a los chicos sin quitarle la mirada de encima a Sebastián.

Ellos contestan inseguros pero se van, cuando escucho la puerta cerrarse es cuando empieza la tercera guerra mundial.

Ok, estoy exagerando, pero casi.

—¡¿Me pidió que me case con usted?!.— digo más confirmándolo que preguntándolo.

—¿Estás preguntando o estás afirmando?.— pregunta con el ceño fruncido.

—¡Las dos cosas!

—¿Por qué gritás?.— pregunta levantando las manos.

—¡¿Cómo no quiere que grite si hace un minuto me dijo que me case con usted?!.— exclamo desesperada.

Este hombre me saca de quicio con solamente decir: HOLA.

—En realidad estuviste desmayada casi cuatro minutos.— dice mirando el reloj que tiene en la muñeca.

—¿Cuatro minutos?.—pregunto cerrando los ojos.—¡¿Cuatro minutos?! ¡¿Y no se le ocurrió llevarme a un hospital?! ¡¿No sabe que un desmayo "normal" solamente puede durar dos minutos?! ¡Capaz que tenía fractura de cráneo por la caída y usted nunca se enteró!

—Te revisé la cabeza cuando te levanté y te puse en el sillón, no tenías nada.— está comenzando a perder la paciencia, se le nota en la voz.

Niego con la cabeza pensando en lo que podría ser mi vida si me caso con este hombre. Sería un desastre, estaríamos todo el tiempo peleando, nos separaríamos y volveríamos a la semana, nuestros hijos nos dirían que la cortemos y... pará, ¿quién habló acerca de tener hijos?.

Esto me está afectando demasiado.

—Malena si seguís caminando en círculos vas a dejar un hueco en el suelo de mi oficina.— dice cansado.

Paro de caminar y lo miro.

—¡¿Usted está consciente de lo que me dijo?!.— le pregunto exaltada.

Él es mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora