[Malena]
Abro mis ojos y me acuerdo de todo lo que pasó ayer.
Necesito ir con Benjamín y quedarme con él hasta que despierte, porque yo sé que lo va a hacer. Lo tiene que hacer.
Miro a mi costado y veo a mi jefe durmiendo boca abajo, cabe destacar que no lleva camisa.
"Ojalá fuera así a trabajar"
Si fuera a la empresa sin camisa, lo último que él haría es trabajar.
¿Por qué estoy en la misma cama que mi jefe?
—¿Me estás viendo dormir?.—pregunta con los ojos cerrados y con la voz ronca.
No sé si solamente soy yo pero amo escuchar a los hombres hablar cuando recién se despiertan.
Me doy media vuelta en la cama y le doy la espalda.
—Yo... No... No lo estaba viendo.—tartamudeo mientras me tapo con la sábana.
Escucho su risa y siento como se mueve la cama.
—No me molesta que me admires, Malena.—apoya su mano en mi brazo y empieza a hacer círculos con su dedo.—Me encanta que lo hagas.—me susurra en el oído y yo me estremezco sin poder evitarlo.
Se levanta de la cama y suelto el aire que estaba conteniendo.
¿Qué mierda me pasa? Yo no soy así, casi nunca fui así con ningún hombre, pero con Sebastián es diferente. Su cercanía cada vez me afecta más y más.
Me pongo nerviosa con cualquier cosa que él hace, cuando escucho su voz pienso en lo bien que se escucharía por las mañanas al despertarme y...¡Basta! Me niego a sentirlo.
Me niego a sentir algo por Sebastián.
Me niego a pensar cosas buenas de Sebastián.
Me niego a enamorarme de Sebastián y para que eso no pase necesito volver a poner esa barrera que teníamos cuando apenas nos conocimos.Una vez cambiada y aseada, salgo del baño en el que me metí apenas Anderson salió de la habitación y me voy de ahí.
Esta vez no me dio explicaciones sobre cómo llegué a su cama y otra vez con una de sus camisas. Pero espero que me lo diga.
—Me voy.—le digo apenas lo veo en la cocina de la casa.
Sebastián está cocinando, esto es nuevo. No lo sabía, pensé que solamente Annie cocinaba. Cabe aclarar que no lleva camisa ni remera.
—Pero estoy preparando waffles.—me mira con ojos del gato de Shrek y yo por acto reflejo me muerdo el labio.
Sebastian mira mi boca apenas hago ese gesto y después vuelve a mirar mis ojos.
—Gracias pero no tengo hambre. Quiero ver a mi hermano, nada más.— le sonrío.
—Te vas a sentar acá conmigo, vas a desayunar y después te voy a llevar al hospital a ver a tu hermano.— dice remarcando todas sus palabras como si quisiera que entendiera que eso es lo que voy a tener que hacer sí o sí.
Suspiro y agarro mi cartera.
—Sebastián...
—Nada de Sebastián. Sentate.— achina sus ojos y me señala la silla con el cucharón de los waffles.
Suspiro una vez más y me siento.
Lo veo sonreír para después darse vuelta y seguir cocinando.
—Entonces... Contame algo.— dice mientras sirve dos vasos con agua y los deja enfrente mío.
Frunzo el ceño y lo miro.
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Él es mi Jefe
RomanceNo puedo casarme con él. No puedo ser su esposa. No puede ofrecerme un contrato sólo para hacer feliz a sus padres. ¿Por qué? Fácil. Porque Él es mi Jefe, la persona que es una heladera andante y el que es el peor jefe de todos. Me llamo Malena R...