Capítulo 23: Día de Nervios

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[Malena]

Abro los ojos y miro a mi alrededor sin saber dónde estoy.

Frunzo el ceño y miro mi cuerpo. ¡Nada más estoy vestida con una camisa de hombre! Aunque tengo que admitir que tiene un muy rico perfume, ese aroma lo conozco de algún lado.

¿Me secuestraron?

La puerta de la habitación en la que estoy se abre y entra Sebastián con un vaso con agua.

"Un placer verlo, señor Anderson"

Yo por instinto me tapo con la sábana lo más que puedo para que no me vea el cuerpo.

-Qué pena que despertaste.-dice mirándome triste.-Traía este vaso con agua con la intención de tirartelo en la cara para que te despertaras y ¡dejaras de roncar!.-deja el vaso en la mesita de luz que tengo al lado y me mira malhumorado.-Me tuve que ir de mi propia habitación porque la señorita roncaba y no me dejaba dormir.

Abro mi boca indignada por lo que dijo y él rueda los ojos.

-Yo no ronco, duermo como un bebé. Y déjeme decirle que me parece una falta de respeto que haya querido despertarme de esa manera.-digo indignada. Después pienso en lo que dijo y pongo mis ojos como platos.

-¡¿Su habitación?! ¡¿Por qué estoy en su habitación?!.- pregunto desesperada pensando lo peor...

"O lo mejor..."

No pudo haber pasado nada bueno con Sebastián, o sea, estamos hablando de SEBASTIÁN.

-Te quedaste dormida en mi auto, te traté de despertar y no te despertabas, al parecer tenés sueño profundo. Después te cargué y te traje a mi habitación, como vi que la ropa que llevabas puesta no era cómoda te cambié y te puse una camisa mía.-dice como si fuera lo más normal del mundo.

¡Sabía que conocía ese olor de algún lado! Anderson siempre usa el mismo perfume para ponérselo a todo, literal perfuma hasta su silla de oficina.

-¡¿Usted me cambió?!.-pregunto con los ojos exageradamente abiertos.

Ay no, seguramente vio mi conjunto de ropa interior de corazones rojos y rosas.

Cómo siempre yo hago las cosas a último momento y estaba tan apurada que era el único conjunto que había encontrado entonces lo agarré y me lo puse.

-Ya te dije que sí, pero tranquila, no vi nada.-dice sonriendo, pero la manera en la que lo hace no me gusta nada.-Solamente un lindo conjunto de ropa interior de corazones rojos y rosas. Muy bonito.

Siento mi cara caliente por la vergüenza así que agarro la sábana y me tapo hasta la cabeza. Escucho la voz de mi jefe y el colchón hundirse a mi lado.

-Me parece tierno. Un poco infantil pero tierno viniendo de vos.

Me destapo hasta que se vean mis ojos y veo a Sebastián con el codo apoyado sobre la almohada y su cara apoyada en la mano mientras me sonríe.

Tengo que admitir que me gusta mucho cuando sonríe, se le marcan sus lindos hoyuelos y... ¡No! ¡Basta de pensar cosas lindas sobre él!

-¿No vio mi celular?.-le pregunto cambiando de tema.

Me destapo y me siento en la cama, él sigue con la mirada cada uno de mis movimientos.

Me siento acosada.

-Ya sé porqué a veces no me tuteas.-dice Sebastián esquivando mi pregunta.

Y dale con que no lo tuteo. No es que no lo quiera tutear simplemente me sale hablarle así, como corresponde. Es mi jefe y yo su secretaria, tendríamos que tratarnos con respeto.

Él es mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora