Capítulo 10: El Hospital

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[Malena]

No puedo creer que Ricardo otra vez haya puesto sus asquerosas manos en mi cuerpo. Espero que no se haya sobrepasado conmigo porque eso me dejaría un trauma de por vida, aunque al trauma ya lo tengo desde hace mucho tiempo.

En este momento Andrea, Sebastián y yo estamos en el hospital para hacerme un chequeo general y así poder descartar la idea de sustancias tóxicas en mi cuerpo y la probabilidad de embarazo. Sería una pesadilla estar embarazada de ese hombre, además es mi padrastro y yo salía con su hijo. Además, no me gustaría tener que criar al hijo del diablo.
De tan sólo pensarlo me pongo muy nerviosa.

De camino al hospital llamé a mi hermano para avisarle todo lo que me pasó y él me dijo que en 15 minutos iba a estar en el lugar conmigo. Estoy segura que está muy alterado por todo lo que le conté así que voy a tener que calmarlo un poco.

—¿Estás bien?.— me pregunta Andrea sentándose a mi lado en una de las sillas. Sebastián se queda parado y se apoya en la pared.

—No, la verdad que no.— digo mirando el suelo.

Sigo en estado de shock y no siento nada, es como si todos mis sentimientos estuvieran apagados.

—Male, sé que lo que te pasó fue horrible pero tenés que seguir adelante, no podes dejar que esto te derrumbe.— me dice Andrea acariciándome el pelo. Sebastián se cruza de brazos y nos mira, yo no puedo dejar pasar ese movimiento y mis ojos recaen en sus brazos. Creo que él lo nota ya que una sonrisita se asoma por sus labios.

Aparte mi mirada al escuchar gritos en la puerta del hospital, obviamente no se me hace raro al saber de quién es la voz.

—¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde está mi hermana?!.— todos en el hospital se exaltan por los gritos menos yo.

—Tranquilicese, señor.— le dice el cana de la entrada a mi querido hermano.

Me levanto de la silla y me acerco a Benjamín.

—¿Podes calmarte?.— le pregunto poniendo una mano en su pecho.—Perdón oficial, ya me lo llevo.

El policía hace un movimiento de cabeza y vuelve a su posición mirándonos desconfiado.

—Gracias, Tony.—mi hermano le sonríe y le palmea el hombro. El hombre lo mira como si lo fuera a matar y Benjamín borra la sonrisa para después apurar el paso y alejarnos.

—¡Malena!.— me abraza cuando llegamos con mis acompañantes. Se separa y revisa que no tenga ningún golpe o algo.

—Benjamín, no tengo nada, tranquilo.—mi voz sale más pacífica de lo que pensé.

—Ya veo que no tenes nada, estás muy tranquila a pesar de todo.— dice frunciendo el ceño y mirando a los hermanos Anderson. Se sorprende un poco cuando nota la presencia de Sebastián pero después le resta importancia.

Yo ruedo los ojos y camino de vuelta a la silla.

—Male...— ¿no puede callarse un segundo? En este momento lo único que necesito es silencio y nada más.—Malena, quiero que me digas si...

—Señor Rodríguez, no creo que sea el mejor momento para...—mi jefe lo interrumpe a mi hermano y yo lo interrumpo a él.

—¡¿Querés escuchar cómo me siento, Benjamín?! ¡Siento que tengo ganas de morir! ¡Ese hombre volvió a poner sus manos sobre mi cuerpo y lo único que siento es pena y asco de mí misma!.— grito totalmente fuera de control.

Él cierra los ojos y baja la mirada. Mi jefe se me acerca y me abraza, yo por instinto también lo hago.

—Calmese, está armando un escándalo.— susurra en mi oído. Miro a mi alrededor y al parecer, soy el centro de atención de todas las personas presentes.

Él es mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora