Una farsa de amor [Luke Hemmings] (Terminada)

Capítulo 20

Era un canalla. Estar en la cama con _____ cuando tenía novia... pobre Rachel, que siempre confiaba en él. Lo creía haciendo un viaje en moto por el sur del país e incluso le había advertido que no llevase a nadie que estuviera haciendo autostop. Tenía gracia.

Luke cerró los ojos y se imaginó a sí mismo haciendo un puente o arreglando un empaste. Pero no valía de nada. No podía apartar a _____ de su mente, ni lo que ella le había dicho. «No besas como alguien que está prometido».

La verdad era que no quería casarse. Peor, no estaba seguro de cuáles eran sus sentimientos por Rachel. Desde luego, nunca había sentido por ella el deseo que sentía por _____ Miller.

Su voz, su calor, su risa, lo excitaban. Él era un hombre normal, con pasiones normales, pero cada vez que pensaba en ella se sentía inflamado, perdía el control.

Y eso no le había pasado nunca.

Quizá su subconsciente le estaba pidiendo libertad. Quizá por eso había decidido hacer un viaje en moto, sin destino. Quizá Rachel representaba una vida llena de barreras y _____ todo lo contrario.

Pero fuera lo que fuera, le debía a Rachel otra oportunidad.

Irritado consigo mismo, Luke miró hacia la pared para no ver ese kimono negro tan erótico. Se lo merecía por meterse en el coche con una extraña. Una extraña con los ojos de color esmeralda, además.

_____ Miller le daba significado, lo a la frase «Cuidado con los extraños».

_____ se despertó, sobresaltada. Por las ventanas entraban los primeros rayos de sol, de modo que debían de ser más de las ocho. Luke estaba sobre los cojines del sofá... o más bien, con la mitad del cuerpo sobre los cojines y la otra mitad en el suelo, como una marioneta.

Estaba monísimo. Muy atractivo con ese pijama de rayas. Y besarlo había sido mucho mejor de lo que imaginaba. Sabía besar, algo raro en los hombres como Luke Hemmings. Y le gustaba su cuerpo. Curiosamente, mientras se besaban olvidó que eran extraños. Extraños incompatibles, además.

Y luego Luke se inventó la excusa de que estaba prometido. Seguro que era mentira. Ella abrumaba a los hombres, lo sabía. Especialmente hombres como él. Era demasiado emocional, demasiado charlatana, demasiado original, demasiado sensual.

«Eres demasiado», le había dicho Brian Collier en el instituto. «Eres demasiado intensa, parece que tienes rayos X en los ojos, y haces demasiadas preguntas».

Los pocos hombres con los que había intentado ir en serio siempre se quejaban de lo mismo y, como resultado, _____ decidió mantener relaciones sin compromiso. Pero algún día encontraría a alguien tan intenso como ella, se decía.

Luke seguía dormido, tan serio como siempre. Ojalá no hubieran inventado esa fantasía de su vida juntos, porque le había hecho desear cosas imposibles.

Después de besarlo y percatarse del potencial sensual de aquel estirado le resultaría difícil dormir con él en la misma habitación y no dejarse llevar.

Luke brió los ojos entonces y parpadeó, confuso.

-Buenos días.

-Buenos días. ¿Por qué te has ido de la cama?

-Porque necesitaba espacio -contestó él, poniéndose colorado-. Mira _____, lo de anoche...

-No fue culpa mía. No intentes decir que... 

-Déjame terminar. Anoche me dejé llevar. Estábamos tan cerca que... en fin... 

-Ocurrió.

-Eso es.

-Anoche dijiste que te quedarías, pero no quiero que te sientas obligado. Además, tienes novia... ¿o debería decir prometida?

-Dije que me quedaría y me quedaré. Hasta el lunes.

-¿Estás seguro?

-Los dos somos adultos y podemos controlarnos -dijo Luke entonces.

_____ tuvo que esconder una sonrisa.

-Sí, claro. Bueno, vamos a hacer la cama... para alejar la tentación.

-Estupendo.

Se dispusieron a hacer la cama, pero cuando estaban cerrando el sofá, Luke soltó una palabrota.

-Me he pillado el pantalón.

-A ver... -murmuró _____. Efectivamente, el pantalón del pijama estaba atrapado en el sofá. En una zona muy comprometida-. ¿No te habrás pillado el...?

-No, por Dios.

-A ver si puedo soltarlo.