Eins.

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Pov Roy.

No de nuevo, esa pesadilla. Esa noche. No pude salvarla, no puede hacer nada por ella, a pesar de tener este gran poder ¿De qué demonios me sirvió? He defraudado a mi maestro y a mi propia palabra. No cuidé de ella como se lo prometí.

A pesar de haber tomado venganza, ella no volvió a la vida, y nada la haría volver, ni una transmutación humana, ni la piedra filosofal, ni nada.

-Bueno días, Señor.- me saludó Havoc con su mano derecha a la frente, noto su cara preocupada, tal vez por mi semblante. Y es que todo fué tan rápido, mi ideal ella llegar a ser el Führer... Pero no de esta manera. No perdiendo la mitad de mi vida en el proceso.

Finalmente me han dado el ascenso que he deseado desde la guerra de Ishibal, pero no está ella a mi lado.

Yo saludo a él con un ademán. Ahora tengo a un hombre como asistente. Y no es tan malo, pienso que es buen guardaespaldas. Pero odio eso, todos me miran con pena, ¡No me miren así!

Todos menos ese par.

-¡Coronel! Es un gusto verle aquí, pensamos que estaría en su oficina.- con bastante ánimo, más de lo normal, el menor de los hermanos Elric me saluda, como si nada hubiese pasado. Y le agradezco. Hago un gesto de felicidad efímera al notar como me ha dicho Coronel.

-No, decidí salir unos minutos.- de inmediato mi mirada se centró exactamente en el mayor de los hermanos Elric. Que me miraba con un gesto de disgusto, como siempre. ¿Cómo alguien tan pequeño puede ser tan malhumorado? Casi lo puedo oír gritando que: No es un pequeño.

-¿Y esa sonrisa?- me pregunta con altivez cruzándose de brazos. Se ve diferente. Y claro, ¿Qué significa eso? Tiene un uniforme de la milicia puesto, he de decir que con su estatura, se ve gracioso. Tiene dos estrellas en los hombros. Vaya, es verdad. Lo convertí en teniente. -¿Es por este absurdo uniforme? El Führer me obligó a ponermelo. ¡Me muero de calor!- si, ahí estaba el chico quejumbroso de siempre.

-Ya, ya. Sólo es cuando estás en central, hermano.- interrumpió Al para tranquilizar a su hermano. -Después de todo debes obedecerle.-

-Le queda bien, Teniente.- comenté con burla, si. Molestarlo era uno de mis únicos placeres que quedaban.

-Ahg, ¡No me llames así! Me dan escalofríos.- se quejó y no pude evitar sonreír.

-Aunque fue un gran problema confeccionar tú uniforme, tuvimos que mandar a hacer uno, no había talla extra chicha.- una vez más, ahí estaba su cara roja del coraje. Debí decir que se le ve bastante tierno todo el conjunto. Prácticamente es un niño con un traje de adulto y eso es el mejor toque.

-¡Maldito Coronel! ¿¡Estás tratando de decirme enano!?- de inmediato se abalanzó contra mi, pero; no tuve la necesidad de defenderme. Eficientemente mi guardaespaldas me ha protegido, y ahora está el pequeño alquimista de acero sometido contra el piso. Su hermano solo mira preocupado y nervioso.

-¡C-coronel! No lastime a mi hermano, por favor.- me pidió amablemente y yo simplemente hice el ademán para que le soltara.

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora