La pareja ahora un poco más tranquila se miraba, estando a expensas del menor de los Elric.
—Es raro ¿Verdad? Pero en mi defensa, el empezó con todo esto. Yo no tenía planeado decirle nada.— se excusó el rubio con visible vergüenza ganandose una mirada de 7u7r del general.
—No. Bueno si es raro ya que... Ambos son hombres y esas cosas. De igual manera estoy feliz, al verte feliz, valga la redundancia.— concluyó el hermano menor.
Esa tarde el general tuvo que regresar hacia las oficinas de Central, ya que era su deber permanecer la mayoría del tiempo ahí. Bajo la promesa del chico de irle a visitar un poco más seguido, ya que aunque ya habían aceptado ese tipo de relación entre ambos, los hermanos aún tenían que buscar la piedra Filosofal. [En su debido momento me voy a saltar todo eso porque me da tantita flojera escribir todo aquello. v:]
Sólo había pasado un día desde entonces. Ambos hermanos estaban encerrados en la biblioteca de central, rodeados de montones de libros desordenados de diferentes temas, autores y características.
Ambos estaban muy concentrados en su trabajo, dejando pasar el tiempo, hasta que se hizo de noche y el mayor de los hermanos se estiraba sobre el escritorio con hambre.
—Ahh... Maldición ¿Qué hora es? Tengo hambre.— balbuceó con la cara sobre el escritorio. Su hermanito se rió por la acción y decidió levantarse.
—Iré a buscar comida para tí entonces, veré si aún hay gente en el comedor.— el niño salió por la puerta principal de la biblioteca sin esperar una respuesta de su hermano. En el recorrido Al se encontró solo con un soldado, que jamás había visto, tenía el cabello castaño, casi pelirrojo, un poco alto y con ojos grandes y verdes, pasó por alto aquello y siguió su camino, desafortunadamente el comedor estaba vacío, así que le tocaba ir a buscar comida a otros lados.
Entró el mismo soldado por la puerta principal, Ed alzó la mirada por encima de los libros pensando que era su hermano. Al darse cuenta que no, se desinteresó y bajó la mirada para continuar con sus estudios.
—¿Usted es el coronel Elric?— preguntó el hombre de menor rango que estaba frente al escritorio, Ed levantó la mirada nuevamente mirando raro al supuesto soldado. Extrañamente este no le saludó correctamente, y aunque eso no le importaba en si, todos lo hacían ahí, incluso el en algunas ocasiones.
—Si... ¿Tu eres?...— con duda se preparó para cualquier tipo de situación mirando hacia los lados.
—Oh bueno... Yo soy el Sargento Lïsting Y...—
—No.— interrumpió el rubio juntando ambas manos para así activar si alquimia, cosa que el hombre no le permitió, tomó sus muñecas antes de dejarlo transmutar algo.
—No esta vez.— exclamó el supuesto sargento sometiéndo al chico que se retorcía por el dolor, ya que hábilmente le había hecho una llave con el brazo izquierdo. Y como si predijera lo que Ed fuese a hacer le susuró al oído. —No se te ocurra gritar, en la biblioteca se hace silencio siempre.— y se rió. Ed giró los ojos intentando levantarse pero el contrario no le dejaba.
—Maldición otra vez tú. ¡Dejame en paz ya!— exigió mientras el Homúnculo doblaba hacia atrás su Automail. Ed miró hacia las puertas de la biblioteca como esperando que cualquiera, su hermano o el Führer le ayudara, al no poder activar la alquimia sus oportunidades se hacían casi nulas.
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El esposo del Führer.
FanfictionDespués de que Roy Mustang se ha convertido en Führer, pero ¿Algo le falta?