Elf.

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Ed se sentía feliz, era una declaración sincera desde su punto de vista, pero aún así temía un poco por sus acciones, ya que. Aún no se sentía preparado para ese tipo de cosas entre ambos.

Roy lo abrazó firmemente de la cintura, haciendo un triple esfuerzo para no lanzarlo al sillón y hacerlo suyo ahí mismo. Esperó pacientemente por su respuesta, que no tardó más un par de minutos entre besos.

-E...Está bien... V-voy a aceptarte...- soltó al fin el chico encima del azabache. El mencionado sonrió satisfecho por la respuesta subiendo su diestra hasta su nuca, acariciando su cabellera rubia mientras lo empujaba nuevamente hasta el. Para inicial un nuevo beso igual de demandante que el anterior, que. Poco a poco el chico comenzaba a tomar el ritmo.

Roy aprovechó de ese pequeño espacio para comenzar a tocarlo de manera más atrevida. Dándose la libertad de acariciar sus costados cubiertos por la tela azul del uniforme. Ed se estremecía con cada caricia Dada. El azabache coló sus manos por el saco del chico llega do a tocar su piel directamente, el contacto estremeció nuevamente al chico, ya que la tela de los guantes del azabache se sentía suave y calida. El carmín de las mejillas de Ed cobraba más intensidad mientras era tocado por el mayor.

-Ah... Ah...- jadeó bajo cuando el de ojos negros comenzó a repartir besos en el cuello del chico, que era un poco ocultado por el cuello de la camisa. Dejó escapar un suspiro cerca de la piel del chico, que se estremeció al sentir ese cálido aliento chocar con su piel. Roy se giró dejando al chico recostado en el sillón, donde su cabeza se recargaba en el soporte de los brazos del sillón.

-Shh.- sonrió Roy al notar la cara nerviosa del chico.

-No... Me toques así... Se siente raro.- serio pero sonrojado exigió el chico, el mayor simplemente sonrió sacando sus manos del interior de la ropa del chico. Con su diestra acarició las mejillas calientes del rubio haciendo a un lado los mechones dorados que adornaban su cara, pasando la mano por la curiosa antenita que tenía para intentar aplacarla. -No se puede.- sonrió Ed al notar las intenciones del mayor.

Roy sentía remordimiento, a pesar de aún no ser nada, se sentía un vil mentiroso aunque tampoco era su culpa, por lo menos no tenía toda la culpa.

-Lo sé, solo es curiosa. Es lindo.- comentó volviendo a besar los labios del chico que poco a poco iba tomando el ritmo de los demandantes besos que le regalaba su amante. En un par de minutos logró sacar la chaqueta azul del cuerpo del chico dejándolos con la camisa negra sin mangas que siempre solía usar bajo la ropa.

Sin comentar nada Roy logró quitarle los pantalones junto con la botas, dejándolas en el suelo casi enseguida de sillón.

-Oye, Yo nunca he hecho este tipo de cosas.- de alguna manera el inocente muchacho se cohibió de inmediato. En anteriores veces no había sido problema el que le viera sólo en ropa interior, pero en este tipo de situaciones, era bastante diferente. -Es raro. Que me quites la ropa.-

-Tranquilo, no va a pasarte nada. Lo prometo, seré cuidadoso​.- comentó el mayor acariciando las coloradas mejillas del chico, repartiendo tranquilizadores besos en el rostro del rubio, que nervioso pensaba lo que pasaría a continuación. ¿Cómo llegaron hasta ahí?

Ed asintió con la cabeza relajando el cuerpo de manera considerable, confiando completamente en las palabras de Roy, después de todo no había porque​ desconfiar de aquello. Pasados los minutos, para darle más confianza al nervioso rubio. Roy se quitó unas prendas, exclusivamente las del torso. [Para presumir, arre] Ed se habría quedado como idiota mirando al adulto si no fuese por el gran nerviosismo que recorrió su cuerpo al notar y sentir las manos del azabache cerca de su entrepierna, acariciando por encima de la tela del bóxer que tenía puesto. E inevitablemente causándole un cosquilleo placentero que logró ponerle duro en cuestión de un par de minutos.

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora