Zwölf.

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Roy intentaba encontrar una explicación, pero no había ninguna coherente ante tal preguntas, el rubio estaba completamente convencido de que alguien había ahí, antes de el.

-Oh bueno, es que pasó algo realmente raro, Entonces tu viniste y me explicaste.- nervioso el azabache comenzó a explicar a medias, ganándose la mirada de duda del niño entre sus brazos. Entonces Edward se sentó apartándose de los brazos de su superior.

-No entiendo.- mencionó confundido.

-Claro, claro. No fué mi culpa... Por lo menos no es toda la culpa mía.- al mismo tiempo Roy se levantó nervioso, no sabía cómo iba a reaccionar el rubio. No lo conocía en esos aspectos tan íntimos, el chico volteó a verlo. -Antes de que entraras estaba... Envy aquí.- tragó saliva nervioso. -Y yo pensaba y estaba convencido que eras tú, ya que apareció con tu forma.- explicó cuando la mirada del chico a su lado comenzaba a tornarse molesta y aún más confundida. -Entonces el, ya sabes...- intentando evitar esas simples palabras miró con preocupación al chico, parecía no querer reaccionar a sus palabras, después soltó un suspiro, fué lo único.

-Entiendo.- musitó notablemente molesto, con rapidez comenzó a vestirse en frente del adulto pero dándole la espalda. Una vez tenía algo de ropa que cubría su desnudez volteó mirándolo serio. -Creo que es mi culpa por dejarme hacer eso, por un mujeriego, y simplemente por creerle.- mencionó mientras de colocaba la últimas prendas, así como las botas.

-No, no. Edward, no pienses eso justo ahora, fue un error yo ni siquiera sabía. De haber sabido porsupuesto hubiese evitado eso. Yo ya te confesé...- un poco alterado el general se levantó acomodando sus pantalones para poder levantar frente al chicho.

-Si, si. Tus sentimientos.- contestó tajante el rubio. -Diablos... Ahora me siento como un cualquiera.- murmuró molesto mientras se arreglaba el cabello. Molestia que ocultaba el dolor que inevitablemente sentía, y aunque comprendía la vaga explicación que el mayor intentaba darle, seguía siendo igual de doloroso.

-No lo eres. No pienses eso, discúlpame.- intentó acariciar el cabello del chico pero este le dió un manotazo impidiéndole el contacto.

-No me toques, por favor.- suspiró. -No me insistas, además. Yo no tengo nada que perdonarte, después de todo no somos más que subordinado y superior, solo eso.- sonrió apenas al notar el semblante del azabache, parecía sumamente preocupado.

-Ed...-

-Tengo cosa que investigar y también tengo que asearme, si no le molesta, me voy.- contestó el muchacho caminado hacia las grandes puertas, tragandose la vergüenza que sentiría de sí mismo al salir.

Roy no dijo más, lo dejó salir. De igual manera un poco dolido por las palabras secas del chico, aunque comprendía que tal vez sería enojo. Se sentó nuevamente en el sillón soltando un gran suspiro cansado, a pesar del incidente, se sentía en su parte bien.

El muchacho había regresado a las habitaciones donde se estaban quedando, parte de las instalaciones de la milicia. No sin antes haber ido hacia las duchas y Tomar un buen baño, aún avergonzado por sus actos anteriores y profundamente decepcionado. No respondió a las preguntas de su hermano, simplemente cortó la conversación con un banal: Estoy cansado.

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Habían pasado tres días, desde que el chico no se aparecía por ningún lado, pues aún continuaba "Pensando" en su habitación, A Roy comenzaba a preocuparle y aún con la culpa decidió buscar por su mismo al chico, ya que al parecer con sus llamados no conseguiría verlo.

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora