Edward Ahora se sentía bastante feliz al haber concluido con sus propósitos e imponerse unos nuevos. La situación con Roy se tornaba un poco difícil debido a que ahora él era el más ocupado. Solía irse por días, regresar un par y volverse a perder por semanas. El rubio le comprendía, no refutaba a pesar de estar molesto e incluso le complacía; cuidaba del niño y lo educaba. Después de todo se educó a él mismo desde pequeño.
Selim, a pesar de apenas ser un niño notaba los cambios de humor del rubio que dependían demasiado de las visitas de su padre.
—¡Ed, no estés triste! ¡Papá prometió volver mañana!— le hablaba el niño en un intento por consolarle. Edward le sonrió y lo levantó en brazos.
—Claro que no estoy triste... ¡Ja! Ya quisiera.— habló jactancioso y se entretuvo con el niño toda la tarde restante.
Comprendía que tampoco podía reclamar algo, ya que el había pasado mucho mas tiempo separado del mayor, sin avisar, sin visitar, sin nada. Pero eso no evitaba la tristeza que sentía al mirarle marcharse como ya era su costumbre. El sonido del teléfono le alertó y de inmediato acudió a atenderle, con una absurda esperanza de que fuera el adulto quien le llamaba.
Sin embargo el remitente de la llamada tampoco le desagradaba.
—¡Hola hermanito! Hace tiempo no hablamos.— saludó el menor de los hermanos por el otro lado de la línea.
—Hola Al. Si, hace unos días.— le contestó vagamente.
—¿Hermano, estás bien?— Edward se mordió los labios con duda, no sabía que decir ¿Tanto se notaba el semblante triste que cargaba desde hace días? Cayendo en cuentas que ese no era un tema para hablar por teléfono decidió callarse y evadir la pregunta.
—Eh... Si. Oye, ¿Qué tal has estado?— Al de inmediato notó el cambio y suspiró resignando, sabía que por teléfono no haría hablar a su hermano.
—Bien, ¡Oye, tengo que irme! Winry quiere que cargue unas cajas.— mintió —Te hablaré más tarde.— Edward se resintió un poco pero al final aceptó colgando el teléfono en cuanto su hermanito lo hizo.
Después de eso, sus días no fueron diferentes a los anteriores. Comenzaba a sentirse sofocado y harto de permanecer en un solo lugar. El niño tomaba su siesta de la tarde y Edward se encontraba aún más solo en la silenciosa y amplia casa. No son de su agrado los animales, por la misma razón no había conseguido ninguna mascota.
Muy tarde por la noche el mayor había llegado, de un terrible humor, lo que causó que cruzaran pocas palabras entre ellos. Edward salió al sentir la incomodidad, se sentó en la escalinata de la puerta principal y esperó que con suerte el mayor ya se hubiese dormido.
El no acostumbraba el salir por las noches el lugar era demasiado tranquilo así que decidió dar una vuelta por la cuadra.—¡Jefe de acero! Hace mucho no nos vemos. ¿Qué hace por aquí a esta hora?— El rubio más alto le detuvo en su caminar, tirando el cigarrillo que tenía entre los labios al piso, terminando por pisarlo para apagarlo.
—Bueno, no podía dormir y decidí salir. Aquí es muy tranquilo.— se encogió de hombros con pocas ganas de hablar.
—¡Oh! ¿Le acompaño?— bastante el amable el hombre le regaló una sonrisa.
—Como quieras.— su plática no fué muy profunda, ni importante. Hablaron unos minutos dando la vuelta completa a la cuadra regresando al punto de done había salido Edward en primer lugar.
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El esposo del Führer.
FanfictionDespués de que Roy Mustang se ha convertido en Führer, pero ¿Algo le falta?