Zwanzig.

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-¡Maldición me quedé dormido!- el muchacho se levantó de inmediato de la cama, dejando medio descubierto a su amante, entró sin mirarle al baño para asearse mientras un poco desorientado el general se tallaba los ojos levemente. Aún así se dió tiempo para observabar al niño que estaba apurado y se adentró al baño, mientras tanto el adulto se levantó con pereza y se colocó solo el bóxer. Comenzó a hacer una rápida limpieza en la habitación, recogiendo del piso toda la ropa y colocándola sobre la cama ya tendida.

Una vez el niño salió del baño, Roy se acercó y le sonrió.

-Calma Ed... ¿Quieres desayunar después de bañarme?- el rubio solo se sonrojó y asintió, Roy entró al baño sin decir más tardándose un poco en ello. Al salir el muchacho ya se encontraba vestido y casi listo para irse, el mayor se vistió de manera rápida pasando por su cabello los dedos como simple manera de acomodar sus cabellos.

-Me gustaría tan solo hacer eso con mi cabello.- comentó el niño mientras terminaba de secarse el cabello. El general no le respondió nada y se acercó a él por la espalda para acariciar su cabello lentamente.

-A mi me gusta.- le respondió y el niño se apartó comenzando a trenzarlo.

-¿Nos vamos?- Roy asintió, no sin antes tomar al niño de los hombros y darle la vuelta para robarle un largo beso.

-No debes avergonzarte mientras estamos solos... Finalmente nadie nos ve.- Ed sonrió y lo abrazó con poca fuerza.


-¡Hermano! Pensé que tardarías todo el día.- comentó bastante alegre el hermano mejor ya que se encontraba rodeado de gatitos pequeños.

-¿Por qué pensaste eso? Y ¿De dónde salieron todos esos gatos?- Ed se sentó a su lado tomando a un gatito entre sus manos, le acarició la cabeza y después le dejó nuevamente en el piso con cuidado.

-Porque estabas con el Führer y hacia mucho no estaban juntos, supongo.- pausó -Y los gatitos son del Sargento Fuery, me pidió cuidarlos por el un par de días ya que el estaría fuera en una misión.- terminó de explicar mientras observaba como los gatitos bebían leche de un pequeño tazón. -Ellos si toman leche, crecerán mucho.- molestó a su hermano un poco riendo de la reacción que había dado.

-¡Si la odio, la odio!- contestó molesto y rápidamente se levantó del piso. -Bien... Entonces estarás ocupado hoy ¿No es así?-

-Si, probablemente mañana igual.- el menor de los hermanos ya no hacía mucho caso, entonces Edward tomó la decisión de dejarle solo con los gatos. Se despidió de el y caminó de vuelta en sus pasos para salir de esa oficina, no portaba uniforme pero aún así con todos los soldados con quieres se topaba le saludaban.

-Al estará ocupado todo el día.- habló mientras cerraba la puerta de la oficina del general, mientras que bastante confianzudo se sentó en el sillón recargando su cabeza en el mismo.

-Ya veo.- El hombre no había prestado mucha atención a las palabras del niño, se encontraba bastante concentrado leyendo, revisando y firmando una pila de papeles que se encontraban en el escritorio. Edward lo notó, poco conforme con eso se levantó y se acercó al escritorio. -¿Pasa algo?-preguntó Roy sin mirarle.

-Nada. Iré por ahí, Al y tu están ocupados.- aburrido el niño se volvió al sillón.

-De acuerdo.- después de todo no era tan agradable en esos momentos tener un niño inquieto y revoltoso, eran papeles bastante importantes. Ed suspiró y esperó unos minutos sin decir nada ahí mismo.

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora