Fünfzehn.

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—Eres un pervertido ¿Sabes?— mencionó el adulto que después de un par de besos subidos de tono pudo sentir en su pierna la erección que Ed ya tenía.

—No lo soy.— molesto le dió empujones para que dejara de tocarlo, pero no lo logró. —Y-yo nunca había tenido este tipo de problema más que ocasionalmente y siempre en mi habitación.— aclaró. —Desde ese día, tú eres el culpable.— el jovencito avergonzado seguía repeliendo a Roy con las manos. Al notar que no lo quitaría de encima llevó su mano con mucha vergüenza hasta su entrepierna para cubrirse.

—¿Cuántas veces?—

—¿Cuántas veces, qué?—

Y Roy se rió cayendo en cuentas que aún Ed era lo bastante inocente para no entenderle, le besó la frente con cariño y después le dedicó una mirada coqueta.

—¿Cuántas veces te tocaste pensando en mí?— en ese preciso momento, Ed estaba seguro de que toda la gama de colores rojos pasaron por su rostro en segundos. Desviaba la mirada para evitar el contacto con los ojos del adulto que divertido lo miraba. En ningún momento el jovencito llegó a sentirse incómodo, pero si avergonzado a morir.

¿¡Eres idiota!? ¡Yo no voy a decirte eso!— exclamó el rubio con enojo. Ciertamente lo había hecho más de tres veces, pero no le daría el gusto de contarle así que simplemente le dió la espalda con los brazos cruzados. Se detuvo antes de salir, por su "Problema" era tan arisco que no se atrevía a salir así.

Y Roy lo tomó de la cintura por detrás.

—Déjame, déjame. Te dije que no la última vez. No en lugares así.— recriminó el rubio notando claramente las intenciones del mayor. Suspiró calmandose para no gritar y que les descrubrieran así.

—Será rápido.— Ed volteó a ver al general con un gesto de duda, preguntándose internamente si lo decía de verdad. Nuevamente, al notar como comenzó a tocarlo no le quedaba ni una duda.

Roy acomodó al niño de espalda a la pared y le dió un ligero empujón para que se recargara. De inmediato se pegó a el comenzamos con un beso intenso donde la lengua del general recorría hábilmente la boquita del niño. Ed solo logró abrazarlo poniéndose de puntas ligeramente.

Roy bajó sus manos de inmediato al pantalón del chico, donde desabrochó el cinturón de cuero que siempre tenía. Bajó con cuidado los pantalones del chico lo suficiente para dejar ver su tracero.

—Me pregunto, ¿Cómo es que un niño tan pequeño tiene tan buen tracero?— Roy había separado las piernas del chico ligeramente mientras colaba sus manos enguantada bajo la camisa del rubio. Ed se cubrió la cara con demasiada vergüenza, Roy tenía la suerte de que el niño fuera tan simplón como para avergonzarse por un comentario así. Ed no dijo nada solo soltó un gruñido molesto y nervioso. Se tensó demasiado al sentir como el general restregaba su miembro semi erecto en su tracero de la manera más descarada que se puede.

—Nos van a oír...— con miedo el rubio volteó a verlo. Transmitiendo con la mirada los sentimientos que lo invadían. Roy enternecido le regaló un dulce beso en los labios, largo y lento que llenó de confianza al niño.

No tardó mucho más, Roy abrió sus pantalones lo suficiente para dejar salir su miembro, Ed lo miró nuevamente. Volteó hacia enfrente preparándose mentalmente para lo que venía.

—Mmhg...— Roy dió inicio teniendo sumo cuidado con el chico, guiandose por el tipo de gestos que hacía y que alcanzaba a ver. Gimió bajo cuando tenía por completo al adulto en su interior, tembló.

—Ssh...— murmuró el adulto moviéndose lentamente enfrente y atrás, manteniendo un ritmo constante para ambos.

Sí bien no dolió como la primera vez, Ed sentía esa incomodidad en el tracero que hacía contraerse brevemente cada cierto tiempo.

—¿Hay alguien? Necesito usar el baño urgentemente, están ocupados los demás.— la voz de un niño no mayor a los ocho años se escuchó del otro lado de la puerta, Roy y Ed se separaron de inmediato y en silencio esperando que el niño desistiera y se fuera. Pero no pasó así. Tampoco sabía cómo hacer para salir de ahí. Y no había ni siquiera una ventana tan grande por donde ambos pudiesen entrar.

—Sh... Quizá se vaya en un segundo.— murmuró muy bajo el general mientras malhumorado se abrochaba el pantalón. Y Edward de igual manera no comprendía si estaba más enojado por no haber terminado​ o porque efectivamente Alguien casi les descubre.

—No se irá idiota... Te lo dije, no haces caso. Saldré yo y diré que este está descompuesto, sal después.— molesto y serio terminó de acomodarse la ropa esperó un par de segundos y suspiró hondo, abrió la puerta con cuidado y que no se viera hacia el interior, después buscó al niño con la mirada. Estaba casi a un lado recargado en la pared con una cara de angustia. —Hola, lo lamento pero ese baño está fuera de servicio niño.— Ed se agachó un poco y le sonrió esperando que el niño se fuera.

—Señor, es muy urgente. Tengo que ir.—el niño se sonrojó de la nada y se colocó en cuclillas, Ed igual. El niño tenía cabellos negros y rebeldes, pero ojos azul cielo vestía con ropa casual elegante lo que le indicaba que venía de alguna familia rica.

—Ven, te ayudaré a encontrar otro baño.— El rubio tomó al niño de la mano para levantarse e irse caminando hacia el lado contrario. —¿Cómo te llamas?—

—Mi padre siempre me dijo que no hablara con extraños.— el pequeño evidentemente​ desanimado agachó la mirada mientras caminaba. —Pero no he visto a mi padre en muchas tiempo y tu no eres un extraño.— pausó. —Eres un alquimista estatal.— contento el niño y con admiración comentó caminando más feliz.

—Yo tampoco he visto al mío.—rió y volteó a ver al pequeño niño. —Si, lo soy. Soy Edward, ahora dime tu nombre.— alardeando un poco llegaron al siguiente vagón y por consiguiente a los baños de este.

—¡Gracias por acompañarme!— el niño jaló su manga y lo hizo agacharse hasta su altura. —Mi nombre es Selim. Selim Mustang, mi mamá siempre dice que no debo decirle mi nombre a un desconocido pero tú no lo eres. ¡Gracias!— y el niño se despidió con un gesto tierno, y entró al baño sin más. Ed se quedó boquiabierto, en esa posición. Después se levantó con pesar y caminó nuevamente hasta el lugar donde estaban sentados inicialmente. El adulto ya estaba ahí.

—¡Hermano!— el llamado de Al le hizo regresar de sus pensamientos. Intentando hallar una solución o una buena explicación para eso. No sabía mucho de la vida de Roy así no podría sacar conjeturas tan rápido.

—¿Te pasó algo?— el general le sonrió y le hizo una seña para que se sentara a su lado, la cual rechazó.

—Nada en especial.—

Selim Mustang... Cabello negro, ropa que solo alguien de los altos mandos puede solventar, el niño estaba bien advertido de no decir su nombre...

Ed no quería pensalo, pero aún así las coincidencias eran demasiadas. Miró con desprecio al general y después hacia la ventanilla.

Roy pensó que había sido por el insidente del baño y no se preocupó de más.

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Holis. XD No me odien. v: Esto es muy divertido de ver y leer.

Gracias por seguir mi historia, si se aburren de esperar hice un One-Shot RoyEd, pueden pasar a leerlo. XD

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora