Siebenzehen.

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Un vez más habían regresado a la cuidad principal, sin nada. Sin nada de resultados de esa "investigación" sin fundamentos. 

Ambos hermanos estaban leyendo un par de libros viejos y descuidados en la habitación en la que casi siempre se hospedan y confinaban, con algunas escolta que el Führer había mandado para salvaguardar la integridad de ambos, aunque no sirve tanto de mucho, más bien les llegaban a estorbar en algunas misiones que ejecutaron a partir de esos días, días que se convirtieron en semanas enteras sin tener aún un indicio conciso, estaban estancados. Y lo sabían.

—Por favor ya dejame dormir... Al, en serio. Necesito dormir, siento que colapsaré.— alegó el muchachito después de una larga jornada de investigaciones en libros, los ojos le picaban y comenzaban a lagrimear.

—Hermano... Debemos encontrar esto antes de hoy por la mañana. ¡Te lo ha pedido el Führer!—

—Ese Maldito solo sabe explotar trabajadores.— se rió automáticamente​ por lo que había dicho y cerró el libro dejando una página doblada para no perder donde estaba leyendo.

—No creo que deba nombrarlo maldito, después de todo nos ha ayudado demasiado y además es tu...—  el niño pausó el notar la mirada de su hermano mayor directamente clavada en el.

—Sé lo que es, y sé lo que nos ha ayudado, aún así eso no le da el derecho de hacernos hacer eso.— señaló con un ademán todo el montón de libros y papeles regados por la habitación. —Suficiente, me voy a dormir ahora.—

—Entonces yo seguiré, holgazán.—

Ed se echó en la cama casi al lado de su hermano y se cubrió hábilmente con las sábanas para que la luz no lo molestara, a pesar de ser las cuatro de la tarde. No tardó demasiado en quedarse dormido, y es que la reciente discusión sobre un tema sin importancia le dejó con muy poca paciencia y sin ganas de cumplir otro de sus tantos mandatos.

El hermano menor entendía todo lo que eso significa para ellos, pero al parecer su hermano se estaba comenzando a hartar de su entorno y sus pedidos que estaban a la orden del día por ser el "Segundo hombre más importante del país".

El descanso del chico se vió interrumpido por unos toques en su puerta que los alertaron, sabían de quién se trataba, pero el hermano mayor decidió ignorar aquello hasta que el general estaba al lado de él, con una semblante serio. Era un claro ejemplo de que para el la vida Laboral​ y la personal eran completamente diferentes y últimamente solo lo trataba como uno más de sus trabajadores a pesar de que en algunos momentos quedaban completamente solos. El chico se resintió poco a poco hasta ocasionar la reciente discusión.

—Edward deberías de estar trabajando junto a tu hermano, no ahí. De cualquier manera toma. Irás a investigar esto.— lanzó no muy fuerte un sobre que contenían los detalles del trabajo en el cuerpo cubierto del menor. El cual no lo tomó muy bien.

El rubio se sentó en la cama y tomó el sobre sin siquiera abrirlo, y se lo lanzó de regreso.

—Ni Al ni yo somos tus esclavos Roy, tienes a tu disposición a veinte mil soldados para tu estúpida misión y nos mandas justamente a nosotros. ¡También tenemos asuntos que resolver! Yo no te pedí el puesto.— estalló en ira, levantó la mirada encontrándose con la del mayor, tan seria, fría y calculadora que de inmediato se cohibió y casi se retractó, Al se levantó de su lugar y se puso alerta, de cierta manera también estaba harto.

—¿Qué pasa contigo?— molesto por los reclamos tomó de la camisa al niño levantandolo de la cama dejándolo a centímetros de su rostro molesto. —Yo mando y tú obedeces, esa siempre ha sido la verdad.— Ed jaló sus brazos para liberarse pero no pudo.  —Ustedes salgan de aquí.— pero Al no se inmutó a pesar de mirar a los militares salir de la habitación, se acercó a la pareja y colocó el guantelete de su mano en el hombro del general.

—Suelte a mi hermano por favor, el no tiene la culpa de nada.—pidió en tono sereno, calmado pero con firmeza a la vez.

—Al... V-ve a por comida por favor... Hablaré bien con el.— susurró el rubio sin mirar a ninguno de los dos, al escuchar eso el mayor lo soltó y esperó a que la última persona de la habitación saliera de ahí. Una vez vacía la habitación miró a su niño.

—Edward perdóname, últimamente he estado muy estresado y yo...—

—¡Yo no tengo la culpa de tu maldito estrés, Roy. Solo tú eres el maldito ambicioso, Incluso intento ayudarte pero tú solo estás mirando si estoy de holgazán o no. Y ya, ya me dejaste bien claro el lugar del otro! ¡Vete de aquí!—le dió un empujón ya que empezó a acercarse a el. El adulto se sentó en la cama sin decirle nada, meditando las palabras del menor y el coraje con la que las escupió.

—Esa no era mi intención, Ed. Te quiero sabes que lo hago pero aún así tengo un trabajo.— explicó con un tono de voz más apacible y casi nulo. Ed se sentía aún enojado. Volteó a mirar al adulto con un gesto de poco interés suspirando bajo, dando un par de pasos hasta quedar sentado casi al lado de él.

—¿Y eso qué? Yo también lo tengo, yo no pedí, ni sugerí esto. Ser tu mano derecha es por mero capricho tuyo aún sabiendo que soy incapaz de ser igual de eficaz que...—

—Si, ya lo entendí.— interrumpió el azabache quedándose en silencio por largos segundos, finalmente extendió el brazo tomando por los hombros al niño atrayendolo hasta su cuerpo, dándole un abrazo tierno.

—Ya lo entendí yo también... Aún así los dos tenemos nuestro asunto pendiente. Y aún más con ese bicho rondando por ahí, poniéndome falsos.— se encogió de hombros, como si no estuviese lo suficientemente pequeño, se giró escondiendo el rostro en el abrazó.

Finalmente la pareja se separó, dando por concluida la discusión y aclaración.

—Yo simplemente me estaba divirtiendo, es todo.— murmuró el de cabello verdoso al recibir ese regaño por parte de su figura de autoridad.

—No debes.— dió por concluida la conversación posando su mentón en la palma de su mano, teniendo un gesto apacible y cerrando los ojos firmemente.

—¡Oh vamos padre!—

• • •

—¿Tu crees que es sea una buena idea? Quiero decir no me desagrada la idea de conocerlo más, simplemente es mucha información para un pequeño.— alegó el muchacho rubio después de recibir la invitación o casi orden del adulto. No entendía muy bien porqué el afán de conocer al pequeño que tenía entendido era su hijo.

—Será divertido, el te admira.— se atrevió a decir el hombre para alentarlo más.

—¿Me admira? Oohh, claro. Me admira.— confirmó con una gran sonrisa y actitud altiva mientras comenzaba a alardear de aquello, el adulto sólo lo tomó con humor, reservando sus comentarios.

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Hola gentecita, perdón por tardarme aún más con este capítulo, estuve demasiado ocupado. Pero hoy fué el día de la disque inspiración. Espero les guste, si tienen un comentario o sugerencia pueden decirlo libremente.
Realicé un Two Shot sobre esta pareja para variar. xD
Sí se aburren de esperarme puede pasar a leerlo.
Gracias.
❤️

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora