Vierzehn.

5K 421 57
                                    

Más tarde el general había despertado con la ligera sensación de que algo le faltaba. Miró hacia todos los lados de la habitación, se encontraba totalmente solo. Y adolorido en baja intensidad. Quitó las sábanas blancas que cubrían su cuerpo y se sentó en el filo de la cama admirando unos segundos por la ventana, se lograba ver una parte de la cuidad desde ahí. No recordaba haber llegado ahí, mucho menos el como llegó hasta ahí. Subió las manos por su rostro para asegurarse de no tener ninguna herida y suspiró con alivio.

-Despertaste...- murmuró el chico mientras entraba a la habitación y se quedaba parado en el umbral de la puerta.

-Ed...- mencionó el general con alegría, se acercó hasta el rodeando sus hombros con su brazo, que gracias a la diferencia de estaturas le era demasiado fácil y cómodo. Rió ligeramente al imaginarse cómo reaccionaría el chico por sus pensamientos.

-Estaba a punto de irte a comprar algo para que comieras cuando despertaras. Pero lo has hecho antes.- no dijo nada respecto a la muestra de afecto del general. Encogió los hombros sintiéndose protegido. Para después dar un golpe moderado y a puño cerrado de las costillas del general.

-¡Ouch! ¿Y eso por qué fué?- entre sorprendido y enojado se separó del chico colocándose casi enfrente, brindándole una mirada de duda.

-Por dejarte hacer daño por ese bicho.- musitó con los brazos cruzados sin mirar al general. Aunque en su mente estaba riendo or lo reacción, decidió guardarselo.

-No me "Dejé".- hizo énfasis en la palabra con un tono más fuerte. -Tomó tu forma justo cuando iba a atacar.- concluyó con voz tranquila, le tomó de las mejillas alzando la carita del rubio para que le mirara. -No eras tú, pero aún así no pude.- tiernamente se acercó a besar con lentitud los labios del chico que impresionado apenas correspondió. Sus mejillas se calentaron de inmediato y cuando el general se separó del rubio salió de inmediato de la habitación seguido por el adulto. -No huyas.-

-No estoy huyendo.- sonrió leve y señaló su estómago. -Tengo hambre.- concluyó yendo a revisar si por casualidad había algo para poder preparar o comer, aunque no estaba muy seguro de saber o poder cocinar.

-Vayamos a comer a algún lado, igual tengo un poco de hambre.- sugirió el general colocándose la chaqueta del uniforme acomodando su ropa. Ed lo miraba desde su puesto embelesado, sonriendo apenas. -Se te cae la baba.- burlón se acercó a abrazarlo nuevamente. Una genuina expresión de cariño se formó en la cara del general mientras acariciaba las suaves hebras doradas del chico, que lo miraba de la misma manera.

-También a ti.- y se rió eufórico dándole un beso rápido en los labios poniéndose de puntas para lograrlo. De inmediato se separó comenzando a caminar en dirección a la salida, caminando alegremente por los pasillos, y es que por única ocasión tenía puesta su ropa de siempre y no el horrendo uniforme. [A su vista]

El general le seguía sin decir nada, sin apuros. Siendo escoltado por otros dos militares que si bien no le hablaban, pero su sola presencia le molestaba. Aún no estaba acostumbrado a ser seguido para todos lados por más de una persona.

-Pueden quedarse aquí.- anunció el general al bajar del auto detrás del jovencito que lo esperaba parado en el umbral de la entrada del restaurante. Ed miraba con detalle el interior aunque aún no había entrado, nunca le han gustado las cosas ostentosas. Una vez dentro del restaurante miró al chico. -Tengo que ir a South City.- soltó, y el chico alzó la mirada del menú para posarla en el general.

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora