Drei.

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Colocó con cuidado sobre su uniforme aquella pequeña medalla, ciertamente le había gustado solo que era demasiado modesto como para aceptar algo así y de la nada.

—Se ve genial, me gusta.— le dijo su hermano para animarlo mientras miraba con detenimiento. —Al parecer está hecha a mano.— impresionado continuó analizando la figurilla.

—Es linda.— aún con sus dudas pasó su dedo por la pequeña insignia y sonrió. —¡Bien, ahora a lo que nos concierne!— dijo muy seguro el rubio mientras se cambiaba rápidamente de ropa, ya que su servicio militar por ese día terminó. Salieron en busca de más pistas para su importante investigación.

—Mira, allá. Ese niño es el segundo "hombre más importante del país".— bastante consternados caminando en una calle bastante transcurrida.

—Apenas me promovieron... ¿Quién les habrá dicho ahora? ¿Lo anunciaron en la radio?— mientras resolvían sus dudas caminaban hacia el lugar donde deberían hacer sus investigaciones independientes.

—¡Mira, hermano! ¡En este libro hay algo!— un poco emocionado el hermano menor avisaba al encontrarse con un libro sobre alquimia antigua.

—Si, creo que servirá. Hay que comprarlo.— murmuró sacando de sus bolsillos unas monedas de acuerdo el precio del libro y se las dió a su hermano para que fuese a pagarlo. Extrañamente no estaba cien por ciento concentrado en su investigación, su mente aún divagaba sobre las supuestas intenciones del Führer.

Al se acercó a él una vez compró el libro y comenzó a leer en voz alta una parte que podía servirle pero al parecer su hermano no le estaba prestando atención. Al menos no la suficiente para entender el indicio.

—¿Hermano? ¿Estás bien?— preguntó ya bastante preocupado por su actitud. —¿De verdad lo del coronel te tiene tan intranquilo? Quiero decir: Lo del Führer.— Ed de inmediato lo volteó a ver abriendo bien sus ojos por la impresión.

—Creo que, si. Sí.— afirmó bastante seguro de su respuesta, solo quería descubrir las intenciones del hombre.

Más tarde de vuelta en central, el mayor de los hermanos caminaba con prisa hasta la nueva oficina de Roy, con unos papeles en la mano. Un reporte bien fundamentado sobre algún tema que el Führer le había pedido en calidad de: Urgente.

Miró a los dos guardias en cada extremo de la puerta, y le dejaron de inmediato saludando formalmente a su superior. Entró a la oficina mirando a un ojeroso Roy sentado en la gran silla, con un vaso de Whiskey a su lado, una hielera y una botella medio llena. Roy no lo miró, ya que solo el tenía el permiso de entrar sin avisar siquiera.

—S... Señor, ya tengo el reporte que me ha pedido.— tartamudeó por el nerviosismo  de verlo tan serio.

—Acero.— murmuró Roy mirando los papeles en la mesa que eran dejados por el rubio. Para después mirarlo fijamente a el.

—¿Si, señor?— habló serio el menor mientras daba un paso atrás en señal de respeto.

—Siéntate, ¿Quieres un trago?— ofreció Roy con total confianza señalando un segundo vaso en el escritorio ¿Roy sabía que Ed vendría?

—Eh... No gracias, el alcohol no es de mi agrado.— acertó en decir, ya que anteriormente dijo había ingerido alcohol pero el sabor no era de su agrado. —Además tengo diecisiete.— terminó su argumento.

—Es porque no tienes un buen sentido de los buenos licores, toma un poco.— ofreció de nueva cuenta y amablemente el Führer que actuaba totalmente diferente, quizá intentaba ser más cercano a su nueva "Mano derecha".

Sin preguntar otra vez, Roy sirvió tres hielos en el vaso y llenó a la mitad de aquel licor fuerte como es correcto y se lo acercó al chico, mirándolo fijamente, como esperando a ver su reacción al tomar.

Ed solo miró como lo preparaba, realmente no quería solo tomaría un sorbo y después se iría.

—Está bien, señor.— tomó con su mano izquierda aquel vaso frío y giró el líquido dentro, haciendo un sonido relajante gracias a los hielos chocando contra el vidrio. Ed tomó un sorbo lentamente saboreando el licor en su boca y después pasándolo dejando un fuerte sabor a alcohol en su boca. Que fue de su desagrado.

—Llámame Roy... Porfavor... Cuando estemos solos házlo.— pidió de una manera extraña.

Roy no despegaba la mirada de los labios del menor, minutos después De finalmente se había acabado el líquido. Dejando el vaso nuevamente en el escritorio.

—Es bueno ¿No?— incluyó Roy mirando nuevamente los ojos dorados del General. —Te lo dije.—

—Lo es, pero no tomaré más.— dijo Ed suspirando para después comenzar a relatar un poco del informe para dar más detalles verbales.

—Hiciste un buen trabajo, Edward.— dijo amablemente.

De un momento a otro Ed se comenzó a sentir nervioso por la presencia de Roy, y no era por sé una figura superior a él. Simplemente se sentía nervioso, la forma de hablar del mayor, no era normal o por lo menos no con el. Nunca se habían llevado así de... Bien.

Los ojos dorados seguían a los azúl marino y viceversa, formándose un extraño silencio no muy cómodo al momento que Ed terminó de hablar. Ninguno dijo nada, pero sus miradas parecían decir bastante.

—Acero... Necesito una esposa.— soltó por fin. Su tono no era de broma por lo cual el pequeño alquimista no dudó. Pero le hizo sentir enojado. Sin ninguna razón.

—¿Y? ¿Por qué me lo dice a mi?— molesto el jovencito se cruzó de brazos con un ligero gesto molesto. "¿Me estás tomando el pelo?" Pensaba Edward.

—Solo quería decírtelo... Pensé que éramos amigos.— suspiró alzando la mirada.

—Supongo pero... Eso es un asunto que amo no me incumbe y si me permite... Tengo trabajo que hacer ya que un bastardo me ha puesto.— se burló Ed, pero más que una burla, lo decía con aparente coraje.

—¿Te vas?— se inclinó hacia enfrente recargando sus codos en el escritorio, así mismo entrelazando sus manos para recargar su mentón en ellos. Una sonrisa de altivez se formó perfectamente en su rostro. Satisfacción, quizá.

—Si.— se levantó haciendo una pequeña reverencia ante el Führer y caminó hasta la salida, por fin yéndose. Todos le quedaban mirando poniendo a Ed más incómodo.

—Hermano... Tus mejillas están rojas así como tus orejas.— comentó el hermano menor mientras que miraba entrar a su hermano a su habitación.

—¿Mis mejillas?—  se giró rápidamente sobre su eje mirándose a un pequeño espejo, a la vez que sosteniéndose de la pared. Efectivamente estaba rojo, su joven cuerpo no resistió tanto alcohol en su sistema, algo mareado se sentó en la cama.

—Ese tipo me dió a beber alcohol, al parecer estaba muy fuerte, no es nada. Simplemente me mareé.— murmuró dejándose caer la cama mientras cubría su cara con su antebrazo respirando calmado.

—De verdad estás... ¿Estás ebrio? ¡Que raro!— se burló su hermano por el aparente poco aguante del menor.

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7u7
Emborrachalo y secuestralo. v:
Nahhh, Ya casi se viene lo bueno.
Arriba les dejo una canción, le hice el sub yo. Hssgcsmdhfh
Gracias por leer. <3

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora