Zehn.

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El Edward real no comprendía bien la situación, estaba al tanto de que Roy estaba ocupado ya que anteriormente los guardias le dijeron que había entrado un militar cualquiera a su oficina. Pero no entendía la mirada estupefacta del azabache, que lo miraba de pies a cabeza, parecía sorprendido y nervioso.

—Entonces quién...— murmuró el Führer volteando a ver hacia el escritorio donde supuestamente estaba el rubio.

—¿Quién qué?— Dudoso Ed cerraba ambas puertas de madera tras suyo, pegando la espalda a la superficie, para mantenerse lo más alejado del mayor.

Roy volvió a echar un vistazo hacia atrás pero el segundo rubio ya no estaba y en su lugar solo habían pequeñas gotas imperceptibles o «Casi» para Roy.

—Nada... No es nada...— se alejó de inmediato recorriendo la habitación como buscando a la persona, ya que no podía decir o explicar lo que había pasado minutos atrás.

—Los guardias me dijeron que... Había un soldado aquí, que no hacía mucho que estaba aquí dentro.— arqueó la ceja el joven mientras seguía con la mirada al hombre que caminaba por la oficina aparentemente buscando algo. —Bueno ese no es el caso... Yo vengo por otra cosa.— explicó el chico mientras tomaba asiento y se armaba de valor para comenzar a narrar lo sucedido. —Veras R-roy... Hace un rato yo...— y comenzó a narrar con lujo del detalle aquél encuentro de no hace mucho con el Homúnculo. Omitiendo su vergüenza ya que era un asunto militar independientemente de lo que haya pasado, lo era. —Y entonces... No sé si fuiste realmente tú o Envy... Quién hace un par de días... Que yo te...— Roy de inmediato se puso casi al frente de el, cayendo en cuentas que lo de antes tampoco pasó con el verdadero Edward.

—Si, eso si te lo dije yo.— contestó el azabache como adivinando lo que quería decir el chico. Ed suspiró aliviado de saber que era cierto, ahora estaba un poco más tranquilo, claramente feliz.

—Está bien... Ahora que ya sabemos lo que pasa... Sólo necesitamos atraparlo. ¿No?— cambió repentino de tema para evitar que de nuevo le insistiera, por si tenía en la mente hacerlo. Que chico tan inteligente.

Roy miraba embobado su rubor, aún sentía vergüenza de sus acciones anteriores y sintiéndose sucio por no notar esa diferencia. ¿Se lo diría? ¿Para qué? ¿Con qué fin? No, no lo haría.

El joven al notar la cercanía peligrosa del azabache a su rostro, se movió hacia un lado evitando así el contacto, no se sentía listo. Y aún estaba en una especie de trance por el manoseo de antes.

—Bueno, me voy. Traeré más reportes sobre esto.— murmuró Ed levantadose de su asiento para después llevar la mano a su frente e irse alejando. Ahora tenía esa certeza de que todo era real, pero así mismo no lo asimilaba del todo bien.

—Ed, espera.— llamó el más grande. —No te vallas. Quedate un rato aquí.— pidió el azabache. Ed se lo pensó un poco a pesar de tener la respuesta. Suspiró y asintió dando un giro y regresando prácticamente por donde vino. Sintiéndose nervioso y sofocado. —Creo que aún piensas que todo lo que te digo sobre mis sentimientos no son reales. Ya sé. No tengo buena reputación sobre eso pero. Son verdaderos.— murmuró Roy cuando ambos ya estaban sentados uno al lado de otro, inclinándose hacia el chico peligrosamente, mirándolo directamente a esos ojos color oro que tanto le gustaban. Ed al sentirse invadido con la presencia del más grande intentó encoger los hombros algo cohibido. La proximidad del azabache le causaba más nervios, y no era para menos. Ambos estaban nuevamente a centímetros de unir sus labios. Roy no perdió más el tiempo asegurando con su brazo que el chico no fuese a escapar, lo abrazó pegando por sus labios a los del chico. Que no correspondía.

Ed no cerró los ojos como lo hizo Roy. Si no hasta que el azabache comenzó a mover lentamente sus labios, acompasados con los del rubio entre sus brazos. Ed lo tomó de los costados aferrándose a la tela del uniforme.

Roy, al notar como el chico no lo rechazó aprovechó para subir la intensidad de aquel beso, pasando su mano por la espalda del chico, lentamente haciendo un recorrido por su columna hasta llegar a tocar su largo cabello rubio, acariciando las partes sueltas.

Comenzó a dar ligeras mordidas en los labios del chico que parecía jadear con cada cambio de ritmo. Nunca había besado, y mucho menos de esa manera tan provocadora. Pero temía por lo que fuese a pasar después.

Roy se separó un poco sólo para volver a tomar sus labios, de manera más ruda y demandante, pasando la punta de su lengua por los labios del chico, que nervioso intentaba seguir el ritmo, sintiendo más bochorno con cada segundo que pasaban pegados. Ed comenzó a jadear de manera errática, por falta de experiencia en ese tipo de cosas.

Roy enternecido lo jalaba poco a poco hacia si, dejándolo a últimas, sentado sobre su regazo con las piernas separadas.

—Ed... No voy a obligarte a nada.— acertó en decir el azabache aferrándose a su cintura, mientras el chico lo miraba a los ojos, entre sonrojado, confundido y feliz.

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Oigame no, deje ahí. ewe
¿Lemon?

Gracias por leer. <3 ✨

El esposo del Führer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora