Como he dicho toda historia tiene su principio pero en realidad no sé muy bien en donde empieza esta, obviamente no me remontaré al día en el que nací, aunque si te interesa lo hice hace 19 años en Australia en un pequeño pueblo a las afueras de Sydney, no hay mucho más que contar de aquel momento. Me crié con mis padres y mi hermano James que, tiene 2 años más que yo, bajo unas normas bastante estrictas como, no levantarse de la mesa hasta que todos acabaramos de comer, de la misma forma que no podíamos meternos nada en la boca hasta que los 4 estuviéramos sentados; nada de irse a la cama más tarde de las once los fines de semana y en vacaciones, durante el curso debíamos irnos una hora antes; yo tenía absolutamente prohido vestirme de forma provocativa, nada de faldas ni de camisetas que enseñaran demasiado, iba siempre tan tapada como una monja, o eso creían mis padres; y ni que hablar de llevar chicos a casa, ni siquiera para hacer trabajos de clase, alguna vez tienen llamado al instituto para que me dejaran cambiar a mi compañero por una chica. Pero la mayor parte de estas normas las irás descubriendo a lo largo de la historia. "Vaya aburrimiento de casa", pensarás, pero creo que no me lo podría pasar mejor con otra familia, disfruto como una cría cada vez que me salto alguna de sus absurdas normas, me encantan los momentos en los que mi madre se escandaliza por verme en la puerta de casa con algún chico o cuando salgo de fiesta y no vuelvo hasta el día siguiente.
Ellos pensaban que estaban haciendo lo mejor para mi, para que fuera una señorita y llegara a ser alguien de provecho en la vida, pero ¿a quién vamos a engañar? no hay nada que me guste más que hacer exactamente todo lo contrario a lo que me dicen.
De todas formas, nada de eso es esencial en esta historia, o tal vez si, pero sé que te interesan otros puntos. Quizás debería empezar por decir que me llamo Kaytlin y explicar como soy, tengo el pelo completamente negro, es largo, me llega hasta las costillas y algo ondulado, he heredado los ojos verdes de mi padre y la nariz pequeña y punteaguda de mi madre, en cambio mi boca es lo único que me queda de mi abuela paterna, nunca la he llegado a conocer pero en las fotos sus labios son igual de finos que los míos y cuando sonrío muestro la misma sonrisa que ella. Por último, no soy muy alta, mido alrededor de un metro setenta y mi cuerpo es bastanta atlético, me gusta salir a correr todos los días.
Ahora seguiremos por mi segundo año haciendo el primer curso de la universidad, por que sí, no he sido capaz de superarlo, es posible que no ir a clase y pasarme demasiado tiempo ocupada en ser la rebelde de la familia haya tenido algo que ver. Así que empezaré mi narración por ahí. ¿Preparada? y no te preocupes ya volveremos al momento del capítulo anterior cuando sea su momento.
El estruendoso sonido de la vieja persiana de mi habitación al levantarse hace que me despierte de golpe, notando un terrible dolor en la sien, gruño sin ser capaz de articular ni una palabra porque tengo la boca tan seca que me resulta imposible.
- Levántate, es hora de que te vayas a la universidad.- La voz chirriante de mi madre hace que el dolor de mi cabeza se haga todavía mayor.
- Joder.- Es la primera palabra que sale por mi boca, mi mente todavía sigue en la fiesta de la noche anterior.
- Sabes que está prohibido decir palabrotas y sabes cual es el castigo que conlleva.- Yo bufo "limpiar los 3 baños de la casa."- Y como llegues tarde te quedarás sin coche durante toda la semana.
- Que si, que vale.- Mi madre se da la vuelta mientras murmura algo sobre lo mala hija que soy y la mala suerte que tuvo conmigo.
Me quedo un par de minutos más en la cama intentando desperezarme y encontrar las fuerzas para ponerme en pie de una vez. Lo primero que hago al incorporarme es llevar la mano a mi mesita de noche comprobando los whatsapps de números extraños que hay en mi móvil, sin duda la de anoche fue una gran fiesta, se suponía que era para conocer a los que serán mis compañeros este año pero la verdad es que no recuerdo a ninguno claramente, solo puedo acordarme de la camisa semiabierta de uno, del piercing en la nariz de otro, de los tatuajes en el torso de otro que anduvo sin camiseta durante toda la noche, del pelo verde de otro de ellos y de las venas terriblemente marcadas en los brazo de otro. Sin duda todo ese tipo de chicos que su padre quiere lo más lejos posible de su hija y por supuesto ese tipo de chicos que yo quiero lo más cerca mía posible. Y bueno no menciono a las chicas porque en realidad creo que solo me acerqué a una en toda la noche y fue para preguntarle donde estaba el baño.
Miro los mensajes uno por uno, en la mayoría solo me aparece un nombre seguido de algún emoticono "Charlie *sonrisa sonrojada*", "Mark *cara echando la lengua*", "Robert *cara con ojos en forma de corazones*", "Hey, Michael *berenjena*", ¿en serio? ¿una berenjena?, sonrío y es al único que contesto "No me gustan las berenjenas". Dejo el móvil de nuevo sobre la mesita de noche tras haberle activado de nuevo el sonido y no tarda ni medio minuto en sonar avisando que ha llegado un nuevo mensaje, decido no mirarlo, nunca me gusta contestar justo cuando llegan. Busco algo de ropa en el armario, un pantalón negro ajustado con la cintura alta y una camiseta de tiras gris oscura que pone "good girl" en rojo justo en el medio. Hora de empezar de nuevo la pesadilla.
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Fucking exhausting ( Luke Hemmings )
FanficLa complicada historia de una relación extraña que no puede ser descubierta.