LA REBELIÓN

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Luzbel había sido llamada por su hermano Gabriel. Había dejado sus labores a medias con tal de acudir al llamado de su hermano. Se preocupó al escuchar su insistencia, sabía que algo no andaba bien, Gabriel no solía llamarla para tonterías. Suspiró cuando vio el aspecto de su hermano, no estaba sereno, como normalmente se veía.

--¿qué sucede Gabriel?

Gabriel levantó la cabeza cuando escuchó la voz de su hermana, sabía que ella no se negaría a ir en cuanto él la llamase.

--acabo de escuchar algo realmente inquietante Lucy.

-cuéntame, por favor.

Gabriel la miró una vez más, preocupando mas a su hermana menor. Él suspiró y trató de poner sus ideas en orden, tenía que calmarse.

--escuché a varios ángeles hablar sobre una rebelión hacia nuestro padre.

--¿qué?

Luzbel puso sus manos en su pecho, tratando de procesar la información dicha por su hermano, y es que, una rebelión hacia su padre era imposible. Primero que nada, porque es imposible luchar contra los poderes de Dios y, además, serían desterrados.

--eso no puede ser posible.

Dijo Luzbel, negándose a la idea de que algunos ángeles estuvieran  dispuesto a luchar contra su padre.

--lo es, hermana.

--tenemos que hacer algo.

Ella no estaba dispuesta a aceptar que algo así pasara, no podía imaginar ni siquiera ver a esos ángeles derrotados, sufriendo la ira de Dios.

--me temó que es imposible, todos están en contra de lo que nuestro padre quiere hacer. Tu tienes que ser la única que se siente al lado del trono de nuestro padre, no ese niño que dejará en la tierra.

Luzbel miró a otro lado. Había escuchado varias opiniones acerca de eso y es que, ella también pensaba que ese lugar era designado a ella. Sin embargo, cuando escuchó los planes de su padre, aceptó su decisión, ella no era nadie para contradecir las decisiones del creador.

--¿eso es lo qué sucede? No me molesta en lo absoluto la llegada de nuestro nuevo hermano. Si nuestro padre cree que el debe sentarse con él en el trono, está bien.

--pues debes hacer algo para pararlo, seras a la única que escuchen.

Luzbel miró a su hermano con suma preocupación y se fue del lugar, dispuesta a hablar con los ángeles rebeldes, antes de que cometieran pecado. Trató de moverse sin llamar demasiado la atención, no quería que todo eso llegara a oídos de su padre, porque sabía que aunque no llegara a pasar nada, él los castigaría, por el simple hecho de tener esa clase de pensamientos.

Llegó tarde al encuentro, ya que todos estaban listos para la pelea. Todos hicieron una reverencia y se arrodillaron ante ella cuando apareció, y antes de que pudiera hacer o decir algo, su padre la sorprendió.

--¿esto es lo qué piensas hacer hija mía?

Ella volteó, su padre y sus siete hermanos, junto con los ángeles guerreros estaban listos para atacar, listos para la batalla, listos para derrotarla.

--¿a mí, hija? Yo que te he dado todo, ¿me traicionas?

--padre...

Intentó explicar Luzbel, pero los ángeles conspiradores atacaron y los ángeles guerreros igual. La batalla había empezado. Luzbel trató de alejarse, estaba asustada, no sabía que hacer. Sus lágrimas cayeron cuando Gabriel la atacó y la tiró al suelo, con un fino corte en el brazo, su hermano la había atacado, justamente su hermano Gabriel, el único que sabía realmente la verdad.

Ella se puso de pie y se alejó, no quería lastimar a su hermano. Su corazón se rompió por completo cuando su padre ordenó a sus hermanos a atacar; Dios sabía que Gabriel no iba a ser suficiente para detenerla, su poder era infinito y con un solo arcángel, no lograría vencerla. Luzbel miró como sus hermanos tuvieron que obedecer a regañadientes, él único que realmente no se miraba obligado a hacerlo era Gabriel, y ella no entendía porqué.

Sus hermanos la atacaron y ella se vio acorralada, atacando. Luchó contra sus hermanos, sin intención de lastimarlos, aunque las intenciones de ellos no eran las mismas. Al tener a Luzbel vencida, los ángeles conspiradores se vieron vencidos y retiraron sus armas, no tenía caso seguir luchando.

Dios se acercó a su hija y negó con lentitud, él había puesto lo mejor de sus creaciones en ella, le había dado inteligencia, más poder, más de todo un poco para que en un futuro ella fuera la encargada de todos esos asuntos de los cuales él no se podía hacer cargo, tanto del cielo como del infierno. Nunca imaginó que su hija ambicionara mas de lo que ya tenía.

Fue llevada al purgatorio, rodeada de almas castigadas por sus pecados. Ella miró a su padre, seguía sin entender porque su padre creía que ella lo había traicionado.

--te quedaras aquí por algún tiempo, al menos hasta que se haga tu juicio.

Sus lágrimas cayeron ante las palabras dichas por su hermano Gabriel, y antes de que ella pudiera decir algo, desaparecieron. No supo cuanto tiempo pasó en ese lugar, solo sabía que, si se quedaba más tiempo ahí, se volvería loca. La escena de su supuesto pecado no dejaba de repetirse una y otra vez, le dolía cada vez que miraba como sus hermanos la habían atacado, y la mirada decepcionada de su padre.

--¿Lucy?

Ella levantó la mirada cuando escuchó su nombre, mirando a Chamuel. Ella estiró su mano, pensando que era una alucinación. Chamuel la tomó y Lucy se colgó de su cuello al darse cuenta de que era real.

--¿estás bien? Hicimos todo lo posible para que nuestro padre te sacara de aquí, pero fue imposible.

Lucy cerró sus ojos, dejando salir más lágrimas. Chamuel la llevó ante su padre, era hora de su juicio.

LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora