EL LLAMADO DE DIOS

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Lucy despertó y miró a Tyler dormido, envuelto en las sábanas. Ella se puso de pie y se vistió, bajando al comedor. Todos estaban sentados, desayunando. Ella tomó su puesto y le acercaron su desayuno.

--¿qué tal la noche Lucifer? -le pregunta Belcebú.

--demasiado bien, gracias.

--¿gracias?

Pregunta Leviatán, ¿desde cuándo la emperatriz del infierno dice gracias? Lucy picó los trocitos de carne y negó con lentitud.

--oh, olvidamos contarte que adquirió manías raras de la tierra. -le dice Belcebú.

--también da abrazos. -agrega Amon.

--¿qué?

Pregunta nuevamente Leviatán, divertido con la situación. Lucy se encogió de hombros, restándole importancia.

--¿qué más trajiste de allá? Aparte del humano. -pregunta Belcebú.

--es mi acompañante.

--sigo sin entenderlo, ¿por qué un humano? -pregunta Asmodeo.

--creo que es obvio, tener el poder es abrumador, encontró a alguien que no está dispuesto a aceptar sus órdenes solo por ser Lucifer. -dice Belcebú.

--eso sonó demasiado mundano. -dice Mammon.

--ser humano no es tan malo.

Agrega Lucy, se ganó las miradas de los seis hombres con los que compartía la mesa, pero no le importó.

--son demasiado curiosos y abiertos.

--me alegra que tu experimto en la tierra haya funcionado.

Le dice Leviatán. Lucy sonrío con soberbia, ella sabía mejor que nadie que todos esos demonios con los que compartía alimento esperaba desposarla algún día, pero no iba a suceder nunca.

--por cierto, llegó una carta.

Belcebú esculcó la bolsa interna de su saco y se la entregó a Lucy, ella la tomó y la leyó. Era de su padre, exigía su presencia en el paraíso. Lucy suspiró y arrugó el papel en su mano.

--es mi padre, requiere de mi presencia.

Ella se puso de pie, ni siquiera había probado bocado y ya tenía que cumplir sus compromisos. A veces no era tan genial.

--tengo que ir, llévenle de comer a Tyler, y no lo asusten, sean amables. Si me entero de algo malo, les cortaré las bolas.

Belcebú hizo un ruido raro y Leviatán una cara de preocupación fingida. Amon y Belfegor asintieron, y Asmodel torció los ojos. Mammon siguió comiendo, sin tomarle importarle, como siempre. Ella salió del infierno minutos después y entró al paraíso. Sonrío cuando miró a Miguel.

--creí que no ibas a venir.

--créeme que no estaba en mis planes, pero es como funcionan las cosas aquí.

Miguel negó y abrió las puertas al paraíso. Caminó con su hermano hasta el trono de Dios. Ella miró a sus demás hermanos y luego a su padre.

--bien, aquí estoy, ¿qué sucede?

--supongo que ya lo sabes.

--el pequeño mocoso alteró a los demonios y se atrevió a entrar a  los mares de Leviatán, estoy más que enterada.

--todo esto se hubiera evitado si no hubieras abandonado tu puesto en el infierno.

Lucy puso los ojos en blanco, si solo la quería para reprenderla, se iría, ni las personas que deberían de estar molestas con ella lo estaban, no tenía porque estar aguantando sus regaños.

--no lo abandoné, solo lo dejé al cuidado de demonios lo suficientemente capacitados para llevarlo en orden. Lo hicieron.

--llevas milenios en ese lugar, tu mejor que nadie sabe que no puedes dejar un puesto tan granda a la ligera.

--no lo dejé, yo...

--sabes a lo que me refiero. ¿Por qué lo hiciste?

Ella se encogió de hombros, había miles de razones para dejar el infierno, ¿cómo se atrevía a preguntarselo? Recordó aquella conversación que tuvo con la muerte, y vio su oportunidad, era hora de saber la verdad.

--¿has estado más de veinticuatro horas en ese lugar?

--por supuesto.

--¿entonces por qué me lo preguntas? ¿no es obvio? Vivir en el infierno no es fácil, estar rodeada de demonios no es sencillo, era tan inocente cuando me enviaste ahí, tuve que aprender muchas cosas a la mala. Solo quería respirar, quería alejarme de mi desagradable destino por un momento.

--¿funcionó?

--mejor de lo que imaginas, pensé demasiado las cosas y llegué a una conclusión, ¿por qué te conformaste con tan solo eso? ¿por qué no me preguntaste qué pasó por mi cabeza el día que te agredí? Nunca me preguntaste porque lo hice, o que fue lo que pasó.

Su padre miró a otro lado. Lucy suspiró y negó, era la forma en que Dios evitaba conversaciones difíciles.

--dímelo.

--creo que es mejor que comencemos con la reunión.

--padre.

Su padre se quedó muy quieto, siempre que ella lo llamaba padre, hacía que algo en su corazón se estrujara.

--el niño robó la lanza de Longino.

Lucy cerró los ojos, estaba perdida. La única cosa del universo que puede matarla es la lanza de Longino, era su gran desventaja. Ni siquiera entendía porque su padre seguía permitiendo la existencia de la lanza. Lucy se dio la vuelta, tenía que hablarlo con los demás. Dios la vio marcharse, recordó la razón de su creación, la oportunidad que tuvo cuando ella se reveló para mandarla el lugar que sería suyo. Se preguntó a si mismo si tal vez esa sería la última vez que la vería, así que, sin mas, decidió hablar.

--Lucifer.

Ella miró a su padre cuando este la llamó, y esperó con paciencia que le dijera lo que tenía que decirle.

--la razón por la cual no te dejé defenderte el día de tu destierro, fue porque era una excusa para enviarte al infierno. Eras la única capaz de gobernar, tienes la sabiduría, el poder y el talento para hacerlo, ninguno de tus hermanos lo hubiera logrado, tu destino siempre fue gobernar el infierno, fuiste creada para llevar esa tarea. Esa es la razón por la cual eres una mujer; una mujer representa poder, inteligencia, determimación, eres mi única creación con esas habilidades. Eres única, Lucifer.

Lucy no dijo nada, solo se dio la vuelta y regresó al infierno. Ahora sabía la verdad, su destino siempre fue el infierno, no iba a importar lo que hubiera hecho o no, terminaría en el mismo lugar fuera como fuera. Estaba molesta y dolida, entró al castillo y respiró profundamente, tenía que calmarse.

--lo quiero a todos aquí, ¡ahora!

Los demonios no tardaron en aparecer, al igual que Tyler. Todos se sentaron en el sillón, notando lo molesta que estaba. La mirada de los seis hombres en frente de ella no tardó en ponerse en su anatomía. Ella los miró, lista para soltar la bomba.

--el niño robó la lanza de Longino.

--mierda.

Fue lo único que se escuchó en ese momento, ni mas ni menos que de la boca de Belcebú. Todos sabían lo que podría ocurrir, un arma poderosa en manos de un niño.

--¿cómo la consiguió? -preguntó Belfegor.

--no lo sé.

--tal vez la robó. -dice Amon.

--se supone que es un arma protegida, no puedes ser cualquiera y tomarla. -agrega Asmodeo.

--¿qué piensas hacer? -le pregunta Leviatán.

--no lo sé.

Fue lo único que pudo salir de los labios de Lucy, estaba asustada. Sin embargo, ella sabía que tenía que mantener la calma, porque si ella se asustaba, asustaría a los demás.

LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora