– Voy a cumplir tu deseo Evan, lo haré por ti, hoy esos cuatro van a morir – se giró y se iba a hacer una aberración. No podía creer lo que acababa de escuchar, este hombre no es el Alan que yo había conocido en mi juventud, estaba loco, luego del daño que me hicieron él y sus amigos, me parece impensable que ahora él los vaya a... a eso.
– ¡Detente! – le grité, aun incapaz de acércame más, le grité con la intención que detuviera sus pasos, no sé de qué pueda ser capaz este tipo, me da miedo que me pueda hacer más cosas malas, pero no quiero cargar con esa culpa.
– Evan, esta es la única manera en la que me escuches, que me creas, tengo que deshacerme de ellos, para que tú estés bien, para que podamos entendernos – negué con la cabeza repegándome aún más a Joseph, no todo el miedo se había ido, luchaba internamente por no salir despavorido, huyendo, tratando de alejarme de esos que me hicieron daño.
– Matando gente no lograrás nada – le dije tratando de sentirme protegido por mi amigo, quien en todo momento me cubría.
– Es la única alternativa que me estás dejando, corres asustado de mí cada vez que intento acercarme, ¡si tan solo supieras el infierno que he vivido estos años al menos tendrías un poco de compasión para poder escuchar lo que yo tengo que decirte! – subió su tono y por unos segundos cerré mis ojos con fuerza.
– Pides compasión cuando ustedes no la tuvieron conmigo, cuando por solo ser el pobre, el que no tenía a sus papás cerca, se ensañaron conmigo, el que su único crimen que cometí fue haber confiado en ustedes – intentó tocarme pero Joseph estiró su brazo.
– ¡No des un paso más o llamo a la policía! ¡Te lo juro Alan! – se notaba tenso, tal vez estaba igual de asustado que yo, por mi culpa mi amigo estaba pasando un mal rato. Debía ser fuerte, debía poder enfrentarme a él, me aterraba, las piernas me temblaban, pero debía enfrentarlo, debía quitarle ese poder que tenía sobre mí, ese terror que tengo al verlo frente a mí.
– Tus amenazas no me asustan, José Guadalupe Cisniega, hijo de dos adorables personas que viven en provincia, un padre con un corazón débil puede ser un punto flaco, ¿te imaginas? Un gran susto y puede significar un infarto, una lamentable pérdida, me pregunto ¿qué tipo de noticia podría concluir en una fatalidad? – la extremidad de Joseph comenzó a bajar, lentamente.
– Una noticia que podría tomarse como amenaza y podría concluir en una demanda, señor Bernardi – Adán Gregorio estaba detrás de Alan, el abogado estaba en casa de Joseph.
– Licenciado González, ¿qué hace usted aquí? – el nuevo jefe de la agencia parecía sorprendido.
– Pasaba a saludar a una persona especial y me topé con este desagradable escenario – secamente el abogado pasé frente a él y se posicionó delante de nosotros dos, Joseph y yo éramos cubiertos por la espalda de Adán Gregorio.
– No les hagas daño – Joseph, como pocas veces, como casi nunca se notaba asustado, ese tipo de cabellos cobrizos, que pelea cuando le dicen pasiva, se mostraba asustado – No lo hagas, por favor – su voz comenzaba a cortarse.
– No hará nada, ¿me equivoco, señor Bernardi? – el abogado volvía a hablar.
– Todo depende de qué ocurra, todo depende si dejas de interferir en este asunto, José Guadalupe – con autosuficiencia mencionó Alan.
– ¡Ya fue suficiente! – temblando y enojado, triste y moralmente responsable salí de mi escondite – ¿El asunto es conmigo? De acuerdo, pon fecha y hora, quiero acabar con esto, no soy ningún cobarde, no les tengo miedo – aquellas palabras salieron con furia, ver a Joseph así de devastado fue la gota que derramó el vaso.
![](https://img.wattpad.com/cover/136400715-288-k800632.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Una Eva y tres patanes
Любовные романыSi desde la primaria en las listas de asistencia lo escribían incorrecto o las maestras no pronunciaban bien tu nombre, era un indicio que algo ya marchaba mal en tu vida. Eva, Eva, Eva... ¡Con un demonio soy Evan! Con N al final. Soy empleado de u...